_
_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Un hombre complejo

José Martínez y yo vivimos en la misma casa, del mismo París, en frente del Museo Cluny, próximos a la Sorbona y muy cerca de la editorial Maspero, el editor más importante de la izquierda europea durante algunos años y un librero que se arruinó porque todos los progres del mundo robaban impunemente en su tienda, sobre lo que él comentaba: "Lo malo de que me roben los españoles es que encima no leen". José Martínez me acogió un largo tiempo en París en su propia casa, casi siempre en un pequeño apartamento frente al suyo, y siguió haciéndolo en mis viajes periódicos a preparar libros para la editorial que él había fundado con tres amigos y que él dirigía y encarnaba. Allí discutíamos y dimos a luz los Cuadernos de Ruedo Ibérico. Allí conspirábamos ácidamente contra casi todo y hablábamos de sueños; él de manera a veces acerba, pero siempre lúcida. Un tribunal me bautizó más tarde como "el hombre de Ruedo Ibérico en el interior", pero Ruedo Ibérico era Pepe Martínez.José Martínez Guerricabeitia era un hombre complejo y admito que difícil, pero también "muy amigo de sus amigos"; en ocasiones áspero y a veces, casi a escondidas, tierno. Martínez creó una editorial que supuso un punto de referencia fundamental en la oposición al franquismo. Yo le debo, además de su amistad, que mis libros, como Luis Ramírez, existiesen porque él los editó.

Es imposible reducir a unas líneas la importancia y la oportunidad de Ruedo Ibérico y, por tanto, la importancia y la oportunidad de Pepe Martínez. Después, la transición, el silencio y el no acostumbrarse a la idea de que quienes limpiamos los retretes no somos los que después nos sentamos en ellos, cosa que yo tenía clara, le retiraron. Pepe Martínez no pudo, o quizá no quiso acostumbrarse a la idea de que incluso quienes desde el franquismo militante le habían perseguido duramente, fueran considerados más importantes que él y su obra para la democracia. Y sospecho que entonces se le empezó a fraguar el infarto que te ha matado. Otros se habían apoderado de la historia.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_