De "éste es mi Gobierno" a "el Gobierno me quiere asesinar"
Primera parte: "Yo no estoy en lucha contra el Gobierno, porque es mi Gobierno, el de todos. Estoy absolutamente convencido de que Rumasa hubiese continuado funcionando normalmente si no hubiera habido expropiación. Me quedo frío, atónito, aturdido, no sé nada, no entiendo nada, no conozco nada; ni sé el móvil, ni sé lo que se persigue con ello, ni cuáles son los fines". Segunda parte: "Temo ser asesinado por el Gobierno español. Mis temores se basan en las evidencias que recibo continuamente de honrados ciudadanos en llamadas telefónicas desde España. Desgraciadamente, en las cárceles españolas muere mucha gente".
Son dos declaraciones de José María Ruiz-Mateos. La primera, realizada en exclusiva a este periódico el 27 de febrero de 1983, es decir, cinco días después de la expropiación de Rumasa, en su chalé de Somosaguas. La segunda, el pasado 6 de noviembre delante M Tribunal Administrativo de Wiesbaden, en el momento en el que este organismo de la Justicia alemana decidia -negativamente- la petición de asilo político en la República Federal de Alemania. Entre ambas media un larguísimo proceso de declaraciones en el que el financiero jerezano fue extremando sus palabras y acusando de su destino a las más diversas instituciones y personas.En el mes de agosto pasado, el fundador de Rumasa recibía en su casa de Francflart a un redactor de EL PAIS. En aquella ocasión Ruiz-Mateos hizo unas declaraciones en las que repetía una y otra vez una nueva obsesión: le estaban intentando hacer pasar por loco. El financiero afirmó que estaba "en la trinchera (hablando con periodistas) de 12 a 14 horas diarias". Contaba su verdad a través de la Prensa, una página acá, una cuña allá, un espacio en la radio. Su constante ha sido siempre recuperar Rumasa y hacérselo pagar caro a quienes considera "autores del crimen" de la expropiación del holding, los Vallses como él los ha llamado: Luis Valls, presidente del Banco Popular; Rafael Termes, presidente de la Asociación Española de Banca Privada; su abogado -entonces- Crispín de Vicente y muchos más. "Más pronto o más tarde lo pagarán. La vida es muy larga y lo conseguiré". Además insiste que en el caso de que no pueda terminar su obra, la continuarán sus hijos.
"Mis hijos seguirán"
"Yo voy a recuperar Rumasa y lo que me han robado, y si no puedo porque me matan, emplazo a mis hijos, y tengo 13, para que sigan con el caso hasta que se sepa la verdad", decía. Y continuó: "No descarto la posibilidad de que me maten. Tengo un margen grande de probabilidades de que ocurra". Pero incluso ese caso también está previsto: "Tengo documentos comprometidos en manos de mi familia y de amigos íntimos para que en el caso de que me pase algo, los saquen. Mi verdad no está dicha toda. Estos documentos aclaratorios de la expropiación crearían gran confusión en el país".Ruiz-Mateos señalaba que en el caso de Rumasa sucede lo mismo que en el del golpe de estado del 23-F, que "la gente no sabe qué ha ocurrido". "Yo ya lo tengo todo recompuesto como es lógico, y cuando lo explique la gente dirá que estoy loco. Pero no estoy loco. La conspiración en la que ocurre la expropiación de Rumasa va persiguiendo un objetivo de otra naturaleza, no sólo la desaparición de Rumasa. Eso lleva después al desprestigio y descrédito del Gobierno. Eso es lógico y normal, porque ¿qué tienen los Vallses de socialistas? Es un plan rocambolesco y genial y está en pleno desarrollo. Es la reprivatización que ha sido escandalosa y un abuso. Cuanto más grande sea el déficit en la reprivatización de Rumasa, más se volverá contra el Gobierno".
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