Los periodistas chilenos en las barricadas
El estado de sitio refuerza las restricciones a los medios informativos
Cuentan que el antiguo miembro de la Junta Militar y jefe del arma de Carabineros, general César Mendoza, se reía mucho con los chistes que la. revista Apsi publicaba sobre los cuatro integrantes del órgano rector de la dictadura. Se reía hasta que se los explicaban, después ardía de rabia. El director de Apsi, Marcelo Contreras, se encuentra hoy huido y perseguido por una orden de detención. La revista, así como otros cuatro semanarios opositores, se halla clausurada indefinidamente por un bando militar emitido al amparo del estado de sitio vigente desde hace una semana.
La Prensa ha sido elegida como uno de los principales blancos de la ola de represión desatada a raíz del intento de asesinato del general Augusto Pinochet el pasado día 7. Un periodista José Carrasco, fue asesinado un día después por un grupo de hombres armados no identificados que le sacaron de su casa en horas en que el toque de queda estaba vigente.María Olivia Monckeberg, consejera del colegio de periodistas y subdirectora del semanario Análisis, donde también trabajaba Carrasco, califica su muerte como "un asesinato político destinado a aterrorizar a los periodistas". "Todas las sospechas apuntan hacia un comando vinculado al régimen".
Una docena más de periodistas han recibido, amenazas de muerte; algunos han decidido esconderse, y otros, como el director de la revista Cauce -una de las clausuradas-, Gonzalo Figueroa, y uno de sus redactores, Ariel Poblete, se encuentran detenidos. La acusación contra ellos es la de ofensas a las Fuerzas Armadas. Según la subdirectora de Análisis -también prohibida por el bando número 1 -, este ataque a la Prensa hay que encuadrarlo "dentro de la estrategia militar del régimen" y persigue, bajo esa concepción, cortar las comunicaciones entre la oposición y el pueblo". Algo así como aislar al enemigo.
En el informe que esta semana presentará a la reunión en Canadá de la Sociedad Interamericana de Prensa. (SIP), el director de la revista Hoy -autorizada a reaparecer después de una semana en suspensión-, Emilio Filippi, define así la situación de la Prensa.: "La legislación vigente, abundante y represiva, permite al Gobierno adoptar medidas administrativas contra la Prensa y también recurrir a los tribunales para conseguir el apresamiento de los periodistas o la incautación de las publicaciones."
Filippi es también el director del diario La Época, que con su aparición el próximo mes de marzo se convertirá en el primer diario de oposición, siempre que para entonces no haya sido revocada la autorización, facultad que la Constitución aprobada en 1980 confiere al propio presidente de la República.
La Prensa opositora
La Prensa contraria a la dictadura queda limitada a seis semanarios -Hoy, Análisis, Apsi, Cauce, La Bicicleta y Fontín Mapocho- y cuatro emisoras de radio -Cooperativa, Carrera, Santiago y la católica Radio Chilena- La televisión, férreamente controlada por el Gobierno, describe un país feliz que vive de banalidades, y el contenido de los diarios va desde el amarillismo a la información política oficial.Los medios habitualmente considerados minoritarios no son, sin embargo, en Chile, una "Prensa de gueto", en, opinión del director de Apsi, que habla desde su refugio temporal. "La falta de credibilidad de los medios masivos es tan grande que los medios pequeños se convierten en mucho más importantes".
Según el cálculo que hace Marcelo Contreras, la Prensa de oposición, sin contar la radio, es consumida por unas 250.000 personas, pero su influencia es mayor por la distribución que hacen de ella las organizaciones sociales y los partidos políticos. En muchas paredes de los barrios humildes de Santiago hay pagados, por ejemplo, murales con el último número de Apsi, que incluía un reportaje especial sobre Salvador Allende.
La Prensa contestataria chilena se ha especializado en llegar a un gran número de personas igual que se ha hecho maestra en burlar el control de las autoridades. "El gran secreto es la imaginación", afirma Marcelo Contreras. "Hemos tenido la ventaja de que hemos sabido decir las cosas de forma inteligente". Han contado además con la colaboración de un Gobierno que no se ha caracterizado por su sagacidad para descender a matices y que no ha sabido siquiera aplicar a veces sus propias leyes.
Uno de los cierres de Apsi fue ordenado personalmente por el general Augusto Pinochet mediante un decreto con su firma al pie. La revista ganó ese caso ante los tribunales porque los jueces tuvieron que admitir que, entre las muchas atribuciones del presidente, no está la de prohibir la circulación de revistas.
No existe censura previa, aunque los periodistas tienen que contar con las sugerencias de las autoridades y con las amenazas anónimas, lo que impone un alto grado de autocensura. Los temas más delicados y que han provocado más suspensiones son, por este orden: las divisiones en las Fuerzas Armadas, la vida privada de Pinochet y de su esposa, Lucía Hiriart, y las corrupcionies de todo tipo.
Especialmente bestia negra de los militares chilenos son los corresponsales extranjeros ("los que denigran a Chile", dice el Gobierno). El corresponsal en Argentina de EL PAÍS José Luis Martín Prieto, se encuentra desde 1983, como otros periodistas extranjeros, expulsado de Chile e imposibilitado para regresar. La misma suerte que él han corrido colegas del diario estadounidense The New York Times, Agencia France Presse, el diario británico The Observer y la agencia norteamericana Upi. Las oficinas de las agencias británica Reuter y la italiana Ansa acaban de ser silenciadas.
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