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Reportaje:La insólita oferta cultural de los viajes organizados para extranjeros

Madrid, a través del cristal

Andrés Fernández Rubio

Madrid aparece, desde los cristales muy limpios de un autobús con aire acondicionado, no » "deslumbrante pero sí muy agradable". Esta es la impresión de unos italianos de Turín que el pasado miércoles pagaron a una agencia de viajes para disfrutar de un recorrido titulado Madrid panorámico. Ese mismo día por la mañana habían realizado otra excursión, Madrid artístico, en la que visitaron el Palacio Real y el Museo del Prado. Entre otras muchas cosas estos turistas se enteraron de que en Madrid el sol brilla unas 2.800 horas al año, y de que sí se uniesen todos los tapices del Patrimonio Nacional el resultado mediría 15 kilómetros.El recorrido del tour llamado Madrid artístico comprende sólo el Palacio Real y el Museo del Prado. Por 2.100 pesetas el turista tiene asegurados el autobús, los guías, las entradas y los comentarios. "Yo ya supongo que lo que me van a enseñar y a decir será muy convencional", afirma una puertorriqueña de 65 años, "pero en este tipo de excursiones te lo dan todo hecho y eso es importante. Sería complicado y enojoso organizarme por mí misma". Esta opinión podría atribuirse a la mayoría de los extranjeros -los españoles son muy pocos- que acuden a una agencia para que les enseñen una visión ,pintoresca de la ciudad, artística y panorámica. "De lo que vea en las rutas", añade la mujer ' "luego yo seleccionaré lo que está más de acuerdo con mis intereses para hacer un recorrido con detenimiento y por mi cuenta".

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La agencia organizadora distribuye en dos autobuses que acaban casi Henos a las personas que hablan inglés y a las demás, aunque si varias lo requieren se les asigna un guía en su idioma, particular. Luego, ya en la visita al Palacio Real, tres guías se expresan en castellano, inglés o italiano, para distintos grupos que aceptan la fórmula protocolaria y suben al vehículo y bajan de él, guardan cola, visitan estancias y escuchan historias en silencio y con total conformidad.

De esta forma, entre la marea de nombres de reyes y de príncipes, pueden llegar a saber, por ejemplo, que en la sala de alabarderos del Palacio se repelió un intento de asesinato a Isabel II, o que la reina doña Sofía a veces toma café tras las comidas oficiales en la sala china decorada por Gasparini.

La guía que habla en castellano aporta con voz modulada y precisa datos históricos aderezados con anécdotas cuyo propósito es causar pasmo al excursionista medio. A veces se sirve de los tópicos y otras roza la cursilería. Advierte a los visitantes que "el salón del trono será la tarta para esta visita de la mañana", señala cómo en la fuente de cristal de una lámpara "parece que el agua estuviese surgiendo de verdad", y levanta murmullos de admiración al descubrir que los destellos que se ven en un reloj son producto de "varios miles de diamantes que están incrustados en la esfera".

A media mañana la entrada Goya del Museo del Prado es un hervidero de grupos y excursionistas que invaden las salas ordenadamente. El guía de los italianos para el Madrid artístico les explica entre grandes adjetivos que en la época de El jardín de las delicias "no era el petróleo, como ahora, lo que movía el mundo, sino la donna". Y pasa a mostrarles las mujeres pecadoras del cuadro de El Bosco. El guía de los anglófonos es el más protocolario y circunspecto, y la que habla en castellano, tras una visita rápida a las salas de El Greco y Velázquez, se ocupa de Goya con especial atención. Señala que las majas se encuentran bajo la. influencia de las leyendas, y aprovecha, desde la base de la conjetura, para contarlas todas. Más tarde, viendo las pinturas negras, resalta continuamente la "mente retorcida" y la dosis de "locura" del artista al pintar estas obras, en su tono se advierte el intento de avisar al excursionista medio, que viene de la seguridad burguesa a la seguridad de un tour organizado, sobre el desasosiego, ajeno y lejano, en el que se mueven los genios.

'Rompeolas de las Españas'

Por la tarde, muchos de los integrantes de la visita al Madrid artístico repiten en el Madrid panorámico, "un recorrido en autocar a través de los puntos más interesantes de la ciudad", en palabras del guía. Por 1.400 pesetas se ofrece, con parada para ver el Guernica de Picasso, un viaje de dos horas en el que las visiones de Madrid a través de un cristal pierden la espontaneidad del descubrimiento fortuito y ganan por la idea de conjunto que sobresale de calles y monumentos. El guía destaca el carácter abierto de la ciudad, "rompeolas de todas las Españas en la que nadie es forastero", y los viajeros asisten al espectáculo desde la receptividad más pasiva. La rutina del tour sólo se acaba cuando el guía recuerda que en el estadio Santiago Bernabéu jugaron los equipos de la República Federal de Alemania e Italia la final del campeonato mundial de fútbol de 11982. Antes de decir quién fue el ganador el grupo de italianos ya está aplaudiendo frenéticamente, mientras una señora turinesa grita: "Bravi, italiani".

El recorrido se desarrolla con absoluta normalidad. El autobús sale de la plaza de Oriente y se dirige a la Ciudad Universitaria, "el confin noroeste de la ciudad", según el guía, un hombre de edad, socarrón y castizo, que muestra el Teatro de La Latina, "donde actúa una muy buena actriz, Lina Morgan", y ofrece informaciones sobre la ciudad como el número de parques, la buena calidad del agua y la diversión asegurada de las verbenas. Datos como el de que el equilibrio de la estatua de Felipe IV en la Plaza de, Oriente fue calculado por Galileo dan sustancia a las referencias históricas, que incluyen a Carlos III, quien imprimió a Madrid "empaque y prestancia de capital del reino". El tour, después de la Ciudad Universitaria, recorre la Casa de Campo, visita el Madrid de los Austrias y el centro, y enfila por la calle de Alcalá hasta la plaza de toros de Las Ventas, donde el guía muestra la estatua dedicada al doctor Fleming, "una de las primeras, en agradecimiento de los toreros al descubridor de la penicilina". El autobús se dirige luego al Paseo de la Castellana a la altura del estadio, y lo recorre en dirección a la fuente de La Cibeles, "el símbolo de Madrid", según el guía.

Cuando el vehículo, que se ha detenido en la zona comercial para dejar a varios pasajeros, llega al punto de partida, la señora turinesa se refiere muy elogiosamente a la ciudad, al tiempo que un señor de Pontevedra le dice: "Madrid, claro que sí".

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