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Shultz intenta que la OTAN vuelva a confiar en Reagan

Andrés Ortega

Dos temas dominaron la agenda del Consejo del Atlántico Norte, que se reúne hoy y mañana en Bruselas: el intento del secretario de Estado de EE UU, George Shultz, de confortar a los aliados a raíz de la crisis llamada del Irangate y las negociaciones a entablar con el Pacto de Varsovia sobre la reducción de fuerzas convencionales. Shultz está lanzado a una campaña para restablecer la confianza de los aliados en la Administración de Reagan, socavada por el Irangate. A su llegada ayer a Bruselas, Shultz señaló que informará a los aliados de lo ocurrido, de un modo abierto y "en total contraste con el escándalo del Watergate".

Shultz se entrevistó ayer con su homólogo belga, Leo Tindemans. El martes tuvo un almuerzo de trabajo con el titular del Foreign Office británico, Geoffrey Howe, y con los jefes de las diplomacias francesa, Jean-Bernard Raimond, y alemana occidental, Hans-Dietrich Genscher. "Nos quieren fuertes y capaces de dirigir, y se sienten tranquilizados al ver cómo el presidente está afrontando la situación", manifestó Shultz.La preocupación de los aliados ante el Irangate es patente y esquizofrénica, según señaló un diplomático español, pues junto al enojo por la venta de armas a Irán, y el rebote de los fondos para la contra, los aliados no desean ver debilitada la presidencia de Ronald Reagan, en estos momentos importantes para las negociaciones Este-Oeste. Al presentar el Consejo Atlántico en una conferencia de prensa, lord Carrington habló ayer de "las dificultades que afectan a la Administración (de Reagan) y a sus políticas". "Creo", añadió, "que lo que los europeos quieren escuchar son garantías de que la Administración proseguirá la política que seguía en los asuntos que afectan a la Alianza".

[El líder soviético, Mijail Gorbachov, lanzó ayer desde Moscú un llamamiento a los aliados de EE UU para que "utilicen su influencia" con el fin de inducir a Washington a "parar" la carrera de armamentos, informa France Pressel.

Ésta es la primera reunión del Consejo Atlántico tras la cumbre de Reikiavik. Carrington espera que de ella salga un mandato para negociar con el Pacto de Varsovia sobre el equilibrio o la reducción del armamento convencional.

La manzana de la discordia está en el problema aparentemente técnico de qué foro utilizar para estas negociaciones, que cubrirán, como afirmó la OTAN en mayo, el espacio comprendido "desde el Atlántico a los Urales". EE UU quiere negociaciones de bloque a bloque, de modo que los países neutrales y no alineados no se conviertan en árbitros. Francia, en una postura que comparte España, prefiere el foro de las 35 naciones de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperacion en Europa (CSCE). Francia cree que la modificación del equilibrio en Europa debe seguir, y no preceder, a la creación de un clima de confianza política entre ambos bloques. Por otra parte, las negociaciones directas entre los dos bloques darían a la OTAN, en su conjunto, una mayor influencia sobre las fuerzas francesas que, como las españolas, no están teóricamente integradas en la estructura militar.

Lo más probable es que se llegue a una fórmula mixta que además permita a cualquier país desvincularse de algunos temas de la eventual negociación si no comparte la postura de los otros aliados, manifestaron fuentes diplomáticas. España se ha escudado tras la postura francesa pero con cautela, para no quedarse aislada si la actitud de París cambia.

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