Reagan pide por televisión ayuda para la 'contra' tras serle vetada su comparecencia en la Cámara de Representantes
Ronald Reagan se dirigió ayer al país por televisión para defender la ayuda militar a la contra, que será votada hoy por la Cámara de Representantes. "Profundamente disgustado" por la negativa del presidente de la Cámara, el demócrata Thomas Tip O'Neill, a concederle la posibilidad de dirigirse a los congresistas en un último intento para conseguir que los antisandinistas obtengan 100 millones de dólares (unos 14.000 millones de pesetas) del contribuyente norteamericano, Reagan conectó directamente con los ciudadanos. Las tires grandes cadenas de televisión (CBS, NBC y ABC) no retransmitieron en directo el discurso, que sólo fue ofrecido por una cadena nacional de televisión por cable. la CN N.
Reagan afirmó que está en juego la seguridad nacional de Estados Unidos y que "la Unión Soviética quiere convertir a Nicaragua en la primera base militar soviética en el continente americano". El presidente desempolvó todos los viejos argumentos apocalípticos y, pintó a Nicaragua como una cabeza de puente soviética a 500 millas de México, para insistir en que la crisis económica mexicana aumenta el peligro. El no votar la ayuda, dijo, es poner "nuestras fronteras en peligro".Denunció el presidente que cuatro barcos soviéticos con suministros que no, especificó han llegado recientemente a Nicaragua, y que la URSS prepara en ese país una base para submarinos y, otra para aviones de reconocimiento. Reagan afirmó también que los vuelos, hace dos semanas, de un avión soviético de reconocimiento sobre Nicaragua suponen "la primera vez que personal militar de la URSS opera en el continente americano".
El presidente comparó la ayuda que solicita para los "luchadores de la libertad" -los verdaderos contrarrevolucionarios son los sandinistas, afirmó- con la pedida por Harry Truman para Grecia y Turquía ante la amenaza comunista, tras la Segunda Guerra Mundial. Reagan anunció que la ayuda a los rebeldes iría acompañada de 300 millones de dólares para Guatemala, Honduras, El Salvador y Costa Rica en una especie de plan Marshall centroamericano. El presidente admitió que, históricamente, EE UU ha sido indiferente a los valores democráticos en Latinoamérica. "Pero hemos aprendido de los errores del pasado", dijo, "y ahora no permitiremos ni que vuelva el somocismo en Nicaragua ni que los sandinistas traicionen la revolución". Reagan defendió un acuerdo negociado entre los comandantes y la oposición armada y pidió al Congreso que no siga dando tiempo a los sandinistas para que "consoliden su poder y aplasten" a, la contra.
Tip O'Neill calificó de hecho "sin precedentes" el intento del presidente de hablar ante la Cámara de Representantes y ofreció a cambio la posibilidad de que Reagan se dirigiera a una sesión conjunta de las dos cámaras. La Casa Blanca lo rechazó, porque sólo quería una intervención ante la Cámara (el Senado aprobó hace meses la ayuda a la contra), y acusó a O'Neill de arrogancia política". Este incidente refleja la intensidad de la guerra de propaganda desatada ante la votación sobre un tema prioritario de la política exterior de Reagan. La Casa Blanca cree que podrá vender la imagen de un presidente popular rechazado por el Congreso en su intento de defender la democracia en este hemisferio.
El presidente no tenía aún ayer los votos necesarios para que la Cámara de Representantes, dominada por los demócratas, acceda a sus deseos de suministrar inmediatamente ayuda militar a los rebeldes que tratan de derrocar al Gobierno de Nicaragua. La propuesta original del presidente, 70 millones en ayuda militar y 30 millones en ayuda humanitaria, fue derrotada por 12 votos en la Cámara en marzo y tiene escasas posibilidades de ser aceptada hoy.
Cansancio popular
Tras 20 meses de debate sobre la forma de cambiar de régimen en Nicaragua, la opinión pública da muestras de cansancio (un 68% de los norteamericanos se opone a la ayuda a la contra) y los ciudadanos siguen sin saber muy bien a quién apoya o qué quiere su Gobierno. La guerra sucia ideada en un principio por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y financiada por dólares del contribuyente es vista mayoritariamente como un callejón sin salida. El diario Miami Herald, publicado en la ciudad feudo de la contra, ha comenzado a publicar una tira cómica del popular Doonesbury en la que se ridiculiza a los rebeldes. La misma tira se publica en unos 700 periódicos de todo Estados Unidos.
A pesar de una reforma cosmética forzada por Washington, se sigue viendo a los rebeldes como ex somocistas que no ofrecen una alternativa democrática a los sandinistas. Arturo Cruz, el dirigente civil más presentable, sigue sin poder controlar al brazo militar de la Unidad Nicaragüense Opositora, que funciona con absoluta independencia y dirige la estrategia de la lucha contra los sandinistas. La contra no ha sido capaz de responder a las acusaciones de corrupción y la oficina de contabilidad del Congreso asegura que varios millones de dólares, de los 27 de ayuda humanitaria votados el pasado año, han ido a parar al Ejército hondureño, a extraños proveedores que luego no enviaban el material a la guerrilla y a los líderes de la oposición nicaragüense.
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