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CRISIS EN ITALIA

La noche en que Craxi dijo que no a Reagan

Juan Arias

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La crisis política que estalló ayer en Italia se gestó en la noche del jueves al viernes de la semana pasada, cuando los aviones de la fuerza aérea norteamericana interceptaron al vuelo el Boeing 737 egipcio que llevaba a bordo a los cuatro miembros del comando secuestrador del trasatlántico Achille Lauro y al líder del Frente de Liberación de Palestina (FLP), Abu Abbas.El dimisionario ministro de Defensa, el republicano Giovarini Spadolini, ha querido subrayar que su polémica con el presidente del Gobierno, el socialista Bettino Craxi, y con el ministro de Asuntos Exteriores, el democristiano Giulio Andreotti, arranca de aquellas horas, cuando estos últimos decidieron enfrentarse con el presidente norteamericano, Ronald Reagan, al negarse a que los piratas y el dirigente palestino fuesen llevados a Estados Unidos.

La historia empezó cuando el Gobierno de El Cairo fue informado de que el Boeing 737 estaba cambiando de ruta y se dirigía hacia Italia, sin saber aún lo que estaba pasando a bordo. El presidente egipcio Hosni Mubarak, telefoneó al Gobierno italiano para pedirle que autorizase el aterrizaje del aparato en el aeropuerto militar de Ciampino, en Roma, detalle éste que hasta ayer se desconocía.

Casi en el mismo instante, el presidente del Gobierno italiano, Bettino Craxi, que estaba ya en pijama, recibió una llamada telefónica de la Casa Blanca. Al aparato, se puso un intérprete italiano que fue traduciendo las palabras de Reagan, quien anunció a Craxi que un avion egipcio escoltado por cuatro cazas norteamericanos, que "con toda probabilidad" llevaba a bordo a los secuestradores del Achille Lauro, estaba a punto de llegar a la base de la OTAN en Sigonella (Sicilia) y pedía autorización para aterrizar.

Craxi, que no sabía nada de lo que estaba ocurriendo, tuvo que pedir a Reagan que le explicase mejor lo que pasaba y se dió cuenta de que, más que pedirle un permiso, lo que estaba haciendo el presidente norteamericano era informarle de lo que había decidido ya. El Ministerio de Defensa, por su parte, dió el permiso cuando el comandante del Boeing informó de que no tenía combustible para continuar vuelo.

Aviones no esperados

En la pantalla de radar aparecieron el Boeing y los cuatro cazas norteamericanos que lo escoltaban. Pero estos se esfumaron en el momento del aterrizaje, mientras se presentaban inadvertidamente en el aeropuerto dos aviones norteamericanos de transporte, abarrotados de soldados.

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En Sigonella la tensión es grande. Cincuenta carabineros italianos rodearon el avión. De los aparatos norteamericanos salieron numerosos soldados que rodearon a los carabineros y al avión. Surgió un altercado entre los militares norteamericanos 9 italianos, porque los primeros querían apoderarse de los ocupantes del aparato. Craxi, que mientras tanto había puesto ya en movimiento a todos sus consejeros políticos y militares, recibió a las tres de la madrugada una nueva llamada de Reagan, quien le pidió entonces autorización para llevarse a los secuestradores y a Abu Abbas. El jefe del Gobierno italiano se negó.

La conversación fue larga, de casi dos horas. Craxi estaba ya al corriente de todo lo que ocurría y esta vez fue Reagan quien le escuchó con atención cuando le expuso las razones italianas para no permitir que los pasajeros del avión dejasen el territorio italiano. Reagan se despidió con una advertencia: "Nosotros pediremos, sin embargo, la extradición". Se desencadenaba la guerra entre Washington y Roma. Y Spadolini se enfrentaba con Craxi y Andreotti.

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