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Carta a un actor utópico

Tras su presentación en Milán, con gran éxito, el pasado 12 de diciembre, llega esta noche al teatro nacional María Guerrero, de Madrid, el estreno español de El público, de Federico García Lorca. Pocos días antes de estallar la guerra civil, en 1936, el poeta se trasladó a su ciudad natal y confió el manuscrito de esta obra a su amigo Rafael Martínez Nadal. Se trata de un texto hermético, sugerente, que ha sido calificado como superrealista. En este artículo, Lluís Pasqual, director del montaje, presenta El público en forma de carta a Alfredo Alcón (el Director en la obra). Pasqual se refiere al "mensaje de angustia y verdad" que es necesario descifrar en el drama lorquiano. (Más información en la página 9 del suplemento En cartel.)

Querido Alfredo Alcón: Ya llegó. Hoy estrenamos El público, de Federico García Lorca en Madrid después de los intensos, intensísimos días de Milán. Las cosas de siempre, las dudas de siempre, la angustia de siempre, la desilusión de siempre, los reproches y autorreproches de siempre.Qué magnífico y qué duro es el teatro para muchos de nosotros. Y después, al día siguiente, empezar otra vez, da capo.

Llega el final de una etapa que empezó hace muchos meses, cuando tú ibas a hacer Ricardo III en Buenos Aires y escogiste hacer El público. Y empezamos los dos hablando de Lorca, intentando descifrar el mensaje de angustia y de verdad que Federico nos había dejado en El público. Y leímos sus cartas, sus poemas, escuchábamos anécdotas sobre él con voracidad y respeto, como entendíamos que había que acercarse a la poesía. Intentamos entender con todos nuestros sentidos e intuiciones qué pulsión de sangre había llevado a Federico a poder escribir, negro sobre blanco, un texto así. Sin pensar en una obra de teatro ni preguntarnos si teníamos un texto terminado o no en nuestras manos.

Contrafigura

Tú debías asumir la gran responsabilidad de ser él, su contrafigura o la contrafigura de una parte de un géminis tan genial, siendo tú al mismo tiempo, y echaste a andar por el camino de la alquimia interpretativa que sólo los actores poseéis: seres que gozáis de privilegio de la poesía en vosotros misrnos, pero que como Tántalo, por un mecanismo que nadie ha podido ni puede -ni tal vez deba- explicar, debéis retomar cada vez, en una respiración incesante, para ofrecérnosla en tributo como precio a tan elevado y caprichoso encargo que os hacemos los demás.

Empezarnos, después de muchos días, a iluminar los dos temas fundamentales de El público: el amor y el teatro; una realidad frente a otra realidad, un ser frente a otro, una búsqueda interna de uno mismo y de los demás. Nuestra necesidad de amor y el teatro como refugio y mentira, como lugar de transformación de la realidad en lucha diaria contra la muerte. Sin ser nunca muy claros, o lo que llamarnos claridad en nuestro degradado lenguaje diario. No se puede ser claro hablando de estos temas, hay que inventar una manera, y Lorca nos ofrecía el invento. Él había encontrado un lenguaje para expresar ese magma de sentimientos, y nosotros debíamos interpretarlo.

Viaje de Federico ,

Más tarde, un buen día, te fuiste desdoblando en muchos más, y otros actores, otras personas, fueron componiendo la constelación de personajes que forman ese viaje de Federico, y añadieron sus intuiciones, su ser y su oficio. Y siguió ese viaje hacia el interior, ese vómito lorquiano, intentando aunar los latidos de todos en un solo corazón que marcase implacablemente el sístole-diástole de su / nuestro sueño-utopía-pesadilla-infierno. Y fuimos entrando en el misterio, ese misterio que convierte una aventura tan personal como la de Lorca en algo vivido y compartido por otros seres humanos que impúdicamente realizarán también su autoconfesión.

Y después, un día, ahora, llega lo que llamamos el estreno, y hay que compartir eso tan nuestro con todos, con el público de verdad. Y ahí, dolorosamente, vamos a parar los motores de nuestra búsqueda. Es lícito que estrenemos El público? ¿O El público sirve sólo para ensayarlo como a Lorca creemos le sirvió escribirlo? Seguirá siendo una de nuestras eternas contradicciones. ¿Sabremos hacer amar ese aliento de vida y de verdad de El público al público? Preguntas. Como siempre. Para intentar responderlas sólo tenemos en las manos los restos de la aventura: tan poco y tanto como una función de una hora veinticinco.

Imprescindibles

Quería decirte que me voy, Alfredo, y quería pedirte perdón por dejarte solo frente a los espectadores, y gracias de todos nosotros por hacer el Director de El público.

Te lo quiero decir también en nombre de tus compañeros. Sólo desole la silla desde donde uno dirige se puede comprobar el respeto como actor y como ser humano que los demás te tenemos. No me digas que nadie es imprescindible.

El público ya no puede existir sin ti, no puede haber otro Director, como para mí no existiría nunca ot a Julieta, otros caballos, otros hombres, otras damas, otros estudiantes, otras figuras, otras máscaras, sino los que somos, y que juntos hemos tenido la gran suerte y responsabilidad de hacer llegar por primera vez a la gente las palabras que un poeta con una gran valentía escribió para intentar entender, entenderse y entendernos mejor.

Gracias por tu honestidad y por lo que emanas desde el escenario, algo físico: lo más parecido a la utopía, y eso es muy necesario y raro en nuestro maltrecho momento.

es director del Centro Dramático Nacional y autor del montaje de El público, de García Lorca, que hoy se estrena en España.

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