Hitos de un genocidio
Todo tipo de peligros vuelven a confluir en este año 1987 sobre los 350.000 palestinos de Líbano, expuestos a los bombardeos de la aviación israelí, a la determinación de Siria de doblegarles y a la despiadada guerra que libra el movimiento shií Amal para aniquilar su voluntad de autonomía.
Expulsada de Jordania por las tropas del rey Hussein en abril de 1971, la resistencia palestina implantó progresivamente en Líbano un santuario desde el que lanzar operaciones contra Israel, después de que todos los demás Estados árabes se negaran a permitir que actuara desde sus territorios.
A partir de esa circunstancia, los palestinos fueron convirtiéndose poco a poco en una pieza clave del tablero político libanés, gracias a su fuerza militar y a los lazos políticos que tejieron con los partidos musulmanes y de la izquierda libanesa. Pero la guerra civil que desgarra el país desde hace doce años destruyó ese estado de cosas.
Desde un principio, el conflicto se cebó especialmente en ellos. Durante los primeros 13 meses de la guerra, sus campamentos fueron barridos de toda la zona, que se convertiría en el reducto cristiano, al quedar definitivamente bajo control de la milicia de las Fuerzas Libanesas: Dbave a finales de 1975, la Quarantine en 1976, Jisr el Bacha en mayo de ese año y Tell Zaatar en agosto, son nombres de campamentos que sirvieron de escenarios a otras tantas matanzas.
Pero ni la intervención siria en apoyo de los partido cristianos durante el verano de 1976, ni la primera invasión israelí del sur de Líbano, en la primavera de 1978, consiguieron erradicar realmente a la resistencia. El golpe decisivo fue la invasión israelí del verano de 1982, que provocó el éxodo de los combatientes palestinos de Beirut y dejó sus campamentos desarmados. Consecuencia de todo ello fueron las estremecedoras matanzas de Shabra y Chatila.
Inspiración siria
A partir de esas fechas, las principales acciones contra los palestinos han sido de inspiración siría. Damasco siempre ha tratado de controlar a la Organización para la Liberación de Palestina y ha combatido sus deseos de autonomía. En mayo de 1983, Siria fomentó un movimiento disidente en el seno de Al Fatah, la organización creada por Yasir Arafat, el líder de la OLP, que dio paso a una guerra abierta entre palestinos.
El conflicto provocó el segundo exilio de Líbano de Arafat, que esta vez tuvo que huir de los cañones sirios. Pese a ello, la Influencia de los partidarios de este líder histórico se ha mantenido intacta en los campamentos beirutíes, donde las organizaciones basadas en Damasco no dejan de jugar papeles marginales.
La guerra que Amal, dirigido por Nabih Berri, inició contra los palestinos en mayo de 1985 responde a este antagonismo entre Siria y Yasir Arafat. El movimiento shií, vinculado políticamente a Damasco, pretende, como desean los dirigentes sirios, privar de autonomía a los campamentos palestinos.
