El juez Lerga decreta prisión incondicional para Ruiz-Mateos, que ingresó en la prisión de Alcalá-Meco
El juez de delitos monetarios, Luis Lerga, dictó a primeras horas de la madrugada de hoy prisión incondicional para José María Ruiz-Mateos, fundador de Rumasa, ordenando su ingreso en la prisión de Alcalá-Meco, lo que se produjo a las 2.25 de la madrugada. Ruiz-Mateos había llegado a la Audiencia Nacional hacia las 11.30 de la noche del sábado, desde la base militar de Getafe, adonde llegó procedente de la RFA. En las instalaciones de la audiencia, el empresario apenas inició su declaración. A sugerencia del juez Lerga -que fue aceptada por el acusado-, y a causa del cansancio del financiero, la declaración fue suspendida hacia la 1.15.
A efectos judiciales, el juez ha procedido a levantar el auto de rebeldía que pesaba sobre Ruiz-Mateos. En consecuencia, ha quedado vigente el auto de procesamiento, dictado a principios de verano (le 1983, en el que se decretaba la prisión incondicional para el fundador de Rumasa, al mismo tiempo que se fijaba una fianza de responsabilidad civil subsidiaria de 100.000 millones de pesetas.Unas 300 personas se congregaron anoche en torno a las dos puertas principales de la Audiencia Nacional. Un número no determinado de lo que parecían ser antiguos empleados del hombre de negocios jerezano, mezclados con curiosos y clientes de un cercano night-club, profirieron gritos contra Miguel Boyer, el PSOE, y vivas a José María Ruiz-Mateos "todo un caballero". A la 1.55, al producirse la salida, algunos incondicionales de Ruiz-Mateos, de tendencia ultra, vivieron momentos de crisis nerviosa, mientras prorrumpían en gritos de "libertad, libertad".
Larga jornada
Así acababa una jornada que terininé con la larga ausencia de España -33 meses- de Ruiz-Mateos. Éste estaba convencido ayer por la mañana, mientras desayunaba con su nuevo abogado norteamericano, Arthur Teele, en su domicilio del número 15 de la calle Schweinfurter, de que aquél iba a ser un sábado relativamente tranquilo, dentro del cierto desasosiego que le producía la certeza de que era seguramente el último sábado que pasaba en Francfort. A las once de la mañana había hablado con el corresponsal de EL PAIS, ante quien se había manifestado relajado, quedando citados a las cinco de la tarde en el hotel Holiday Inn.Hacia las dos de la tarde, Ruiz-Mateos y el abogado Teele abandonaron su domicilio con la intención de dirigirse al mencionado hotel para almorzar. Un coche de la policía camuflado, discretamente aparcado cerca de la casa, puso en marcha el motor para seguir los pasos de ambos personajes. Cuando Teele y Ruiz-Mateos estaban a punto de entrar en el hotel, a las 2.30 de la tarde, dos coches de la policía les salieron al paso. Siete policias de uniforme, más dos secretas apeados del automóvil que había vigilado el trayecto del empresario, detuvieron a Ruiz-Mateos.
El empresario jerezano fue conducido al aeropuerto de Francfort, siendo recluido en una pequeña celda individual, de las utilizadas por la policía de fronteras para aislar a los extranjeros que van a ser extradidos. Sus abogados alemanes fueron cogidos por sorpresa. Norbert Wagener fue avisado con posterioridad, mientras que Eghon Geis no pudo ser localizado.
La detención de Ruiz-Mateos, calificada por el abogado Wagenere de "semiclandestina", se ha basado en una orden de la Oberlandesgericht o Audiencia Territorial de Francfort, firmado ayer mismo por los tres jueces del alto tribunal, los magistrados Oechsler, Hoecketstaller y Jakubski.
El texto, muy corto, señala que "al haber decidido el Gobierno alemán ejecutar la extradición a España de José María Ruiz-Mateos, vuelve a haber peligro de huida, pese a los 10 millones de marcos -más de 600 millones de pesetas- de fianza exigidos en su día, por lo cual se ordena su detención inmediata. La audiencia decidirá el destino de dicha fianza". Para el abogado Wagener, "es absolutamente insólito que tres juedes de esta categoría se reúnan un sábado, fuera de horario, para firmar una orden de este tipo".
Maniobras en la oscuridad
En España, todo cambió cuando se supo de la detención de Ruiz-Mateos. En un principio se afirmó que esta detención se producía para evitar "maniobras de última hora, con la posibilidad, siempre presente, de un intento de huida del financiero", pero que las previsiones de que la extradición se produjese a partir del próximo miércoles, continuaban. A primera hora de la tarde, fuentes cercanas a la Administración, al Juzgado de Delitos Monetarios, a la familia del fundador de Rumasa e incluso a sus abogados daban ya por segura la llegada a España de Ruiz-Mateos. Los planes habían variado insospechadamente.Durante toda la tarde se anunció la llegada del empresario a Barajas en el vuelo regular de Iberia 917, a las 10.55 de la noche. José María Ruiz-Mateos, su hija Paloma y su abogado Arthur Teele figuraban en la lista de viajeros, según la agencia Europa Press. Sin embargo, según pudo comprobar este periódico, realmente sólo figuraban Paloma y Teele.
Paralelamente a estos hechos, su nuevo abogado, Ramón Pelayo, nombraba defensores penalistas del financiero a Adolfo de Miguel (defensor de varios golpistas del 23-F), Antonio Ferrer Sama (defensor de Jarabo) y su hijo Julio Ferrer. Antes había hecho un último intento para que Horacio Oliva, del grupo inicial de defensores dirigido por Matías Cortés, volviese a coger la causa penal "por razones humanitarias".
Alrededor de las siete de la tarde llegaba a.Barajas Ramón Pelayo, abogado del financiero. Poco más tarde se incorporaban al aeropuerto los nuevos penalistas, Adolfo de Miguel, Antonio Ferrer y Julio Ferrer. Casi a las 9.30 de la noche abandonaban inesperadamente el aeropuerto y se dirigían a la Audiencia Nacional. A la núsina hora abandonaba el chalé de Somosaguas la mujer de Ruiz-Mateos, Teresa Rivero, que desde un primer momento anunció que no acudiría a Barajas a recibirle.
La estratagema pactada de Getafe
A las 23.10 de la pasada noche, José María Ruiz-Mateos aterrizaba en el aeropuerto militar de Getafe. Poco antes, una comitiva compuesta por cinco vehículos de paisano de la policía, uno de los cuales iba ocupado por el jefe de seguridad de la Audiencia Nacional, Ramón Lillo, que según confesó se encontraba "muy nervioso", traspasaba la verja del recinto militar de Getafe. El mismo nerviosismo del funcionario pareció transmitirse a los miembros del cuerpo de guardia del aeropuerto, uno de los cuales había enmudecido poco antes cuando dos redactores de EL PAIS le habían preguntado a qué hora aterrizaba Ruiz-Mateos.La brusca llegada de los vehículos de la policía fue el signo inequívoco de que la estratagema pactada entre los Gobiernos de Bonn y Madrid, consistente en alejar en la medida de lo posible al empresario jerezano del tumulto informativo, había funcionado. La agencia oficial Efe había anunciado que Ruiz-Mateos llegaría a Madrid en el vuelo regular de Iberia que saldría de Francfort a las 20.25 y debía llegar a Barajas a las 22.55. La comprobación de que el fundador de Rumasa no se encontraba a bordo del aparato en el momento del despegue originó un intento de motín por parte de los numerosos periodistas embarcados con la intención de hablar con el extradido y que querían volver a tierra. Por si fuera poco, una amenaza de bomba retrasó la salida del avión.
Ruiz-Mateos aterrizaba en España, a los 33 meses de su huida, utilizando el aeropuerto de las emergencias. De Getafe partió la ayuda española hacia México -aquel día no existía nerviosismo-, pero también por ese aeropuerto llegaron a España los tres etarras extradidos por Francia en septiembre de 1984.
Aproximadamente a las 23.12 los cinco vehículos policiales salían de Getafe a gran velocidad. En el segundo de los automóviles, un 131 metalizado, se encontraba José María Ruiz-Mateos enfundado en un abrigo marrón -la misma imagen de siempre- y flanqueado por los dos inspectores de la Interpol madrileña que se desplazaron ayer a Francfort.
El trayecto entre la base aérea militar de Getafe y la Audiencia Nacional, auténtica carrera de obstáculos, se hizo a toda velocidad, hasta el extremo de que a las 23.25 el vehículo que conducia a Ruiz-Mateos entraba en los sótanos de la Audiencia Nacional.
Estas páginas han sido realizadas por los redactores literarios , Manuel Navarro, Jesús Cacho, Pedro Cases, Rosa Cullel, Javier Valenzuela y José Yoldi, y los redactores gráficos Manuel Escalera, Ricardo Gutiérrez y Bernardo Pérez.
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