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Nicaragua y la oposición de EE UU despojan a Reagan de su aureola de imbatible

Francisco G. Basterra

Ronald Reagan intentó negociar ayer un compromiso de última hora con el Congreso para salvar su política sobre Nicaragua y evitar una grave derrota, mientras cientos de personas se manifestaban contra el presidente y bloqueaban la entrada de la Casa Blanca sentados en el suelo y gritando: "¡No nos moverán!". La Cámara de Representantes y el Senado votarán hoy una fórmula para que Estados Unidos siga ayudando a los contra, que, con el apoyo de la CIA, tratan de derrocar al Gobierno sandinista.

El presidente parece haber perdido en los últimos días su aureola de invencible, y esta semana deberá enfrentarse también a un crucial voto sobre la reducción del déficit presupuestario, mientras todavía colea el escándalo creado por su anunciada visita a un cementerio en la RFA donde reposan, medio centenar de antiguos miembrosde las SS.Reagan afirma que si no se conceden los 14 millones de dólares que solicita para los rebeldes, la dictadura marxista-leninista de Nicaragua se consolidará en el poder y desestabilizará toda Centroamérica, poniendo en peligro la seguridad de Estados Unidos. Descartada la posibilidad de que sea aprobado ningún tipo de ayuda militar, lo que se trataba de acordar ayer en unas reuniones en la Casa Blanca entre: el presidente y líderes de las dos Cámaras era quién recibirá la ayuda y para qué será utilizada.

A pesar de que considera un desastre la política centroamericana de la Administración, el Congreso aborrece tanto a los sandinistas como el presidente, pero no quiere infligirle una severa derrota en una cuestión que considera de seguridad nacional. El líder de la minoría demócrata en el Senado, Robert Byrd, intentó ayer hallar una fórmula que fuera aceptable para salvar la cara de Reagan y, al mismo tiempo, disipar los temores del Congreso a aprobar una política intervencionista.

La Cámara de Representantes, dominada por los demócratas y que ya en otras tres ocasiones anteriores ha bloqueado los fondos para los contras, está, sin embargo, decidida a dar una lección al presidente y quiere votar la propuesta inicial de Reagan, con la seguridad de que será derrotada. Miembros demócratas de esta Cámara han formulado una propuesta que no daría dinero, a los contras, sino que entregaría 10 millones de dólares para ayuda a los refugiados que han huido de Nicaragua, a través de la Cruz Roja o las Naciones Unidas, y cuatro millones de dólares a los países de Contadora, para reflejar el apoyo a la negociación regional. Para Reagan, esta propuesta es inaceptable y la considera una rendición.

La Casa Blanca rechazó como "un truco nada nuevo" la oferta de última hora formulada el domingo a EE UU por el presidente de Nicaragua. Daniel Ortega propuso, utilizando como emisarios a dos senadores, un alto el fuego, libertad de Prensa y la recuperación de las libertades democráticas, a cambio de que cese toda ayuda a los contras y de que Washington reanude el diálogo que suspendió con Nicaragua.

"Éste no es el diálogo de reconciliación que nosotros solicitamos" -Reagan pretende que Managua negocie con los rebeldes la convocatoria de nuevas eleciones-, "y se trata sólo de un intento desesperado por influir al Congreso norteamericano", respondió la Administración.

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Horas antes de que Managua hiciera su propuesta, Reagan denunció al Congreso, asegurando en un programa de radio que su actitud contemporizadora puede provocar en el futuro la pérdida de Centroamérica a manos del marxismo.

El presidente admitió, sin embargo, la semana pasada la posibilidad de un compromiso que aceptaría que este año fiscal, que concluye el próximo octubre, los contras no recibirán ayuda militar, y que los 14 millones de dólares serán sólo para "alimentos, medicinas y uniformes". Reagan reconoció que su campaña de relaciones públicas no había conseguido convencer a la opinión norteamericana y al Congreso de que Nicaragua es una amenaza real para EE UU y sus vecinos del istmo centroamericano. Pero Reagan sigue insistiendo que sea la CIA la que canalice esta ayuda y promete doblar esta cantidad para ayuda militar en el próximo presupuesto si Managua no acepta su propuesta de paz.

Importantes sectores del Congreso estiman que esto no es suficiente, y que cualquier ayuda a los rebeldes no es más que "el pago del primer plazo de una intervención militar norteamericana en Centroamérica", como ha afirmado el senador demócrata Patrick Leahy. Estos temores han aumentado al revelarse el documento secreto que la Administración presentó al Congreso para justificar la ayuda militar a los contras. El documento afirma que Reagan pretende aumentar la fuerza rebelde de 20.000 a 35.000 hombres. Asimismo afirma que, "de momento", ha sido descartada una intervención directa de EE UU, "pero ésta debe ser reconocida con realismo como una opción, dados nuestros intereses en la región, si fracasan otras alternativas".

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