El cura y el alcalde de Jaraba ocultan el paradero del Goya hallado en una ermita

El cuadro del pintor Francisco de Goya titulado Alegoría de San Luis Gonzaga, descubierto por dos expertos en una ermita de la localidad zaragozana de Jaraba, permanece guardado en un lugar que sólo conocen el cura párroco, un concejal del Ayuntamiento y el alcalde de la localidad. La iglesia y el Ayuntamiento de Jaraba se han comprometido a buscar una solución sobre la titularidad y destino final del lienzo, por la vía del diálogo. Ambas instituciones coinciden en que el cuadro es de la ermita donde fue hallado, pero las discrepancias pueden surgir a la hora de concretar la propiedad de dicho santuario.

El alcalde de Jaraba, Jesús Escolana Monje, del Partido Aragonés Regionalista, manifestó ayer a este periódico que cuando hace unos dos meses el profesor José Rogelio Buendía, uno de los descubridores del cuadro, junto con José Manuel Arnaiz, les confirmó el hallazgo del Goya, subieron a la ermita él, un concejal y el párroco."Decidimos guardarlo en un lugar seguro, pues donde estaba no reunía condiciones. Somos los únicos que conocemos su paradero. El pueblo se enteró porque salió la noticia en la revista Antiquaria, editada en Madrid, donde los dos expertos publicaron un trabajo, y luego se difundió por otros medios de comunicación. Pensábamos comunicárselo a los vecinos una vez se hubiera resuelto todo y decidido el lugar definitivo de la instalación del cuadro".

Pasadizo oscuro

Jaraba tiene 364 habitantes y dista unos 120 kilómetros de Zaragoza. El cuadro de Francisco de Goya fue encontrado en un pasadizo oscuro de la ermita de Nuestra Señora de Jaraba, situada en el barranco de la Oceca, en un lugar escarpado y hasta hace poco casi inaccesible, hasta que el Ayuntamiento trazó un camino. Últimamente, en la casa anexa a la ermita no vivía nadie, por lo que las medidas de seguridad eran mínimas.La historia de la ermita, cuya imagen se venera en toda la comarca, es paralela a la de Jaraba y a la aparición de sus aguas termales. Hay tres balnearios cuyas aguas tienen propiedad curativa, que en un principio se atribuyó a la intervención milagrosa de la Virgen, por lo que se llamaron aguas de Nuestra Señora de Jaraba. La tradición asegura que la Virgen se apareció a principios del siglo XII, en el reinado de Alfonso I de Aragón, que mandó construir una ermita. El santuario, que debió pertenecer a un patronato o cofradía, no figura registrado en documento alguno y no hay títulos de propiedad, según el párroco Luis Zardoya.

Tanto el obispo de Tarazona, a cuya diócesis pertenece Jaraba, como el Ayuntamiento de la localidad, aseguran que el tema de la propiedad del cuadro se decidirá por la vía del diálogo, sin llegar a enfrentamientos. El obispo de Tarazona, Ramón Búa Otero, manifestó ayer a este periódico: "El cuadro es de la ermita. No está clara la propiedad de la ermita, si es del Ayuntamiento o del Arzobispado, aunque en realidad es de toda la comarca, que profesa una gran veneración a la virgen".

Cuadro en perfecto estado

El obispo, que el jueves estuvo en la localidad, aunque no vio el cuadro -"no sé dónde está ni quise verlo"-, cree que habrá que buscar una caja fuerte para guardarlo hasta que se decida su colocación definitiva. "Habrá que investigar para qué fue pintado y parece claro que para que estuviera en un lugar destinado al culto. El mejor destino debería ser la ermita. El que vaya o no a un museo dependerá de las cláusulas, pero es un tema que no hemos tratado".El cuadro, que se cree fue pintado por Goya entre 1763 y 1766, se encuentra perfectamente conservado y su primitivo destino fue la iglesia de Santa María de Calatayud y, a raíz de la desamortización de Mendizábal, fue trasladado a la ermita de Jaraba.

Los descubridores dicen que el cuadro representa la consagración de San Luis Gonzaga como patrono de la juventud por el papa Luna, Benedicto XIII. Algunos expertos han observado "un gazapo" histórico que hace dudar de su autenticidad: el papa Luna vivió en el siglo XIV, varios siglos antes de san Luis Gonzaga, por lo que no pudo asistir a la ceremonia que refleja el lienzo.