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Violacion, embarazo y aborto en una cárcel chilena

La estudiante Patricia Peña denuncia su experiencia para que no vuelva a ocurrir

Patricia Peña Díaz, estudiante de 18 años, iba en un taxi, con su novio, en Santiago de Chile cuando fue interceptada por una patrulla militar. Acusada de transportar armas, algo que ella niega, la trasladaron a un recinto de la policía secreta. Allí, cuenta, la torturaron, violaron y drogaron. Posteriormente, en la cárcel, advirtió síntomas de embarazo, que confirmó al sufrir un aborto espontáneo.

Su psiquiatra, Sergio Pesutic, dice que Patricia sufrió experiencias límites, "pero no se cumplió el objetivo final: destruir a la persona". La joven, aún prisionera, denunció su experiencia "para que no vuelva a ocurrir y como parte de la lucha por la libertad", según le dijo al psiquiatra un miembro del Comité de Defensa de los Derechos del Pueblo (CODEPU). Esta institución presentará una querella por torturas y otra por violación.Según Victoria Gallardo, asistente social del FASIC (Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas), la vejación sexual es una herramienta represiva que se usa contra las mujeres en su paso por la policía secreta", pero pocos casos se han hecho públicos. En 1985 las jóvenes Paz Macaya y Doris Cifuentes fueron golpeadas y violadas por grupos armados que les exigían delatar a sus compañeros. Manoseos, aplicación de corriente eléctrica en senos, y vagina y amenazas de violación son frecuentes, confirman los organismos de derechos humanos.

El 4 de septiembre, un día más de protesta en Santiago, Patricia fue sacada violentamente del taxi por una patrulla de soldados. Instantes después, un grupo de civiles la subió a un auto, le vendaron los ojos y de inmediato le aplicaron electricidad en la espalda. Frente a ella, en su casa, golpearon a sus padres y a un hermano de 15 años.

A Patricia la trasladaron a un lugar que no pudo identificar. Relata: "Me obligaron a tomarme una píldora y comenzaron a interrogarme con gritos y groserías, a la vez que me aplicaban electricidad en los senos. Me preguntaron por nombres de personas y direcciones. Después me llevaron a una habitación donde me desnudaron y amarraron una cama. Allí un individuo me violó y después me obligó a vestirme".

Con sus ojos todavía vendados, fue llevada a otro recinto que, supone, es un cuartel de la policía secreta del régimen. Una persona a la que llamaban "médico" la auscultó, le midió la presión y el pulso. Durante seis, días fue torturada con golpes y aplicación de electricidad y debió firmar declaraciones que no pudo leer. Desde entonces está en la cárcel de mujeres de San Miguel.

Dos meses después fue trasladada a un hospital con una metrorragia (hemorragia vaginal) espontánea. Delante de una gendarme, un médico le hizo un examen ginecológico y le preguntó a Patricia si quería tener el hijo. La gendarme contestó: "Doctor, cómo va a querer tenerlo si fue violada", y el médico replicó: "Entonces, chiquilla, lo vas a perder". Fue la confirmación de que estaba embarazada.

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El fiscal le negó una atención psiquiátrica fuera de las horas de visita. Ella siguió padeciendo dolores abdominales y tuvo hemorragias "persistentes, pero moderadas", dijo Pesutic. El 21 de noviembre -dos días antes de que cumpliera 19 años- Patricia despertó en su celda notando que tenía pérdida de abundantes coágulos. El médico diagnosticó: "Es una pérdida natural. El feto está adentro".

Doce horas después de la hemorragia le hicieron la primera ecografía y de noche le practicaron un aborto. Pesutic pudo visitar a Patricia a las 22.00 horas. A la madre no le dieron autorización. Patricia envió un escueto mensaje a su familia. "Estoy bien". Al día siguiente debió volver a la cárcel, donde reposó 48 horas y fue atendida por las presas políticas. Su primer control médico desde que salió del hospital será mañana martes.

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