Batalla legal en EE UU sobre experimentos de ingeniería genética
Los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) de Estados Unidos, a requerimiento de un tribunal federal, han acordado realizar una evaluación previa sobre los probables efectos que tendrá en el medio ambiente el primer experimento de liberación en la naturaleza de bacterias obtenidas por ingeniería genética. Los institutos, que forman el organismo más importante del Gobierno de los Estados Unidos para investigación en ciencias biológicas y de la salud, se han plegado a realizar un estudio de impacto medioambiental de cada uno de los experimentos aprobados para su realización, pero se resisten a cumplir otros dos requerimientos similares que implican una evaluación mucho más amplia y generalizada.Abogados del Ministerio de Justicia estadounidense han, pedido la revocación de la orden de suspensión de los experimentos, dictada a principios de este verano por el juez John Sirica, en el tribunal federal de Washington. Un portavoz del NIH ha señalado que el estudio del impacto del primer experimento previsto, la suelta de bacterias en una plantación de patatas para aumentar la resistencia de las plantas a las heladas, ya se está realizando y consiste fundamentalmente en un reagrupamiento de los numerosos estudios elaborados hasta el momento.
El experimento, que iba a ser realizado por científicos de la universidad de California, había recibido el visto bueno del NIH el año pasado. Una denuncia presentada por Jeremy Rifkin, escritor que ha mantenido una persistente actitud crítica ante la ingeniería genética, logró paralizarlo, y el tribunal dictaminó que se deberían realizar tres tipos de evaluaciones antes de permitir los experimentos.
Hasta 1978 estuvieron prohibidos los experimentos de ingeniería genética fuera del laboratorio. Ese año se cambiaron las normas -que sólo afectan a organismos oficiales, aunque la industria ha afirmado que las acatará igualmente- para permitir estos experimentos, bajo un estrecho control del NIH.
La ingeniería genética se presenta, según opinión de expertos, como una de las características esenciales que definen la sociedad posindustrial, junto con las nuevas tecnologías.
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