El Gobierno de Bonn se resiente de la inacabable saga
El nuevo escándalo de espionaje que estalló a principios de esta semana en Bonn ha supuesto un nuevo golpe a la imagen del Gobierno del canciller federal, Helmut Koffi, además de situar a los servicios secretos del país en una situación rayana en el ridículo.
Herbert y Herta Astrid Willner, un matrimonio de espías excelentemente situados en los medios oficiales de Bonn -él, como funcionario de la Fundación Friedrich Neumann, afín al Partido Liberal, y ella, nada menos que como secretaria en la Cancillería-, decidieron interrumpir sus vacaciones en España, en la localidad de Estartit, y huir a la República Democrática Alemana (RDA). Su motivo fue "el temor a una detención por un delito contra la seguridad de la República Federal de Alemania (RFA)", según explicaron en cartas enviadas a sus respectivos trabajos, Cancillería y Fundación. En un alarde de formalismo, añadían que rescindían sus contratos laborales.
Aún se especula si su huida se debió a que fueron avisados por Berlín Este de que estaban siendo sometidos a vigilancia en la RFA o a un monumental titular del diario sensacionalista Bild del día 27 de agosto, que anunciaba "Una espía, con Kohl". El titular carecía por entonces de todo fundamento, pero en Bonn se estima que pudo desencadenar una reacción de pánico en los Willner al creerse descubiertos. No obstante, la versión más probable es que fueron avisados por la central en la RDA, informada de que se estaba sobre los pasos de los Willner por Hans Joachim Tiedge jefe del contraespionaje de la Oficina Federal para la Proteccion de la Constitución, que se fugó a la RDA el pasado 19 de agosto.
El ministro del Interior, Friedrich Zimmermann, vuelve a en frentarse ahora, como ya sucedió tras la huida de Tiedge, con la solicitud de dimisión. La oposición le acusa de grave negligencia y de ser un auténtico peligro para la seguridad interior del Estado. El ministro no se da por aludido, y es muy improbable que el canciller Helmut Koffl le destituya ahora.
En agosto desaparecieron, además de otras dos secretarias de Bonn, Sonia Luneburg y Crsula Ricliter. Se descubrió después que Luneburg vivía en la RFA bajo nombre falso y trabajaba para el Comité Estatal de Seguridad (KGB). Úrsula Richter era, según todos los indicios, otra de las muchas secretarias que el célebre departamento de seguridad del Estado de la RDA, el STASI, logró captar como agente en la capital alemana occidental.
En cuanto a la captación de agentes masculinos no adiestrados en la RDA, el caso de Franz Arthur Roski, condenado la pasada semana a cinco años de prisión, resulta paradigmático. Siendo estudiante conoció durante un viaje a la RDA a un joven interesado en cambiar marcos occidentales. Se hicieron amigos y comenzó a escribir informes sobre el ambiente político en su universidad, en Bochum, por 200 marcos. Su amigo se mostró muy interesado y le pidió informes sobre personalidades. Roski se sintió satisfecho con el dinero y orgulloso por poder pertenecer a una comunidad de elegidos que disponía de secretos políticos.
Para entonces ya sabía que estaba trabajando para el STASI. El pasado año fue denunciado por, su mujer, que, al convertirse a los testigos de Jehová llegó a la conclusión de que su marido "trabajaba para el mal".
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