El Combate por la democracia en Chile
La unidad de los demócratas es una condición necesaria para acabar con la dictadura, asegura el autor de este artículo, que hace seis propuestas para recuperar la democracia en Chile. Destaca la movilización social como principal medio para aislar al régimen autoritario de la sociedad civil y provocar su ruptura.
Existe un amplio acuerdo respecto a los supuestos básicos para la recuperación democrática. Ésto s son los siguientes:1. La lucha contra la dictadura.
2. La caracterización de la dictadura como una contrarrevolución autoritaria y neoliberal nos coloca en una actitud firmemente antagónica frente al régimen, y, como tal, más concretamente, en la disidencia, esto es, la oposición desde fuera del sistema.
3. La puesta en práctica de un, estilo no violento y persuasivo en el cual el sacrificio y el sufrimiento constituyen la trama fundamental en que se sostiene la desobediencia civil y la acción contra toda s las formas de opresión que emplea el actual Gobierno.
4. Que la conquista de la nueva democracia es una lucha de todo el pueblo, el cual debe movilizarse para terminar con la dictadura.
5. Que para terminar con la dictadura, transitar hacia la democracia y lograr su consolidación se requieren acuerdos y alianzas con las fuerzas no totalitarias.
6. Que además de una alianza política de gobierno se requiere un pacto social para sostener y profundizar la democracia.
En breve, se trata de obtener la unidad de las fuerzas políticas (la sociedad política) con el fin de terminar con la dictadura e iniciar el proceso de consolidación democrática. Asimismo, se requiere que el pueblo organizado (la sociedad civil) se fortalezca y movilice desde su propia base social para consolidar desde ahora una democracia social.
La unidad de los demócratas es una condición necesaria para terminar con la dictadura. La formación de la Alianza Democrática provino de un convencimiento profundo de las fuerzas que la integran acerca del valor sustancial de la democracia. Este conglomerado constituye la coalición más amplia que se haya formado en el país. El trabajo conjunto ha creado lealtades y un espíritu unitario que se refleja en el pacto constitucional, en el acuerdo económicosocial y en pronunciamientos y aclaraciones que permanentemente ha emitido.
La movilización social
La movilización social contribuye significativamente al aislamiento del régimen autoritario de la sociedad civil, y es esto lo que, junto a otros factores, provoca la ruptura del régimen y su cambio. Por tanto, la movilización es un instrumento que sirve al objetivo de aislar la dictadura de la sociedad. Desde esta perspectiva, la movilización social debe ser entendida como el proceso en virtud del cual se ejecutan acciones de distinto carácter y naturaleza para ir abriendo cada vez mayores espacios y obteniendo cada vez más poder para la sociedad civil en su conjunto y desarticulando el poder del régimen autoritario.
Se debe impulsar la movilización hacia objetivos específicos viables para cada sector que se moviliza. Éstos deben orientarse hacia el objetivo global de terminar con la dictadura, pero puede haber otras metas parciales y específicas para distintos sectores sociales que sean susceptibles de conseguir en un plazo inmediato y que sumados contribuyan al objetivo global.
El país debe percibir que hay una alternativa concertada que es capaz de ocupar el espacio de poder que provoca el aislamiento de la dictadura y su ruptura. De otra manera, hay sectores sociales que se. restan a la movilización.
Negociar con el Ejército
La movilización no es la guerra, ni el inicio de la guerra. Ni siquiera debe usar lenguaje bélico. Por eso, adicionalmente a la movilización y a la concertación para democratizar el país se requieren algunos mecanismos de negociación con las fuerzas armadas.
La experiencia histórica nos demuestra que ningún tránsito del autoritarismo a la democracia hecho en forma pacífica ha dejado de contar con un proceso de negociación entre el poder autoritario y los partidos y fuerzas sociales opositoras.
Deberá negociarse con las fuerzas armadas, que son los actores reales del poder. El objetivo de la negociación será la plena recuperación democrática del país. Debe negociarse cuando la oposición tenga el poder suficiente para ello. En este sentido, la movilización social es el principal instrumento de poder que tiene la oposición. Asimismo, la más amplia concertación de la oposición democrática resulta también un requisito de poder indispensable para conseguir éxito -en el proceso .de negociación.
Hay algo que no debemos hacer jamás: la conspiración en los cuarteles. Y no debemos hacerlo porque la experiencia histórica nos enseña que en los países donde los políticos cuentan para sus programas y acciones con algún amigo militar, tal estilo se difunde y termina por destituir la política, las instituciones militares y la posibilidad de una democracia estable.
Es preciso que reiteremos la vigencia de la doctrina de la defensa nacional en un régimen democrático, tal como existe en todas las democracias del mundo. Tal doctrina se puede perfeccionar y modernizar de acuerdo a los cambios tecnológicos y a las mutaciones de la política internacional. No ignoremos que una concepción cabal de la defensa nacional supone el desarrollo y la cohesión del país, de modo. que la mutua cooperación entre civiles y militares es indispensable. Al final del siglo XX es un anacronismo que en un pequeño país del confin del mundo subsista una brecha entre los civiles y los militares, en que se vive como en dos guetos paralelos.
El papel de los partidos
En todas las democracias que merecen ese nombre existen fuerzas de derecha. Es una condición democrática facilitar Su inclusión en el sistema; ello evita los independentismos, los personajes autoritarios y el afán conspirativo de los grupos derechistas sin responsabilidad electoral y política.
En la sociedad chilena, el déficit de modernización que mostraba la derecha en los últimos años de la democracia fue llenado por la intromisión y, en rigor, el asalto de modernizadores espúreos que deseaban insertar el país en la economía mundial, sin preocupación alguna por los valores, las tradiciones y las responsabilidades de la derecha política. Dicha, aventura ha terminado, pero sus efectos perversos han dislocado las bases sociales de la derecha y retardan, por consiguiente, su proceso de consolidación.
Por otra parte, la revalorización y potenciación del socialismo democrático facilitaría tanto la consolidación del régimen político preservación de un proyecto de cambio social de profundo significado para el país. Para dicho acuerdo se intentan operaciones políticas de ida. Es así como se difunde subrepticiamente la especie de que la democracia cristiana desea convertir al partido socialista en satélite, sometiéndolo a su tutela hegemónica. Nada más errado. La autónoma contribución del socialismo puede ser realmente decisiva al desarrollo político nacional.
En cuanto al partido comunista, puede reducir su posición política a una concepción puramente militar. Merecen todo el respeto de sus derechos fundamentales los militantes comunistas, compatriotas nuestros, que han sufrido una cruel y sistemática represión y hasta podría afirmarse que han padecido actos de genocidio a sus dirigentes, pero esto no debe legitimar propuestas o declaraciones poco sensatas que expresan que "centenares de combatientes del pueblo se educan en acciones que requieren una gran disposición de combate, valentía, audacia y una alta capacitación técnica. Derriban torres de alta tensión, cortan puentes o averían oleoductos, entorpecen el acceso de energía a las industrias, recuperan armas para el pueblo...".
La tentación autoritaria tiene ingredientes diversos: el instinto de la pasión ante los abusos y crímenes de la actual dictadura, el profetismo revolucionario, la imposibilidad de actuar en política si no es según la estrategia violentista. Si bien tales posturas buscan apoyo en las universidades y sindicatos, han reorientado su estrategia hacia el trabajo poblacional. Esto mismo genera divisiones en la lucha democrática, temor y rechazo en una parte de la población y, sobre todo, la apatía que contribuye a la duración del régimen.
Por eso, en un país dividido socialmente, políticamente polarizado, la concertación a través de todas sus modalidades es la única metodología para reconstruir el tejido social y fundar una nueva sociedad política, donde el sistema de partidos tienda a la colaboración y no al antagonismo sistemático.
Por ello debemos continuar de manera perseverante la suscripción de un Frente Cívico que permita ensanchar al máximo el campo de los que luchan por la democracia a través de la desobediencia civil y los métodos pacíficos.
Una política nacional y popular está fundada en la inteligencia porque sin el apoyo de la técnica no habrá liberación popular. Está fundada en la moral porque el bien común es de naturaleza ética, es comunión actual, y no para mañana, con los desposeídos y marginados. Pero es el pueblo el autor de su propio destino, y de ahí que la política popular se asiente en el pleno desenvolvimiento de sus propios organismos e instituciones.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.