Juan Pablo II defendió la necesidad de que los Gobiernos financien la enseñanza privada

ENVIADO ESPECIAL Juan Pablo II, en un encuentro celebrado ayer con educadores católicos canadienses, hizo una vibrante defensa del derecho de las familias a que los Gobiernos financien las escuelas privadas de sus hijos, mientras que en un pintoresco acto con cientos de pescadores condenó duramente la explotación que el capitalismo internacional hace de los recursos del mar. Ambos pronunciamientos tuvieron por escenario St. John's, la capital de Terranova, primera colonia británica que había sido objeto de disputas entre británicos y franceses y que, en 1949, de colonia independiente se convirtió en provincia canadiense.

Desde esta tierra, punto. de llega da de la primera comunicación intercontinental vía radio hecha por Marconi en 1901, kilómetro 0 del ferrocarril trascanadiense y el puerto -siempre sin hielo- de América más próximo a Europa, en el que lo s católicos representan sólo el 36% de la población, el papa Wojtila gritó ayer con fuerza: "No podemos dejar a Dios fuera de las puertas de la escuela". Añadió que "un sistema escolástico completamente laico" no responde a la necesidad que tienen los creyentes de "colocar a Dios en el centro de su propia vida".Según el Papa, la sociedad, los Gobiernos que se. proclama pluralistas, tienen la grave obligación, dijo, "de sostener con dinero público aquellos tipos de escuela que responden a las exigencias más profundas de sus ciudadanos".

Del mismo modo, dichos Go biernos deberán garantizar a las comunidades católicas, recalcó Juan Pablo II, la máxima libertad "en materia de preparación de profesores, de edificios, de fondos para la investigación y de formas de financiación".

Defensa de los pescadores

A los pescadores, la mayor parte de ellos no católicos, que escuchaban a Juan Pablo II reunidos con sus familias dentro de sus barcas, el Papa, hablándoles desde una plataforma del embarcadero, les dijo que la falta de trabajo es "una bofetada a la dig nidad del hombre que ninguna política de asistencia social puede compensar plenamente".

Recordando que Canadá ha sido apellidada "el granero del mundo" y que ha sido en el pasado uno de los mayores exportadores mundiales de pescado Juan Pablo II afirmó que es "una paradoja cruel" que muchos de los pescadores vivan sin trabajo en esta tierra rica de recursos marinos mientras en otras partes del mundo millones de personas siguen muriendo por falta de alimentación.

Condenó el Papa ante los pescadores la concentración de la industria de la pesca en pocas manos, subrayando que "las grandes compañías industriales de la pesca están expuestas a la tentación de responder sólo a la demanda del mercado", cosa, añadió el Papa, "que pondría siempre en mayor peligro la seguridad y la distribución de las reservas alimentarias mundiales".

Exhortó a los pescadores a crear cooperativas, augurándoles formas "de copropiedad y asociación", concluyendo que este grave problema difícilmente se podrá resolver en la raíz "sin una planificación a'diversos niveles de Gobierno".