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VÍSPERAS DE LA REUNIÓN DE GINEBRA

El presidente de EE UU se mantendrá firme en su diálogo con los soviéticos

RAMÓN VILARÓ La segunda Administración del presidente estadounidense Ronald Reagan iniciará el 20 de enero su andadura, en el terreno de las relaciones exteriores, con claros signos de distensión hacia la URSS -los próximos días 7 y 8 ambos países conversarán sobre armamento en Ginebra-, al tiempo que mantiene su línea firme, con proyectos de refuerzo militar que llegan hasta la idea de las guerras espaciales.

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Las relaciones con la URSS son el tema central de la política exterior de EE UU, en el contexto de la Alianza Atlántica, sin marginar los intereses en zonas regionales como Centroamérica, Oriente Próximo, Suráfrica y Extremo Oriente.Después de cuatro años de creciente tensión entre Washington y Moscú, donde, la retórica antisoviética de Reagan fue acompañada de los mayores gastos militares norteamericanos en época de paz, el tono ha cambiado desde finales del pasado verano. Por una parte, Moscú ha aceptado que deberá lidiar con una segunda Administración de Reagan. Por otro lado, las teorías de los moderados dentro de la Administración -como el secretario de Estado, George Shultz- han convencido al presidente de que la única vía de entendimiento con la URSS pasa por negociaciones sobre control de armas, además de crecientes inter cambios comerciales.

Estados Unidos vuelve a la mesa de conversaciones con los primeros euromisiles desplegados en Europa occidental. También con programas en marcha para la fabricación de nuevos misiles in tercontinentales MX y, más importante, el proyecto de investiga la nueva generación de un sistema defensivo de armas espaciales, ca lificado popularmente de arsena para una guerra de las galaxias.

A la espera de la continuidad del encuentro de Ginebra, la segunda Administración de Reagan parece haber comprendido que el diálogo con la URSS es obligatorio. Por razones de seguridad, por motivos de limitación del presupuesto público, por la inquietud que muestran los ciudadanos de EE UU ante el temor de: una guerra nuclear y porque Ronald Reagan parece dispuesto a darse un barniz de pacifista en su segunda y última Administración.

Destaca también que la segunda Administración de Reagan comienza con un clima notablemente mejor en sus relaciones con los países aliados de Europa occidental miembros de la (OTAN).

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Dos escuelas

Del ambiente general que prevalezca en el diálogo directo EE UU-URSS dependerá, en parte, la evolución de los conflictos regionales. Centroamérica es otro de los principales capítulos de la política exterior estadounidense. Al igual que las relaciones con la Unión Soviética, hay dos escuelas dentro del clan Reagan en dirección hacia Centroamérica: los partidarios de seguir actuando indirectamente para derrocar al Gobierno sandinista de Nicaragua y los que admiten la posibilidad de que todavía hay esperanzas para un arreglo negociado, ante las críticas del Congreso, de una opinión pública que ve otra vez el fantasma del Vietnam y la inseguridad de que una guerrilla antisandinista logre imponerse en Managua.

Es probable que la segunda Administración Reagan continúe la doble vía de reforzar su presencia militar en el área -con bases en Honduras y apoyo al Ejército de El Salvador- mientras intente condicionar los procesos de paz, como el estimulado por el Grupo de Contadora, a la óptica de Washington.

En Oriente Próximo, la segunda Administración de Reagan sacará la lección del fracaso de la presencia de los marines en Líbano, acosados por sangrientos atentados y con un balance de retirada de la fuerza multilateral de paz que intentó apaciguar Líbano. Después de la inoperancia del plan de paz de Ronald Reagan de otoño de 1982, que preveía una confederación palestina bajo la soberanía de Jordania, EE UU seguirá apoyando a Israel e intentará mejorar sus lazos con los regímenes duros del bloque árabe, Siria e Irak en particular. La decreciente dependencia energética para EE UU y, en menor medida, para Europa occidental del petróleo del golfo Pérsico, podría dar más movilidad a Washington cara a futuras negociaciones en el área.

En el continente asiático, Ronald Reagan continuará la apertura hacia China, estimulada por su primer viaje a Pekín, en abril del pasado año, y por los cambios de rumbo de los líderes chinos que abren importantes perspectivas de futuro para las multinacionales norteamericanas. Continuará -aunque algo limada, tras la visita a Washington de Yasuhiro Nakasone- la guerra comercial con Japón, al tiempo que Washington ve con buenos ojos el refuerzo militar nipón en una zona donde la principal incógnita para EE UU pasa por el futuro de Filipinas, país donde existen importantes bases militares norteamericanas.

En África del Sur, Reagan será menos tolerante con el régimen racista de Petroria, sobre todo debido a las presiones que ejerce la minoría negra norteamericana.

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