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Un aspecto económico nada despreciable

La importancia del dinero comprometido y el carácter incierto de los resultados de la SDI sugieren la sospecha de que el proyecto podría haber sido inspirado por consideraciones puramente económicas, como es la necesidad de que la tecnología de punta siga desarrollándose en EE UU bajo el amparo seguro de los presupuestos del Estado y de que toda su justificacíón estratégica no es más que la sordina destinada a acallar las crecientes protestas contra el déficit público.Pero John Steinbruner, uno de los críticos destacados del proyecto de Reagan, no opina así: "El déficit público estadounidense no presenta problemas porque los capitales extranjeros siguen acudiendo a financiarlo. Por otra parte, la importancia económica de la SDI sólo se dejará ver a medio plazo". Steinbruner sostiene, en cambio, que el proyecto es el resultado de una "hábil maniobra de política interna; pretende, si se quiere, contrarrestar la oposición creciente, entre las gentes situadas en el centro y en la izquierda del espectro, a la política de seguridad de Ronald Reagan, a su desprecio por el control de armamentos".

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No obstante, cabe señalar que las empresas que han conseguido contratos significativos sobre los 800 millones de dólares (136.000 millones de pesetas), ya distribuidos por la organización de la SDI, son entusiastas declaradas del proyecto. Grandes firmas como Westinghouse (con unos 11 millones de dólares contratados y la esperanza de Regar a los 80 millones para finales de año), RockweIl Intemational (35 millones de dólares), TRW (100 millones de dólares) o McDonnell Douglas (que no facilitó información sobre el valor de sus contratos) son las primeras en asegurar que la defensa antimisiles es posible "incluso en un plazo de 10 años" y en reconocer que, si bien sus contratos actuales no son excesivamente importantes, lo serán cuando el proyecto pase a las fases de desarrollo y despliegue.

En el laboratorio Lawrence Livermor (70 millones de dólares de la SDI), financiaciado casi exclusivamente por los departamentos de Defensa y Energía y donde se reconoce que el nuevo programa está haciendo la competencia a otros proyectos civiles, el optimismo es mucho más tenue, incluso en los aspectos estratégicos.

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