Las primeras damas compiten en imagen
Raisa Gorbachov, la cuarta estrella de la cumbre, llegó ayer a Ginebra desplegando la elegancia, no chic, que le atribuye la Prensa occidental, y dispuesta a servir, al igual que Nancy Reagan en el lado norteamericano, a los designios de los expertos de las relaciones públicas de los dos países. Todo parecería separar a estas dos mujeres que, como sus respectivos maridos, no tienen nada en común. Nancy, una ex actriz de 62 años, hija única de un eminente cirujano de Chicago, es y actúa como una mujer de la jet society. Raisa, de unos 50 años (su edad exacta no es conocida), tiene un doctorado en Filosofía por la universidad de Moscú, ha ocupado cargos regionales en el Partido Comunista y ha dado clases de marxismo-leninismo en la universidad de la capital de la URSS.Sin embargo, ambas poseen una fuerte personalidad, cultivan su imagen e influyen poderosamente sobre sus maridos. Sobre todo Nancy Reagan, que ha decidido, según sus íntimos, que el presidente pase a la historia como un hombre de paz, lavando en sus últimos años de mandato su imagen de belicoso cruzado anticomunista.
Las dos primeras damas se reunirán hoy y mañana, en sus respectivas residencias, para mantener su cumbre particular alrededor de unas tazas de té; el miércoles asistirán a la colocación de la primera piedra de un museo de la Cruz Roja. El resto de sus actividades es por separado, y Nancy Reagan visitará una granja de rehabilitación de drogadictos. El tema de la droga es la principal preocupación de la primera dama estadounidense. Raisa recorrerá también una granja -su marido hizo su carrera como experto en agricultura- y beberá un vaso de vino con un auténtico campesino suizo.
Raisa bajó ayer del Ilyushin de Aeroflot dando el brazo al secretario general del Partido Comunista de la URSS, con abrigo gris de paño, cuello de piel marrón y un sombrero también de piel del mismo color. Todo ello obra, según periodistas soviéticos, de la casa de modas moscovita Dom Modieli. La Prensa especializada en estas cuestiones perseguirá estos días a la esposa del líder del Kremlin por si se le ocurre visitar una famosa joyería para poder inmortalizar el momento en el que pague con una tarjeta de crédito capitalista, como hizo en Londres tras comprar unos pendientes.
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