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Galardón a la obra literaria de J. V. Foix

El poeta está preocupado por la supervivencia de la lengua catalana

Foix vive en un modesto piso del barrio barcelonés de Sarriá. Pero no es el piso lamentable de un pobre pensionista (Foix tiene además una prestigiosa pastelería). El comedor, por ejemplo, está presidido por un cuadro de Joan Miró. Foix odia las entrevistas, pero no escatima el tiempo en la charla. Los años -"no sé hasta qué punto vale la pena vivir tanto"- le han mermado la vista y, por las tardes, un lector repasa con él libros y publicaciones periódicas. Foix está muy al tanto de la actualidad, hábito no sólo dél intelectual que es, sino del periodista que fue. Una de sus máximas preocupaciones es la supervivencia del catalán, lengua que considera está en peligro.

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"En las familias polacas o rusas, después de cenar, el padre explica historia y lengua de su país. Y la madre, religión. En Cataluña no existen estos hábitos, hay un pobre sentimiento de catalanismo. Incluso la fonética de los barceloneses está plagada de errores". Para el poeta, la lengua es un valor colectivo pero, también, un patrimonio íntimo que debe mimarse. Y lamenta reiteradamente los descuidos de algunos editores con su obra.Refiriéndose a una antigua edición de su poesía, Foix enumeró 130 erratas. "Cuando yo empecé, iba a la imprenta a llevar el original, repasaba personalmente las galeradas y yo mismo lo repartía".

Pesimismo

Eran tiempos en que un libro de Foix apenas llegaba a los trescientos ejemplares. Ahora se preparan ediciones escolares con tirajes de 6.000 ejemplares. Esta cifra le resulta al poeta casi paradójica. Foix carga de notas pesimistas su contemplación de la cultura ibérica. "Muchos escritores persiguen los honores de un premio. Muchos jóvenes poetas, tanto catalanes como castellanos, desconocen la estructura de su lengua, lo genuino de ella. Creo que los poetas deben hacer su trabajo a conciencia, sin pensar en plataformas de este tipo y que la propia obra los reivindique". Foix comentaba que cuando él, sabio en olvidos e incluso desprecios ajenos, aceptaba un premio, lo hacía siguiendo aquella frase luliana: "por espíritu de común, utilidad".Foix está satisfecho con la actual edición catalana de su obra completa, aunque lamenta que no se aclare el origen de las erratas de anteriores ediciones que, según el poeta, parten del descuido de las editoriales. Traducido a varios idiomas -él recuerda traducciones de poemas suyos en Estados Unidos, Checoeslovaquia y Francia-, es poco conocido en el ámbito cultural castellano. Agradece el esmero de J. A.Goytisolo y algún otro escritor en la traducción de algunos de sus versos, pero acaba de rechazar una antología en castellano porque, comenta alarmado, entre otros errores se traducía "anyell" (que en catalán quiere decir cordero) por "anillo".

A Foix no le apetece hablar de su propia obra. Sin embargo, recibe la visita de estudiantes que le preguntan sobre el sentido de algunos de sus versos y Foix les da su clave, sin voluntad de establecer la interpretación canónica de una obra cuya riqueza no permite banales recetas didácticas.

Imágenes mentales

"Cuando me leen un verso, descubro que es mío, pero no lo recordaba. Muchos de mis versos son imágenes mentales que tienen una traducción fácil". Para Foix el surrealismo no es la escritura automática sino la apertura a un mundo onírico.El poeta, con estas visitas, mantiene un frecuente contacto con la juventud. "Hay hechos peocupantes. Se llega al matrimonio sin amor y, agotado el placer, la pareja dura un par de años. Además me parece lamentable que en los colegios católicos apenas se enseñe doctrina".

También le preocupa la baja natalidad, que disminuye el censo de la población catalana.

El poeta apenas escribe. "Como casi no veo, tengo que dictar y esto complica la tarea". Sin embargo, cuando el pasado mes de octubre fue nombrado doctor honoris causa de la Universidad de Barcelona, redactó unos apuntes para futuros poemas y actualmente se ocupa en un libro sobre el que, a partir de su texto, trabajará Antoni Tápies.

Según Foix, la idea de Acció Catalana fue la de un superpartido, de un movimiento, "de una organización de patriotas destinada a resucitar el sentimiento nacional y el sentimiento de comunidad. Cabían todos y de cualquier partido, monárquico, republicano o socialista, e incluso se animó algún carlista. Para ingresar sólo era necesario que incorporaran a su partido el programa mínimo de Acció Catalana: tener diario en catalán, llevar a los hijos a escuelas catalanas ( ... ) y fomentar la propaganda industrial en la lengua nativa". Foix, cuando escribe recordando aquella época insiste en que no tenía nada que ver con Action Frangaise. "Del grupo, el más maurrasiano era Enric Jardí, que simpatizaba con los sindicalistas de Sorel. Sin embargo, Maurras nos salvó del romanticismo político ( ... ). Además Maurras comulgaba con el federalismo y soñaba con una federación de repúblicas bajo la monarquía".

Según Gabriel Ferrater, en el prólogo a Els lloms transparents, nadie manipuló a Foix para darle una representatividad generacional cuando aún no tenía 40 años. "Pasó mucho tiempo oculto. No precisamente ignorado, pero encubierto bajo la noción de superrealismo". Por otra parte, Ferrater ha destacado la diferencia de formas, dentro de un mismo estfio, de la lírica flaixiana, y enumera el superrealismo de Genrudis y KRTU o los sonetos prepetrarquistas de Les irreals omegues. Joan Fuster aplica la etiqueta de vanguardista a Foix recordando su trabajo de agitación cultural.

Joan Teixidor añade, en sus estudios sobre Foix, su interés hacia la cultura popular que implica retornos a locuciones familiares y formas ancestrales. Joaquim Molas ha destacado la búsqueda de Foix en el terreno de la poética medieval y su sentido ajeno a toda frivolidad de la vanguardia. Foix repite que el poeta no ha de tener otra motivación lírica que la propia poesía. Desear la incorporación de Cataluña a los movimientos vanguardistas era compatible en Foix, como señala el filólogo Joan Colomines, con su fandamentación en las sólidas bases de la tradición. Arthur Terry ha subrayado la paradoja de que un vanguardista provoque observaciones sobre su arcaismo o medievalismo. Para su especulación con la palabra, afirma Terry, Foix se adentra en las fuentes del idioma.

Lo cierto es que la crítica contemporánea a la obra de Foix no recibió de manera unánime su oferta. Tras la aparición de Genrudis (1927), un poeta, quizás Joan Oliver, reclamaba las dos pesetas que le había costado el libro.

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