Agria disputa entre el jefe de la Armada chilena y el embajador de Estados Unidos
Las tensas relaciones entre la dictadura chilena y el Gobierno norteamericano quedaron en evidencia esta semana en un intercambio de opiniones entre el almirante José Toribio Merino, jefe de la Armada y miembro de la Junta de Gobierno, y el embajador norteamericano, Harry Barnes."Díganle al Departamento de Estado norteamericano que cambie al embajador [en Santiago] y va a tener mejores informaciones", dijo Merino a un grupo de periodistas, refiriéndose a las presiones norteamericanas para que se investigue la muerte del joven chileno residente en Estados Unidos Rodrigo Rojas, quemado vivo por militares durante la huelga general del 2 y 3 de julio.
"Me parece mejor que el almirante piense un poco en lo que ha dicho", replicó más tarde Barnes.
El Gobierno chileno ha criticado la presencia de Barnes en los funerales de Rojas, durante los cuales se desplegaron banderas del proscrito Partido Comunista y algunos manifestantes embadurnaron con pintura el mausoleo familíar del general Pinochet.
En Washington, el portavoz del departamento de Estado, Bernard Kalb, dijo que Barnes cuenta con la "completa confianza" del presidente Ronald Reagan y agregó que Barnes asistió al funeral por "consideraciones hurnanitarias" y con el conocimiento de sus superiores.
Pinochet, entre tanto, convocó a 15 de sus embajadores a una reunión en Santiago, en la que les advirtió que las crecientes críticas externas a su régimen requieren una respuesta tajante: "Ello exige de ustedes energía, valentía y claridad de objetivos".
El subsecretario de Estado adjunto para Asuntos Interamericanos de EE UU, Robert Gelbard, quien realiza una visita especial á Chile, se reunió ayer con políticos de oposición y con el ministro de Exteriores, Jaime del Valle.
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