Ocho días que cambiaron Europa
Roosevelt, Churchill y Stalin alumbraron en su histórica reunión de Crimea un nuevo orden internacional todavía sometido a debate
El presidente de Estados Unido, Franklin D. Roosevelt esperó 20 minutos en la helada pista de Saki,. en la península de Crimea, a que llegara el primer ministro británico Winston Churchill en su propio avión. El clima cambió hacia un cálido y brillante sol", según el británico, mientras ambos bajaban en ese 3 de febrero de 1945 hacia Yalta, residencia veraniega de los últimos zares, donde les esperaba el todopoderoso dirigente soviético José Stalin.Esa semana, en Yalta, se ha convertido en un gran símbolo y mito de la historia contemporánea. Lo ocurrido allí ha sido objeto de grandes debates entre historiadores, limitados por la falta de acceso a los archivos soviéticos. Yalta se ha visto como un intento de lograr una paz duradera -a un precio-, pero también como el reparto del mundo, y de Europa, entre las superpotencias. ¿Pacto, engaño real o aceptado o simplemente el peso de las tendencias y realidades históricas?.
Yalta fue obra de tres hombres. En pocas semanas cambió la situación. El 12 de abril fallecía Roosevelt, sucedido por un Harry Truman inexperimentado en los temas internacionales. El 25 de ese mes, por vez primera, las tropas soviéticas y norteamericanas se encuentran a orillas del Elba. El 8 de mayo capitula Alemania. En julio, en plena Conferencia de Potsdam, Churchill pierde las elecciones y se ve reemplazado por Clement Atlee. Stalin avisó ya al final de la Conferencia de Yalta que la paz se mantendría mientras vivieran los tres que habían participado en ella. Y Estados Unidos lanzó sus primeras bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.
En septiembre, Stalin declara al senador estadounidense Claude Pepper que el vínculo de la alianza frente a un enemigo común ya no existe, "y tendremos que encontrar una nueva base para nuestras relaciones en el futuro. Y no será fácil".
Quince meses antes de Yalta, los tres se habían encontrado en Teherán para discutir cuestiones militares, especialmente la apertura -que se demoraba- de un frente occidental en la guerra contra Hitler. Los tres líderes acordaron entonces el principio de desmembrar Alemania tras la guerra e incluso introducir algunos cambios en las fronteras de Polonia. Roosevelt abordó ya en Teherán sus planes para una Organizacion de las Naciones Unidas sucesora de la ineficaz Sociedad de Naciones (de la que Rusia había sido expulsada).
Fue en Teherán donde Stalin aseguró que Ia comunistización de Europa no es mi preocupación prioritaria". Preguntado por Churchill sobre los objetivos territoriales de la URSS tras la guerra, el soviético se limitó a decir que "no es necesario hablar a estas alturas de ningún deseo soviético. Pero cuando llegue el momento hablaremos".
Roosevelt llegó a Yalta con la preocupación de establecer las bases de la coexistencia en la posguerra con la URSS, "única potencia militar de primera en el continente europeo". Sobre Polonia, los tres participantes llegaron al acuerdo de desplazar sus fronteras hacia el Oeste, en beneficio de la URSS y perjuicio de Alemania, pero nunca llegaron a acordar -ni siquiera luego, en la Conferencia de Potsdam- el trazado final, salvo la referencia a la línea Curzon, que Stalin sabía que no iba a respetar.
El verdadero escollo estaba en la formación de un Gobierno en Polonia: ¿el llamado de Lublin, prosoviético, o el del exilio, antisoviético? Para Churchill, con Polonia como símbolo de la razón de la entrada en guerra del Reino Unido, era una cuestión "de honor".
Para Rusia, según Stalin, "no es sólo cuestión de honor, sino de seguridad" pues Polonia había servido de pasillo de repetidos ataques hacia el Este. Por fin se llegó al acuerdo de reorganizar el Gobierno de Lublín, que Stalin no reorganizó de hecho.
Los tres firmaron una declaración sobre la Europa liberada en la que se comprometieron a instaurar en los diversos países Gobiernos representativos de las fuerzas democráticas que llevasen a elecciones libres. Y ya se sabe el posterior resultado. Cuando llega la Conferencia de Potsdam, los Gobiernos amigos, a los que había aludido Stalin en Yalta para los países europeos cercanos a la URSS, se han convertido, especialmente en Polonia y en Rumanía, en regímenes alineados, dominados. Checoslovaquia ha cedido Rutenia a la URSS.
Ninguno de los documentos de Yalta, según varios grandes historiadores justificó a la interpretación de esta conferencia como la del reparto del mundo, salvo para el caso de Alemania, que, según el acuerdo, quedaría divida en cuatro zonas de ocupación -una para Francia, como insistió Churchill, hablando en nombre del gran ausente de Yalta, Charles de Gaulle- Se creaba también una Comisión de Control, con sede en Berlín, que teóricamente debía sentar las reglas para una eventual reunificación alemana. Sin embargo, ni Roosevelt ni Churchill lograron en Yalta derechos de acceso a Berlín.
La desmembración de Alemania quedaba confirmada para el futuro. Pero el vacío de poder que esto supuso en Centroeuropa debía presagiar todos los problemas que siguieron. La rendición incondicional que se exigió a Berlín llevo a un vacío de poder y a la necesidad de buscar un orden internacional del que saldría el sistema de las alianzas (primero, la OTAN, y luego, el Pacto de Varsovia), con Alemania convirtiéndose en el problema central, aun hasta nuestros días.
Promesas
Stalin insistió en conseguir reparaciones de Alemania para reconstruir una URSS devastada. Roosevelt accedió a comenzar a hablar desde una base de 20.000 millones de dólares, la mitad para los soviéticos, aunque Churchill se opuso al concepto mismo. Roosevelt quería que los soviéticos interviniesen al fin en la guerra del Pacífico. Stalin se limitó a prometer que lo haría tres meses después de terminada la guerra en Europa. En Potsdam, sin embargo, Truman cambió de opinión ante la intervención soviética. Fue en Potsdam donde recibió la noticia del ensayo con éxito de la primera bomba atómica.Los tres jinetes de Yalta acordaron convocar la Conferencia de San Francisco, que confirmaría la creación de la ONU, con un Consejo de Seguridad en el que las grandes potencias de nuevo Francia, ausente, consiguió algo tendrían derecho de veto. A cambio, dos repúblicas federadas soviéticas entrarían de pleno derecho en la ONU.
Roosevelt se marchó satisfecho de Yalta, pues su gran diseño de las Naciones Unidas y una paz duradera no basada en esferas de influencia quedaba confirmado en público, lo que necesitaba por razones electoralistas. En Potsdam, el público norteamericano se sentirá defraudado y engañado por los soviéticos. Pero, ¿engañó Stalin a Roosevelt en Yalta?
Poco después de esta conferencia, Roosevelt confesaría en privado que, "obviamente, los rusos van a hacer las cosas a su manera en las zonas que ocupen", esperando el presidente norteamericano que un marco general de cooperación impediría que la esfera de influencia soviética se convirtiera en esfera de control. Y días antes de su muerte le escribiría a Churchill que, "como usted, he observado con inquietud y preocupación la evolución de la actitud soviética desde la conferencia de Crimea".
Yalta se ha convertido en un símbolo equívoco. Por un lado, el símbolo de la división de Europa; por otro, de lo que en años venideros se llamaría en Estados Unidos la distensión: la idea de que se polía hablar y negociar en términos le política de poder con la URSS, frente a la visión de una Unión Soiiética comprometida a una ilimitada lucha ideólogica.
Los acuerdos principales
Churchill, Roosevelt y Stalin confirmaron en Yalta acuerdos previos sobre la ocupación de Alemania. Estos acuerdos incluían, entre otros extremos, la aceptación de Francia como cuarta potencia ocupante, tanto en la administración aliada como en el control de Berlín.Otras decisiones fueron el apoyo británico y norteamericano a la entrada en la ONU de las Repúblicas soviéticas de Ucrania y Bielorrusia, además de la propia Unión Soviética.
Bajo los términos de un protocolo secreto, Moscú se comprometía a entrar en guerra contra Japón "dos o tres meses después" de la rendición alemana. Las potencias occidentales reconocerían a cambio la independencia de Mongolia Exterior y transferirían a la URSS las islas Sajalin y Kuriles.
Los tres se pusieron de acuerdo sobre el procedimiento de voto del Consejo de Seguridad y se anunció la reunión de una conferencia de las Naciones Unidas en San Francisco, el 25 de abril del mismo año.
Sobre Polonia se llegó a un compromiso para la reorganización y la creación de un Gobierno provisional de unidad nacional. El presidente del Consejo de Polonia en Londres, Arsizemisky, se niega a participar, pero acepta el vicepresidente Mikolajczyk.
A propósito de Yugoslavia, de la conferencia salió una recomendación a Tito y Subatchitch para la formación de un nuevo Gabinete y la ampliación de la Asamblea Antifascista de Liberación Nacional con la entrada de representantes de la última Cámara, a fin de formar un parlamento provisional.
Los tres hicieron pública una declaración de intenciones sobre la Europa liberada en la que se afirmaba la voluntad de promover soluciones por medios democráticos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.