Daniel Ortega: "En Nicaragua estamos elaborando un régimen político propio"
El presidente de Nicaragua, el comandante Daniel Ortega, describe el modelo sandinista de Estado como una mezcla original de formas de liderazgo y contenidos revolucionarios. "Aquí estamos haciendo algo que difícilmente podrá parecerse a los regímenes parlamentarios, ni a los socialistas", ha manifestado en una entrevista concedida a EL PAÍS el presidente de Nicaragua. A ese proyecto dedica el comandante Daniel Ortega una jornada de trabajo que va desde las ocho de la mañana hasta la media noche, en un despacho amplio y austero instalado en el centro de convenciones César Augusto Silva, un antiguo club exclusivo de la burguesía criolla.
ENVIADO ESPECIALEste hombre de 39 años, que a los 16 agitaba ya a los estudiantes contra la dictadura somocista y que pasé siete años en la cárcel, es presidente desde el 10 de enero, pero la mayoría sigue llamándole aún comandante. Tiene ante sí el difícil cometido de convencer a Estados Unidos de que a través del diálogo puede llegarse al entendimiento.
Pregunta: La amnistía ha sido el primer acto legislativo de la nueva Asamblea, aún a sabiendas de que las organizaciones guerrilleras iban a rechazarla. ¿Qué se ha perseguido con esta ley?.
Respuesta: Estamos concretando de esta manera el espíritu de nuestro Gobierno, que es sumar esfuerzos en favor de la paz. La amnistía no es tan importante porque la acepten algunos dirigentes de la contrarrevolución, sino por los efectos que va a tener en las bases. Dábamos por descontado el rechazo de las cúpulas, pero sabemos que muchos combatientes se van a acoger a ella. Es una forma de decirles que su lucha no tiene perspectivas y que pueden regresar al país, donde no va a faltarles trabajo. Con eso estamos debilitando también la opción armada norteamericana.
P. Esta ley supone un avance sobre la amnistía anterior, que excluyó a los jefes contrarrevolucionarios. Un siguiente paso sería alguna forma de diálogo con los insurrectos.
R. Esa vía está totalmente cerrada. Consideramos que la amnistía debe tener por sí sola efectos importantes, porque ya la anterior, a pesar de excluir a los cabecillas, fue aceptada por más de 1.500 nicaragüenses. Estamos seguros de que ahora, al no haber excepciones, se van a acoger muchos más. Ésto no significa de ninguna manera que sea un primer peldaño para llegar a un diálogo posterior.
P. ¿Cómo interpreta la suspensión de las conversaciones de Manzanillo por parte de Estados Unidos, justamente unos días después de su investidura presidencial?.
R. Esa decisión está vinculada más a Contadora que a la toma de posesión, que ha venido a institucionalizar el proceso revolucionario en Nicaragua. Precisamente el 9 de enero, los cancilleres de Contadora hicieron público un comunicado muy importante en el que, por primera vez, apelaban al esfuerzo que Estados Unidos y Nicaragua venían desarrollando en Manzanillo. Ese proceso de diálogo iba comprometiendo cada vez más a Estados Unidos y emplazándole a definirse. En último término era una prueba para ver si estaba dispuesto a apoyar a Contadora. Por eso la Administración Reagan decidió evadirse de esa compromiso.
P. ¿Hay alguna posibilidad de que ese diálogo se reanude a corto plazo?.
R. Nosotros estamos dispuestos a reunirnos con Estados Unidos cuanto antes. Es importante dejar esto en claro, porque Shultz y Weinberger han tratado estos días en sus comparecencias ante el Congreso de transmitir la sensación de que fue Nicaragua la que se retiró.
P. La Administración Reagan ha manejado varias preocupaciones respecto a Nicaragua: su armamentismo, sus relaciones privilegiadas con los países comunistas y la exportación de su proyecto revolucionario. ¿Bajo qué términos están dispuestos a entenderse con Washington?.
R. Nosotros hemos tratado siempre de llegar a acuerdos de seguridad mutua que contemplen las preocupaciones de Estados Unidos respecto a su seguridad y también las de Nicaragua ante la amenaza norteamericana. Hemos propuesto la inmediata retirada de todos los asesores militares extranjeros destacados en la región, la congelación de las compras de armamento y la firma de tratados bilaterales por los que cada país centro americano se comprometa a respetar a los demás gobiernos y a no interferir en su acción política.
P. El problema de los asesores cubanos se ha manejado siempre con un cierto secreto, a pesar de que ustedes aseguran que sólo una minoría es militar. Esto le ha permitido a Estados Unidos manejar cifras de hasta 8.000 asesores militares cubanos en territorio nicaragüense.
R. No hay ningún secreto. Lo que pasa es que nosotros no damos información de tipo militar, sea sobre armamento o sobre asesores, si no lo hace el país que nos suministra esa colaboración. Se ha sabido de la cooperación militar que nos ha brindado Francia porque la hicieron pública los franceses, y también de los asesores cubanos en la medida en que lo dio a conocer el presidente de Cuba. No hay, desde luego, el número que maneja Estados Unidos, sino unos cuantos centenares, y su aparato de inteligencia lo sabe perfectamente.
"Esperamos que el presidente González convenza a Reagan"
P. El embajador de Nicaragua en Madrid pidió hace unos días al Gobierno español una mediación en el conflicto centroamericano. ¿Qué tipo de gestión esperan y ante quién?.
R. Ronald Reagan está por viajar a Madrid. Dada la preocupación que España ha demostrado siempre por el conflicto centroamericano, especialmente por parte del PSOE y del presidente González, esperamos que haga un nuevo esfuerzo a fin de convencer a Estados Unidos de que no es una solución de fuerza la que va a resolver sus problemas con Nicaragua, sino el diálogo y la negociación. Algo podría ayudar para que la Administración nortemericana regrese a las conversaciones de Manzanillo con una actitud responsable.
P. El Gobierno norteamericano maneja ahora varias hipótesis de trabajo para presionar a Nicaragua: desde la ayuda directa a los contras al boicoteo comercial. ¿Qué supondría esto para su país?.
R. Todas estas medidas significan mayores sacrificios para el pueblo nicaragüense. El afectado es el pueblo, no el Frente Sandinista. Con ello, están alimentando un mayor sentimiento popular antinorte americano. Nosotros hemos dicho que estamos preparados para lo peor, para enfrentar una intervención. No podemos descartar que se cierre el mercado norteamericano a los productos nicaragüenses o que nos impongan un bloqueo económico, pero ninguna de esas medidas va a resolver el problema. No va a provocar el descontento del pueblo con la revolución, que es su objetivo.
P. ¿Pueden estas nuevas acciones añadirse a la demanda que su Gobierno sostiene ante el tribunal de La Haya?.
R. El hecho mismo de que el Gobierno de Estados Unidos se proponga discutir en el Congreso la asignación de fondos a los contras atenta contra las medidas precautorias dictadas por la corte internacional. Será una prueba más de la prepotencia norteamericana, que violenta el orden jurídico internacional y desconoce los dictámenes de un tribunal al que, por otra parte, ellos han recurrido con frecuencia.
P. Los norteamericanos les han calificado de comunistas disfrazados, mientras que el Partido Comunista de Nicaragua les tacha de reformistas. ¿Cómo definiría la ideología sandinista?.
R. El sandinismo ha sido un punto de partida histórico para hacer la revolución en Nicaragua. Sandino no se quedó sólo en la expulsión del yanki, aunque ese fue el motor principal de su lucha, sino que propuso también el cambio social. Ese programa sigue vigente. El sentimiento indohispano que él tenía, en la línea de Rubén Darío, lo enriqueció con las luchas sociales de su época: tomó algo de la revolución mexicana y otro poco de la bolchevique. Es lógico que nosotros hayamos incorporado también a la herencia de Sandino el pensamiento marxista.
P. ¿Qué importancia tiene la reivindicación latinoamericana que en los últimos meses han acentuado algunos dirigentes sandinistas?.
R. Para nosotros, Bolivar no es sólo una cuestión romántica. Su pensamiento, que defiende la unidad latinoamericana frente a Estados Unidos, sigue en pie. Washington ha aprovechado históricamente nuestra división interna en beneficio propio, pero en los últimos años ha habido factores de unidad, como la lucha de Omar Torrijos por recuperar el canal y nuestra propia guerra contra Somoza, en la que se dieron cita muchas fuerzas latinoamericanas.
"La Administración norteamericana trata de dividir a América Latina"
P. ¿No sienten, sin embargo, que tienen ahora menos apoyos en América Latina?.
R. La Administración norteamericana se ha dado cuenta del peligro que representa una América Latina unida y ha tratado de dividirla por todos los medios. La guerra salvadoreña, donde hay un Gobierno demócrata-cristiano afín a su política, les facilitó la tarea. Pero yo creo que vuelve a restablecerse un cierto consenso internacional para oponerse a una intervención en Nicaragua. No han conseguido instrumentar a la Organización de Estados Americanos (OEA) en apoyo a su política de fuerza, a pesar de que tienen en la crisis económica un arma poderosa para chantajear a los gobiernos.
P. En su discurso de investidura anuncié que se va a redactar una Constitución de consenso tras una amplia consulta popular. ¿Quiere esto decir que todas las ideologías van a tener cabida en ese marco constitucional?.
R. Ya en la asamblea están representadas fuerzas políticas encontradas desde un punto de vista ideológico. El hecho de que el Partido Liberal Independiente, que quiso promover la abstención, esté ahí es una muestra de esa expresión plural. Los representantes del Frente Sandinista tienen como principio buscar incluso la opinión de sectores ajenos a la Asamblea para tomarla en cuenta al redactar la Constitución.
P. ¿Qué futuro tienen los partidos que no fueron a las elecciones?.
R. Dentro de la asamblea no podrán tener ninguna actividad, porque perdieron la oportunidad de ocupar sus propios escaños, pero fuera, de ese marco ellos siguen actuando, al margen de que hayan perdido la personalidad jurídica.
P. Usted se ha comprometido a respetar los acuerdos de la cumbre de partidos: elecciones periódicas, libertad de asociación política y sindical, libertad de expresión. ¿El Estado que se configure a partir de esos principios será equiparable a las democracias parlamentarias?.
R. Aquí estamos haciendo algo que difícilmente podrá parecerse a los regimenes parlamentarios ni a los socialistas. Ésta es una revolución que ha tratado de adecuarse a su propia realidad histórica. Hemos tomado un poco, incluso mucho, de los regímenes liberales clásicos. Pero no de una forma rígida. Yo diría que a partir de ahí estamos elaborando un régimen propio.
P. Esto que algún comandante ha definido como una democracia revolucionaria ¿es realmente lo que querían hacer cuando peleaban en la montaña?.
R. Cuando nosotros combatíamos la dictadura de Somoza pensábamos sobre todo en un Estado que beneficiara al pueblo, que le diera vivienda, salud y educación. Creíamos que eso podría hacerse rápidamente, pero la realidad nos ha demostrado que no son así las cosas y estamos haciendo lo que puede hacerse.
P. ¿Las presiones de Estados Unidos no les han hecho variar su rumbo?.
R. Nos han provocado una situación de anormalidad, que no nos permite afirmar el pluralismo, la economía mixta y la libertad de expresión. Eso es lo que han logrado.
P. Muchos de sus amigos creen que ha habido excesos en materia de censura.
R. El hecho mismo de la censura es ya un exceso. El problema no es si se aplicó bien o mal, su sola existencia revela una situación anormal, pero nos hemos visto obligados por la agresión a imponer una medida que violenta la normalidad que nosotros quisiéramos. Si hubiera paz no habría censura.
P. Dentro de 10 días habrá nuevas negociaciones del Grupo de Contadora. ¿Cuál va a ser la posición de su Gobierno?.
R. Nosotros sostenemos que el acta no debe sufrir modificaciones sustanciales. Podrá haber afinamientos, pero no cambios de fondo.
P. ¿Qué haría si supiera que los norteamericanos están invadiendo ahora mismo su país?.
R. Poner en marcha los planes de emergencia que ya tenemos preparados.
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