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Un fracaso

FRANCISCO CALVO SERRALLER, El 10 de septiembre de 1983 se hacía publica la noticia de la exportación ¡legal del célebre retrato de Goya La marquesa de Santa Cruz caracterizada como Euterpe, cuadro originalmente inventariado en el legado Valdés, mediante una operación no comunicada como era preceptivo, llevada a cabo por Mercedes Fernández Valdés, una de las herederas de dicho legado, vendido a Antonio Saorín, que lo sacó fraudulentamente del país.

Así se pone de manifiesto, una vez más, el fracaso objetivo del rígido sistema ordenancista español, controlador teórico de todo el patrimonio, pero incapaz de gestionar su protección. El sistema más parece pensado para llenar de buena conciencia a los funcionarios que para el fin de la ley, ya que no sólo no se ha conseguido evitar el contrabando de, lo que ya está convenientemente inventariado, sino que tampoco se conoce el catálogo real de los bienes artísticos en manos privadas en España.

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España reclama la propiedad del cuadro 'La marquesa de Santa Cruz', de Goya

Con el retrato de la marquesa de Santa Cruz parece cebarse la desdicha. Adquirido en Londres, en los años cuarenta, por el Estado español, al parecer con la intención de ser ofrecido como regalo personal de Franco a Hitler, este cuadro termina al cabo de los años allí donde fue adquirido con el dinero de los españoles. La transferencia de esta obra de Goya a manos del coleccionista Valdés constituye un enigma. El Estado español debe no sólo intentar con todos los medios legales a su alcance detener la subasta de dicha obra maestra de Goya, tal y como ya lo hizo con éxito respecto a los Rodríguez de Osona que se intentaron subastar en Christie's, sino, en caso de fracasar estas gestiones, acudir a la subasta e intentar recobrar onerosamente la dignidad puesta en entredicho.

La marquesa de Santa Cruz es una obra fechada por Goya en 1805 y representa el retrato de doña Joaquina Téllez-Girón y Alfonso Pimentel, hija de los condeduques de Benavente y marquesa consorte de Santa Cruz, cuando contaba 20 años. Constituye una pieza extraordinariamente interesante por reflejar el momento de transición de Goya respecto al modelo rococó de retrato hacia el nuevo tipo neoclásico que había inventado David. Es una obra que se inscribe en la línea pictórica de las majas, del Prado, y cuyos antecedentes pueden rastrearse en el Velázquez autor de La venus del espejo y Mercurio y Argos, así como también en los modelos de las venus venecianas.

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