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El entierro de los tres opositores degollados origina la mayor protesta del año en Chile

Unos 7.000 manifestantes que exigían justicia por el asesinato el sábado de tres dirigentes opositores coparon ayer las calles del centro de Santiago de Chile, sorprendentemente desiertas de policías o soldados, acompañando hasta el cementerio a dos de las víctimas. El entierro, que llegó a congregar a 10.000 personas, se convirtió en la mayor protesta antidictatorial del año.

Los participantes recorrieron unas 40 manzanas hasta el principal cementerio de la ciudad, donde fueron sepultados los restos de Manuel Guerrero, presidente metropolitano del poderoso sindicato de profesores de oposición, y de José Manuel Parada, un sociólogo comunista que trabajaba en la Vicaría de la Solidaridad, dependiente de la Iglesia católica.Ambos fueron secuestrados por un comando paramilitar el viernes, y el sábado fueron hallados muertos y con sus gargantas seccionadas en un camino rural cerca de Santiago. Un tercer hombre, el dibujante publicitario Santiago Nattino, que había sido secuestrado el jueves, también apareció muerto junto a los otros dos.

La multitud que asistió al entierro gritaba: "Justicia, justicia", y "Sí, sí, sí, otra vez, el culpable es Pinochet". Simultáneamente, el Comando Nacional de Trabajadores, que preside Rodolfo Seguel, convocó a una protesta nacional "en defensa de la vida", para el próximo 11 d abril. Para hoy, martes, está previsto un paro de 24 horas de los profesores de Santiago en protesta por la muerte de sus dirigentes.

En el cementerio hablaron nu merosos dirigentes políticos y sindicales ante un público que ya había aumentado a unas 10.000 personas, y llamaron a seguir luchando para derrocar al régimen del general Augusto Pinochet.

La Iglesia ha exigido una rápida investigación del caso, mientras dirigentes políticos y gremiales y familiares de los asesinados culpan al régimen por amparar comandos asesinos. Una declaración oficial del Gobierno negó cualquier relación con el comando paramilitar y prometió una rápida investigación.

La violencia derivada de estas muertes continuó en la noche del domingo, cuando comandos armados ametrallaron la fachada de dos cuarteles de la policía e hirieron a un carabinero, según versiones proporcionadas por la policía.

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Durante el día, los carabineros asaltaron la sede gremial del Sindicato Nacional de Profesores, cuando unas 100 personas esperaban la llegada del cadáver de Guerrero para velarlo. Los agentes, que entraron golpeando las puertas con las culatas de sus fusiles, produjeron diversos destrozos y detuvieron a cuatro personas después de golpearlas con pies y puños, según testigos presenciales.

Míles de velas encendidas fueron colocadas en el Colegio Latinoamericano de Integración, un l¡ceo privado, en donde fueron secuestrados el viernes Guerrero y Parada.

Un gran cartel con sus nombres y sus rostros levantado allí decía: "No habrá perdón ni olvido".

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