Arte para la eternidad
Esculturas de importantes autores catalanes se hallan casi ocultas en los cementerios de Barcelona
Ocho de los nueve cementerios de Barcelona guardan auténticas obras de arte que permanecen prácticamente ignoradas y algunas de ellas en un lamentable estado de deterioro. La escultura funeraria y todo el arte del mismo orden, como puede ser la arquitectura, han sido relegadas a un completo olvido por razones obvias: su emplazamiento no contribuye a que sean conocidas. Algunas de estas obras de arte, que carecen del cuidado y conservación adecuados, van perdiéndose y muchas ya no podrán figurar en un catálogo futuro, como ocurre con algunas que son completamente inidentificables. Ramón Argilés, licenciado en Bellas Artes y graduado en Artes Plásticas, ha realizado un exhaustivo trabajo de investigación aún inédito. Ha fichado y catalogado las mejores esculturas, su emplazamiento, características y estado actual."Es el resultado de muchas horas de paciente e ilusionada labor, de recorrer muchas veces los cementerios barceloneses, de consultas y averiguaciones", explica Argilés, "he hallado obras inéditas de artistas conocidos y he descubierto artistas casi ignorados, he constatado errores en publicaciones. Creo que este trabajo es el primero que se hace en la especialidad y que es la primera contribución seria al tema".
Argilés ha catalogado obras, alguna de ellas en lamentable estado de deterioro, de los mejores escultores catalanes: Clarasó, Llimona, Clará, Gargallo, Nobas, Rebull, Reyriés, Subirachs, entre otros. Y junto a ellos, realizaciones de autores menos conocidos e incluso algunas totalmente anónimas, pero de gran interés. "No ignoro que existen cantidad de realizacio nes mediocres salidas de talleres artesañales, sin otro afán que cumplir los encargos que les llegan, pero a su lado hay verdaderas obras de arte, de artistas de auténtica valía", dice Argelés.
Los temas representados son necesariamente muy iguales y con algunas características se repiten en los cementerios barceloneses, pero en ello reside el mérito del ar tista: destacar su obra por encima de las demás en un contexto similar.
Clarasó
Enric Clarasó (1857-1941) es, sin duda alguna, el escultor más representativo del arte funerario en Barcelona. "Para conocer su obra es necesario ir a los cementerio" afirma Argilés. Sus obras aparecen en seis de los cementerios bar celoneses y también trabajó para necrópolis de otras ciudades.En cierta ocasión, comentó había realizado más de 4.000 encargos. "Lógicamente no todas podían tener la misma calidad y se adivina fácilmente aquellas en que ha reflejado toda su personalidad", explica Argilés, "sus mejores esculturas están impregnadas de un sentimiento de melancolía y tristeza, tan acorde con el estilo de la época, pero con unos valores escultóricos realmente notables" Quien tantas y tan excelentes obras realizó no tiene en su tumb escultura alguna ya que fue ente rrado en un nicho familiar en San Gervasio. Las mejores produccio nes de Clarasó, ajuicio de Argilés se hallan en el cementerio de Montjuïc. Entre ellas, destaca una magnífica figura femenina, realizada en mármol, de dos metros de altura. "Es sensacional y hay que contemplarla en su lugar, con el marco de cipreses que la entorna y recibiendo la luz del sol que destaca su bella forma. Aparece colocada en una elevación de rocalla y la mejor hora para contemplarla es al mediodía, cuando la luz del sol se filtra entre los cipreses acaraciando el rostro de esta mujer que realmente parece despertar a la vida", explica Argilés.
En el cementerio de Montjuïc se hallan también cuatro obras de Josep Llimona (1864-1964). La mejor es una figura de tamaño natural, realizada en mármol. Tiene la originalidad de estar firmada sólo con el nombre, no con el apellido, detalle único no hallado en ninguna otra escultura del autor. En opinión de Argilés, debería estar en un museo o al menos figurar en las guías artística de Barcelona.
"Llimona, explica Argilés, "supo hacer vibrar el mármol como ningún otro escultor y tiene el mérito, junto a Clarasó, de haber suprimido aquellos tópicos que hicieron la escultura funeraria tan monótona durante tanto tiempo. En sus estatuas ya no aparecen ángeles, ni coronas. En su lugar realiza frágiles figuras femeninas.
Rossend Nobas (1838-1891), escultor que realizó el monumento a Rafel Casanova, en Barcelona, efectuó una escultura funeraria que en su día causó gran impacto Se trata de un esqueleto envuelto en un ropaje, que cubre la losa de aquéla quien está dedicado el túmulo, un profesor de anatomía. De Nobas existen, asimismo, otras dos obras, en el cementerio de Poblenou. Una se halla totalmente desmoronada y otra, en bastante mal estado. Las manos, por ejemplo, se han ido deshaciendo casi por completo.
Ramón, Argilés explica que está muy preocupado ante la posibilidad de que todas estas obras de arte se pierdan. "He llegado a la conclusión de que debería crearse alguna entidad dedicada a la obra artística funeraria en general", afirma Argilés, "una especie de asociación de amigos de los cementeriors, por ejemplo, como las hay en otros órdenes artísticos y culturales, una de cuyas misiones sería que no se perdiese tanto buen arte y propagar su difusión. Me gustaría contribuir algún día a la publicación de un plano-guía de cada necrópolis y situar las obras de interés artístico, incluso arquitectónico o de otra índole".
Propiedad privada
También el Instituo Municipal de Servicios Funerarios, que lleva la gestión de los cementerios barceloneses, se preocupa por el estado de abandono o semiabandono en que se hal.lan algunos mausoleos y esculturas. Mausoleos, panteones, tumbas, nichos, esculturas, adornos, etcétera, son de propiedad privada y, por tanto, son los propietarios quienes deben encargarse de su conservación y limpieza. El instituto municipal cuida de caminos, pasos, de todo lo que es público.Hace un año se decidió que este organismo se ocuparía de la limpieza de los panteones que estuvieran ennial estado. En la actualidad se está efectuando la limpieza del cementerio de Sarriá. También está en estudio una propuesta para incrementar las dotaciones de Guardia Urbana encargadas de vigilar los cementerios.
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