_
_
_
_
"CUMBRE" EN GINEBRA

Gorbachov afirma que desea "interrumpir la carrera armamentista y asegurar la paz"

Pilar Bonet

Mijail Gorbachov y la delegación oficial soviética, dirigida por el ministro de Asuntos Exteriores, Edvard Shevardnadze, llegaron ayer a Ginebra, en la víspera del encuentro entre el máximo dirigente de la Unión Soviética y el presidente norteamericano, Ronald Reagan. La primera sesión, de la que son anfitriones los norteamericanos, comienza a las diez de la mañana de hoy en el palacete Fleur d'Eau, en la ribera norte del lago Leman. Mijail Gorbachov acude a la ciudad suiza con el propósito de "interrumpir la carrera armamentista sin precedentes en el mundo y su extensión a nuevas esferas, liberar a la humanidad de la amenaza de la guerra nuclear y asegurar la paz y la continuación de la cooperación pacífica entre los pueblos".

Más información
Las primeras damas compiten en imagen

Los portavoces oficiales soviéticos no facilitaron ayer nuevos datos que pudieran esclarecer cuál va a ser el grado de acercamiento entre las dos superpotencias durante las conversaciones de sus máximos dirigentes, hoy y mañana. Tanto Reagan como Gorbachov abandonarán Ginebra el jueves, el primero a las dos de la tarde, y el segundo, a mediodía, según las previsiones. "Ambos dirigentes determinarán el desarrollo y el contenido de su encuentro", manifestó el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores soviético, Vladimir Lomeiko, en una conferencia de prensa cuya protagonista fue la emigrante soviética de origen judío Irina Grivnina. Tras un violento alboroto, Lomeiko abandonó la sala de Prensa poniendo al público ante una disyuntiva: "Esta mujer está furiosa. O ella o yo".El avión de Aeroflot que trasladó a Gorbachov desde Moscú a Ginebra aterrizó en el aeropuerto de esta ciudad, prácticamente tomado por la policía con carros de combate, jeeps y francotiradores. Eran las 11.45 horas. Gorbachov descendió las escalerillas acompañado de su esposa, Raisa, que se apoyaba en un brazo del dirigente y caminaba un poco más atrás que él. Raisa llevaba un abrigo gris amplio, con grandes pliegues y cuello de piel a juego con un gorro del mismo color ligeramente ladeado sobre la cabeza.

En el aeropuerto estaba el presidente de la Confederación Helvética, Kurt Furgler, y una compañía de la guardia que rindió honores. Gorbachov leyó una breve alocución en la que, tras elogiar el estatuto de neutralidad permanente de los suizos, señaló que, durante sus entrevistas con Reagan, se discutirán "cuestiones de la máxima importancia, cuya solución determinará en gran medida el desarrollo de los asuntos internacionales en general". En una alusión a la Iniciativa de Defensa Estratégica norteamericana (SDI), Gorbachov manifestó que la tarea prioritaria es "interrumpir la carrera armamentista sin precedentes en el mundo y su extensión a nuevas esferas, liberar a la humanidad de la amenaza de guerra nuclear y asegurar la paz y la continuación de la cooperación fructífera entre los pueblos".

Reiterando las intenciones ya expresadas anteriormente, Gorbachov dijo que por parte soviética se buscará un resultado "positivo" de la cumbre. Desde Moscú, el periódico Pravda, órgano del partido comunista, advertía ayer que no se ha de contar con "concesiones unilaterales". soviéticas en Ginebra, y reprochaba a los norteamericanos el no haber recorrido la "mitad del camino" que les corresponde en la vía hacia el compromiso.

Agasajo en Le Reposoir

Gorbachov daba la impresión de no estar en plena forma física, ya que en dos ocasiones sacó un pañuelo del bolsillo de su abrigo mientras se encontraba en el aeropuerto para sonarse enérgicamente la nariz.

Tanto los Reagan como los Gorbachov fueron recibidos en Le Reposoir, un palacio particular construído a mediados del siglo XVII para un militar genovés, donde el presidente Furgler y su esposa agasajaron a sus huéspedes, tras una ceremonia en el exterior, donde una banda militar tocó los himnos de ambas superpotencias, en ceremonias idénticas que se desarrollaron la una a continuación de la otra y sin que Reagarí y Gorbachov llegaran a encontrarse. Reagan llevaba un abrigo oscuro y una bufanda amarilla, y Nancy, su esposa, vestía un abrigo de armiño y botines. Gorbachov, que llevaba el mismo abrigo gris con bufanda a cuadros a juego con los que descendió del avión, se peinó al entrar en el palacio y metió el peine en el bolsillo trasero del pantalón. Tanto él como su esposa dieron muestras de impaciencia a¡ firmar en el libro de honor. Al parecer, Gorbachov no lograba entender muy bien donde debía firmar. Cuando Raisa, vestida con una blusa lila de seda y sin quitarse el gorro, escribió su firma, alguien comentó que era "más breve" que la de su marido, a lo que respondió con una pequeña carcajada.

Por otra parte, Vladimir Lomeiko interrumpió casi en su inicio la conferencia de prensa de ayer, por un alboroto provocado por Irina, Grivnina, a quien un policía suizo había pedido que abandonara la sala. Grivnina, que representa a la revista derechista holandesa Elseviers, había sido advertida de que perdería su acreditación si no se comportaba adecuadamente. En el aeropuerto, al llegar Gorbachov, Grivnina, desde la tribuna de Prensa, increpó al líder soviético gritándole: "Si es verdad que está a favor de la paz, ¿por qué no deja salir al premio Nobel de la Paz, Andrei Sajarov?".

Lomeiko acusó a Grivnina de utilizar cosas importantes para la humanidad para sus propios fines personales y de querer sabotear la conferencia de prensa, que finalmente quedó reducida a unos 10 minutos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_