Bobbio: "Me considero un senador aficionado"
El pensador italiano será investido doctor 'honoris causa' por la Complutense
Norberto Bobbio, nombrado senador vitalicio por el jefe del Estado italiano, Sandro Pertini, en septiembre de 1984, y cuyo nombre se baraja entre los candidatos a la presidencia de la República en las elecciones de este mes, será investido doctor honoris causa por la universidad Complutense, de Madrid, el próximo día 10. Bobbio ha dejado la enseñanza después de 50 años de actividad, desarrollada en varias universidades italianas (36 en la de Turín) y se ha centrado en la política activa, aunque reconoce que se considera "un senador aficionado".
Pregunta. ¿Ha sido dificil el paso de la enseñanza al Parlamento, es decir, de la filosofía política a la práctica política?Respuesta. Para mí ha sido un paso bastante dificil, al que no me he acostumbrado todavía del todo. Aunque me haya ocupado siempre de política, aunque yo tenga, naturalmente, un interés por la política, nunca hice política activa, en absoluto. Nunca fui consejero, ni siquiera en el Ayuntamiento más pequeño de Italia. Y de golpe me convierto en senador...
P. ¿Cuál fue su primera impresión?
R. Como si fuera un pez fuera del agua. Con ocasión de la reunión de ambas cámaras para la acusación contra Gitilio Andreotti, que se celebró en la Cámara de los Diputados, en Montecitorio, en ese enorme salón que se llama el transatlántico, hice reír a mis colegas cuando dije que a los 75 años ya cumplidos nunca había puesto los pies en el transatlántico. La diferencia entre vosotros y yo, decía, es que vosotros sois profesionales, y yo, un aficionado. Y es así: me considero un senador aficionado. O, si se prefiere, un aprendiz, un principiante, pues la profesión del político no se puede aprender más que por medio del ejercicio. Es decir, me encuentro un poco fuera de lugar, también porque conozco poco todavía el reglamento del Parlamento, que es muy complicado. Cuando agradecí a los senadores el que me hubiesen recibido en la Comisión de Justicia les dije: he venido aquí sobre todo para aprender esta profesión nueva para mí; por eso, por ahora, simplemente escucharé. Luego, ya veremos.
P. ¿No le parece que la política como profesión es una limitación?
R. Es una limitación, pero es inevitable. Me he dado cuenta de que si quisiese ser senador a tiempo completo no podría hacer nada más. ¿Cómo podría un estudioso escribir trabajos de carácter científico si tiene sólo tres días de vacaciones a la semana, incluido el domingo? Por tanto, hay que decir que la actividad política y parlamentaria requiere profesionales, requiere personas que dediquen a ello todo su tiempo. Entre mis colegas ha habido, y hay todavía, profesores elegidos para diputado o senador. Pero mientras ha durado su mandato han tenido que renunciar a sus estudios.
'Cadena perpetua'
P. Pero la de usted es una postura diferente.
R. La diferencia entre ellos y yo es que ellos eran o son senadores electos para una o dos legislaturas, y yo soy senador vitalicio. Pero yo no creo que pueda renunciar a mis trabajos para el resto de mi vida. En broma dije que esto es como una condena a perpetuidad: la cadena perpetua no consiente esperanzas, porque cuando uno entra en la cárcel sabe que ya no va a salir libre nunca. La cadena perpetua puede tener esperanza en una medida de gracia, pero yo no, no puedo pensar que haya alguien, el presidente de la República, que me exonere.
P. Bueno, pero vayamos ahora a asuntos en los que usted sí tiene mucho que decir, profesor Bobbio. Por ejemplo, a su último libro, Il futuro della democrazia. ¿Cuál es el futuro de la democracia?
R. Yo no sé cuál es el futuro de la democracia. No sé tampoco cuál es el futuro de la humanidad ni si la humanidad tiene un futuro. Con la invención de todas esas armas terribles algunos dicen que una tercera guerra mundial podría llevar incluso a la eliminación total de la vida en la Tierra. En cuanto al futuro de la democracia, me limitaría a decir que no soy del todo pesimista, sobre todo por lo que se refiere a los países en los que ya hay democracia. Y hay incluso fermentos democráticos en los países totalitarios. Lo que ha sucedido y sigue sucediendo en Polonia es una señal clarísima de que existen algunas presiones democráticas. Por lo que respecta a los países democráticos, los países democráticos occidentales, no soy del todo pesimista, también porque he constatado que, después de la I Guerra Mundial, algunos regímenes democráticos habían sido suprimidos violentamente en unos años, empezando por la propia Italia, donde ya en 1922 se produjo la toma del poder por parte del fascismo, para no hablar de Alemania y de otros países auropeos. En cambio, después de la II Guerra Mundial ocurrió lo contrario. En los países en los que se instauró la democracia después de la guerra, como en Italia y en Alemania, países que habían sido fascistas, la democracia ha resistido, y mi impresión es que no podrá ser suprimida de un día para otro. Y no sólo esto: hay países que en la posguerra continuaron, siendo fascistas y que tenían un régimen totalitario, pero que se han convertido en democráticos, como Grecia, Portugal y, de manera especial, España.
P. Usted ha repetido y escrito, también recientemente, que la democracia "no goza en el mundo de buena salud". ¿Cuáles son los síntomas de su enfermedad?
R. Más que de enfermedad, podría hablarse de transformación de la democracia. Prefiero hablar de transformación porque considero que la democracia es un régimen dinámico, un régimen en continuo cambio. Una de las características de la democracia es precisamente su capacidad de cambio, de adaptación a las distintas situaciones históricas.
P. Una difesa delle regole del gioco (Una defensa de las reglas deljuego): éste es el subtítulo de su libro. ¿Cuál es la regla básica del juego?
R. La regla básica del juego de la democracia es la regla de la mayoría. La democracia es el régimen en el que las decisiones se toman por mayoria, o, mejor aun: se consideran decisiones colectivas y, por tanto, vinculantes para toda la colectividad, las que se toman por lo menos por mayoría. Pero, claro está, esto no basta. Es necesario que participe la mayoría de los cíudadanos. Cuando en un Estado se reconoce el derecho de participación directa o indirecta en las decisiones colectivas, y este derecho se extiende a los ciudadanos, y además las decisiones de los ciudadanos o de sus representantes se toman por mayoría, entonces existe régimen democrático.
Traducción: C. A. Caranci.
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