Clausurado en Almería el encuentro de escritores hispano-árabes
El III Coloquio Hispano-Islámico, cuyo objetivo es el de intensificar las relaciones entre estas dos culturas, se clausuró ayer en Almería. Esta tercera edición cuenta con el patrocinio de la Diputación de Almería y de la Unesco, y han participado poetas, artistas y escritores de Marruecos, Siria, Túnez, Palestina, Irak y España. Dos escritores, el palestino Mahmound Darwish y el libanés Fawas Traboulsi, no pudieron asistir debido a las restricciones administrativas decretadas por el Gobierno francés.Juan Goytisolo, bajo el título de En el reino de las excepciones geniales: el caso de Gaudí, profundizó en la vuelta a los orígenes, ligándola a la concepción medieval del "arte como excrecencia orgánica", contra las limitaciones surgidas tras el Renacimiento. Para Goytisolo, Gaudí "no sólo recibió influencia mudéjar, sino que fue un artista mudéjar que puso esas enseñanzas al servicio de su creación". José Ángel Valente habló de la mística sufí y su concepción polivalente del lenguaje. Según Valente, tanto los místicos árabes como los españoles "depuraban su lenguaje en busca de palabras sustanciales, las únicas capaces de reproducir la exigencia, mística del poeta".
Ficción religiosa
El tunecino Ab del Wahad Meddeb abundó sobre la teoría de la ficción religiosa basándose en los sueños del profeta Mohamed, que, oponiéndose a la doctrina tradicional, dice que el despertar de un sueño no significa salir de él, sino que se trata de un sueño dentro de otro. Antonio Flores se refirió a la mística sufí con una semblanza del místico almeriense Ibri Al-Arif. Antonio Saura explicó las diferencias entre el arte islámico y el occidental señalando que sólo en el siglo XX, con el arte abstracto, ha comprendido Europa el arte islámico. Elías Ambar (El sueño mesiánico: soñadores y soñados) realizó la siguiente comparación: al igual que, tras el descubrimiento de America, los escritores escribían lo que veían y lo que soñaban -lo que acabó con los soñados (los indios)-, el escritor Theodor Herzel soñó en 1902 un Estado judío en Palestina y lo hizo novela; según Ambar, su sueño se tradujo en el desplazamiento brutal de un pueblo por otro.
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