Optimismo por la caída del precio del petróleo y reajustes económicos en el triángulo EE UU-Japón-CE
En el verano de 1979, los líderes de las siete primeras potencias occidentales industrializadas llegaban a la ciudad de Tokio para analizar en la cumbre los efectos de la segunda crisis del petróleo. El barril de crudo estaba por encima de los 30 dólares y algunos predecían que llegaría hasta 50. La inflación era en casi todos los países superior al 10% y los tipos de interés bancario estaban por encima de dos cifras. Era una cumbre de crisis. En la actual edición, que hoy comienza en Tokio, el precio del barril ronda los 10 dólares, hay predicciones de que puede bajar, el dinero es otra vez barato para promocionar la inversión y la inflación ha bajado a índices casi de posguerra en la mayoría de los países participantes en el foro de la capital de Japón.
Es una cumbre optimista, donde prevalecerá la palabra reajuste o la de coordinación", comentaron medios económicos japoneses en Tokio, donde el único temor es ser el centro de los ataques por el superávit comercial que tiene Japón (del orden de los 50.000 millones de dólares) y por las presiones que recibirá el primer ministro, Nasuhiro Nakasone, tanto de los líderes europeos como del presidente norteamericano, Reagan, para que Japón abra más sus puertas a la importación y estimule la demanda interior."Japón está haciendo ya grandes esfuerzos", dicen en el Ministerio de Asuntos Exteriores japonés, donde recuerdan que desde el pasado mes de septiembre, cuando los ministros de Finanzas del grupo de los cinco decidieron rebajar los tipos de interés bancario, el valor de la divisa nipona en relación con el dólar se ha revalorizado casi en el 40%, penalizando las exportaciones japonesas hacia Estados Unidos.
A los deseos de ajustes estructurales en las economías de los países desarrollados -donde la RFA y Japón cuentan con relativa buena salud gracias a sus excedentes de balanza comercial-, los siete líderes participantes en la cumbre de Tokio decidirán la convocatoria de una nueva ronda de negociaciones comerciales, en el Acuerdo General sobre Tarifas, y Comercio (GATT), como vía paira un intento de moderar las tendencias proteccionistas.
En lo monetario, los líderes occidentales hablarán de la deuda externa de los países en vías de desarrollo y de la necesidad de mejorar el sistema monetario internacional. Queda patente que en los últimos meses la coordinación entre países occidentales, en el grupo de los cinco, ha funcionado para manejar coordinadaniente las rebajas en los tipos de interés.
En el panorama relativamente optimista de la cumbre de Tokio (cuyos siete líderes políticos representan un grupo de países que juntos suman el 58,4% del producto interior bruto mundial) hay nubes negras en los sectores de empleo, sobre todo de dificultades en los países de Europa occidental y, en menor medida, Estados Unidos, para el empleo de jóvenes y con unas oscilaciones de desempleo que varían desde el 14% en Italia hasta el 2,6% en Japón.
En relación con los países en vías de desarrollo, la cumbre de Tokio repetirá, como en anteriores ediciones, el deseo de los países ricos de ayudar al desarrollo de los países pobres. Es probable que Estados Unidos adelante ideas para un plan global entre los siete para el desarrollo de la zona de Oriente Próximo (países árabes e Israel), como política a largo plazo donde el crecimiento económico y el bienestar social pudieran contribuir a moderar las tensiones políticas. Filipinas, país que espera la ayuda económica de EE UU, Japón y la CE, saldrá igualmente en la reunión de Tokio, sin olvidar alusiones a los países del sureste asiático agrupados en la ASEAN (Indonesia, Tailandia, Filipinas, Malaisia, Singapur y Brunei), con cuyos rninistros de Asuntos Exteriores se reunió el pasado jueves en Bali (Indonesia) el presidente Reagan, en su trayecto desde EE UU hacia Tokio, comprometiéndose en ser un poco el abogado de sus intereses en la cumbre.
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