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Otra mentalidad

El festival de San Sebastián sigue dando gota a gota noticias de su estado preagónico, que ya es crónico. Los datos de su nueva inmovilidad los tiene el lector en esta misma página. Pero no hay que sorprenderse ante ellos, ya que, si hay hechos o nombres nuevos, su fondo es el mismo mal fondo que maniata a este festival desde hace años: no hay energía ni coordinación política para sacarlo de donde está, que es de ninguna parte.Alguien aludió a una "crisis de objetivos" en el certamen. ¿Sólo de objetivos? El alcalde de San Sebastián ha dicho y repetido que desea un festival que sirva de lanzamiento turístico a su ciudad y en el que se promocione al cine vasco. Nobles ambiciones, sin duda, que por sí solas pueden servir de modelo al festival que lleva en la cabeza para su aldea el alcalde de Horcajaruelo de la Sierra, si es que existe. La crisis no es sólo de objetivos, sino también de alcances y, por supuesto, de organización, ya que hacer funcionar un festival requiere, más que buen sentido municipal y hotelero, capacidad para crear un equipo -no contratar a una persona- agil, solvente y capaz de oler a distancia las buenas películas.

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Un festival internacional de cine se hace con otra mentalidad, o no se hace. Renacer es más dificultoso que nacer, y si se quiere que este festival renazca, hay que darle con energía la identidad, el lugar, el equipo, el presupuesto y el sentido que le faltan. Esto exige mucho más dinero, muchísima más imaginación e infinitamente más sentido del riesgo. Pero parece que ni uno solo de estos tres dones abunda en la almohada de los cuidadores de un enfermo que lleva demasiados años curando su cáncer con tisanas, su falta de crédito con cheques falsos y su necesidad de estabilidad con inyecciones periódicas de provisionalidad.

O quienes tienen que mojarse se mojan de una vez, o la sequía que hoy amenaza al viejo y tullido festival será sólo un anticipo húmedo de la que le amenazará mañana.

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