Una experimentación bella
Es un teatro visual, impresionante, casi silencioso -al fondo, la lectura de unas cartas; en un castellano de prosodia y sintaxis difíciles-, que trata de contar una historia de amor y, por tanto, de soledad.Soledad entre dos hombres o, más exactamente, entre un hombre maduro y un muchacho, luego adolescente, del que queda sólo el recuerdo.
El valor está, sobre todo, en un gigantesco artilugio escénico, unas veces cama de solitario, otras enlosado de calle o de muelle, con una alcantarilla que se agiganta y por la que pasan, entre los detritos, cadáveres de niños, o cadáveres de recuerdos.
La plataforma cambia de plano, revela la figura apesadumbrada del solitario; se abren sus losas, se hacen enormes o diminutos los objetos con respecto al tamaño del ser humano. Las luces son prodigiosos pinceles.
Alcantarilla
Representado por el Studio Hinderikl (Holanda). Dirección de Hinderikl de Groot. VII Festival de Teatro de Madrid. Sala Olimpia.Madrid, 11 de marzo.
Muchas veces recuerda los vídeo-clips, que a su vez han tomado tanto del superrealismo -cuando tienen calidad-.
El creador Hinderik de Groot procede de marionetista, y, desde luego, se le nota; sobre todo, en el contraste de tamaños, en el amuñecamiento de las figuras humanas, en su inmovilidad.
Demasiado tiempo
Pero el vídeo-clip se enlanza desenlaza en minutos y segundos; aunque esta acción está relatada en una hora, es quizá demasiado tiempo, y resulta más alargada que comprimida.Su belleza es indudable; su perfección técnica también, al servicio de una calidad artística.
Pero, más bien, parece destinada a estar al servicio del teatro, que a constituir el teatro en sí.
Por ese camino van más rápidas, progresan mejor y con más facilidad otras artes de la imagen.
No parece que sea éste un verdadero camino para el teatro.
Como experimentación, es impresionante. Como teatro, insuficiente.
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