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Brasil suspende unilateralmente el pago de los intereses de su deuda externa en dólares durante 90 días

El Gobierno brasileño anunció ayer la suspensión del pago en dólares del servicio de su deuda externa durante un plazo de 90 días. Con esta moratoria se reabre la crisis del sistema financiero internacional, adormecida en los últimos meses. Paralelamente, sigue sin cerrarse el paquete de rescate financiero a México, de 13.700 millones de dólares, ante los retrasos de algunos bancos acreedores pequeños. Por último, Ecuador, que hace dos días reconoció la imposibilidad de pagar los intereses de su deuda correspondientes al mes de febrero, presentó ayer un plan de renegociación de los créditos.Las dificultades para el pago de la gigantesca deuda externa de América Latina (alrededor de 400.000 millones de dólares), adormecidas en los últimos meses, volvieron ayer a recobrar su vigencia con el anuncio del Gobierno brasileño de la imposibilidad de pagar sus créditos pendientes durante 90 días. Brasil -que debe por si sólo la cuarta parte de los créditos, 108.000 millones de dólares, equivalentes a más de 14 billones de pesetas- es el segundo deudor de la zona, tras México, que tomó una medida parecida en el verano de 1982, provocando el pánico en el sistema financiero internacional.

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Moneda local

El embajador brasileño en Washington, Marcilio Marqués Moreira, se enfrenta desde el día 19 de febrero con una ardua misión: explicar a la Casa Blanca que el Gobierno de Brasil ha decidido unilateralmente suspender el pago del servicio de la deuda externa, por un plazo de 90 días. A lo largo de esos tres meses de moratoria, Brasil depositará en los bancos acreedores la cantidad correspondiente a los servicios e intereses (en total, unos 1.000 millones de dólares mensuales), pero en cruzados. Es así, es decir, con depósitos en la debilitada y desacreditada moneda local, sin cotización en los mercados internacionales de divisas, como el Gobierno de José Sarney pretende dar una garantía mínima a los acreedores, informa desde Río de Janeiro, Eric Nepomuceno.

Paralelamente, estos 90 días serán dedicados a lograr equilibrar sus cuentas externas (el saldo de la balanza en enero fue de 150 millones de dólares, menos del 20% del saldo de enero del año pasado) y mejorar las reservas (que no llegan a los 4.000 millones de dólares). Brasil intentará también, en ese plazo, un nuevo acuerdo con los acreedores y, principalmente, nuevos créditos.

La noticia de la suspensión no sorprendió a los medios políticos y económicos del país porque desde hace varios días corría abiertamente el rumor de una moratoria blanca por parte de Brasil. La llamada al embajador Marqués Moreira, quien llegó a Brasilia intempestivamente en la noche del 15 de febrero, atendiendo a una deternimación del presidente Sarney, fue una señal clara de que algo urgente ocurriría. En realidad, el mandato de la renegociación de la deuda está ahora en manos del embajador brasileño en Washington.

El problema principal es que el país no dispone de dinero fresco para hacer frente a sus compromisos. Para uno de los principales exportadores brasileños, Eugenio Staub, la medida puede ser considerada realista: "no tenemos dinero". Los empresarios locales, en todo caso, reaccionaron de manera negativa. Todos los principales ejecutivos de la industria afirman que la medida es adoptada en un momento de "grave debilidad" del país. El economista Alfonso Pastores, que fue director del Banco Central en el último período del régimen militar, afirmó el jueves: "Ahora que hemos quemado nuestras reservas, es inútil adoptar una medida de fuerza".

Por detrás de las explicaciones formales que los emisarios del Gobierno empiezan a dar a los acreedores, hay una estrategia evidente: ganar tiempo para nuevos acuerdos que no lancen al país en el pozo de la recesión. El Gobierno brasileño pretende dar a los acreedores seguridad de que los cruzados que serán depositados a lo largo de 90 días se transformarán en divisas "tan pronto sea posible", es decir, tan pronto se logren nuevos créditos o se supere la crisis de cambio.

Los representantes del Gobierno brasileño deberán echar mano de varios ejemplos y argumentos, empezando por la delicadísima situación interna del país y sin olvidar, por supuesto, el ejemplo de México, su actitud de 1982 y los nuevos acuerdos logrados hace poco en condiciones más favorables que las concedidas a Brasil.

Se rumorea en Brasilia que el presidente Sarney, víctima de una brutal caída, en su popularidad y presionado por todos los lados, se reservó la carta de la moratoria blanca como medio de buscar un poco de aliento para su desacreditada figura. Hay, sin embargo, otra carta oculta, según afirman asesores del presidente: en caso de que los acreedores adopten alguna medida dura contra Brasil, el presidente podrá anunciar directamente la suspensión de todos los pagos (hasta en los simbólicos cruzados) y anunciar, a la vez, un tope para el pago futuro de la deuda externa.

En la madrugada del pasado miércoles, el senador Mario Covas, del Partido Oficialista, afirmó a varios periodistas que disponía de "informaciones seguras" de que Brasil podrá suspender integralmente sus pagos, en el caso de que no logre nuevos créditos por el valor de 4.000 millones de dólares.

Por otra parte, el paquete de rescate financiero a México de 13.700 millones de dólares, ha sufrido un nuevo retraso. El representante ejecutivo del Yokoama Bank, en México, ha declarado que la parte privada de este paquete, de 7.700 millones de dólares, no se hará efectivo hasta los primeros días del mes de abril. El banquero japonés indicó que la postergación de los préstamos se ha debido a la lentitud en responder de algunos bancos españoles e italianos, pero sobre todo, a que hay bancos norteamericanos que no han concertado todavía su parte de ayuda a México. Según la agencia Efe que cita círculos de la banca extranjera, el Gobierno de México podría declarar -dentro de los márgenes que conceden las leyes- una moratoria parcial o capitalización forzosa de la deuda a los bancos privados que se han negado a participar en el paquete financiero. Los bancos implicados en esta negociación son 543.

Por último, el gobierno ecuatoriano acaba de presentar al comité de gestión de la banca acreedora internacional un plan para reestructurar sus obligaciones en el pago de la deuda exterior. El gerente del Banco Central de Ecuador, Carlos Julio Emanuel, y el presidente de la Junta Monetaria, Federico Arteta, rompieron el silencio que habían guardado los medios oficiales sobre el problema de la deuda externa del país desde que, el pasado martes, la prensa norteamericana informó que Ecuador había rehusado pagar los intereses de la deuda correspondientes al mes de febrero.

Ambos funcionarios indicaron que Ecuador ha presentado a la banca un plan de renegociación que "sin la necesidad de incrementar su endeudamiento, permita cubrir el déficit financiero previsto para 1987".

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