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Primeros contactos oficiales entre el Reino Unido y Argentina desde la guerra de las Malvinas

Soledad Gallego-Díaz

El Reino Unido y Argentina mantuvieron ayer sus primeros contactos diplomáticos desde la guerra de las Malvinas, ocurrida en 1982. Altos funcionarios de los dos países se reunieron en la ciudad suiza de Berna para tratar sobre un posible restablecimiento de relaciones y el futuro del archipiélago, aunque portavoces oficiales del Foreign Office aseguraron que el orden del día no incluye el tema de la soberanía de las islas. Un portavoz argentino manifestó que el problema sería suscitado, pero confirmó que se trata de un "intercambio informal de ideas".El 2 de abril de 1982, fuerzas argentinas desembarcaron en Las Malvinas, un archipiélago situado a 700 kilómetros de sus costas, y proclamaron el fin de 149 años de soberanía británica. La pequeña guarnición militar del Reino Unido se rindió. El Gobierno de Margaret Thatcher reaccionó enviando una fuerza naval que incluía portaviones, cruceros, destructores y submarinos nucleares, hasta un total de 80 buques y transportes de tropas. Al mismo tiempo se iniciaron conversaciones, a través de Estados Unidos y después de Brasil y de Perú, para intentar una solución pacífica. El hundimiento del destructor argentino General Belgrano, ocurrido el 2 de mayo, y en el que murieron más de 300 soldados, significó el fracaso de dichos contactos y el inicio de las hostilidades abiertas. Setenta y dos días después de la invasión argentina, el 4 de junio, las tropas británicas recuperaron el control del archipiélago y Argentina capituló sin condiciones.

La caída del régimen militar que desencadenó la guerra y la restauración de la democracia en Argentina permitieron a Margaret Thatcher dulcificar este año su postura respecto a Buenos Aires. Pasada la euforia de la victoria, los británicos comenzaron a darse cuenta de que la fortificación del archipiélago suponía un coste muy elevado. La guarnición de 1982 era sólo de 69 hombres. Hoy, más de 4.000 soldados protegen permanentemente las islas. El mantenimiento de dicha guarnición y de su equipo militar supondrá, entre 1984-86, cerca de 1.860 millones de libras esterlinas, es decir, unos 400.000 millones de pesetas. Cálculos considerados optimistas señalan que el factor Malvinas le ha costado al Reino Unido más de 2.500 millones de libras.

Una de las primeras personas en denunciar la política de fortificación del archipiélago fue precisamente sir John Nott, que ocupó la cartera de Defensa durante el conflicto. En octubre de 1983, Nott, que para entonces había abandonado la política activa, señaló que la única solución posible era negociar con Argentina, no la soberanía, pero sí, al menos, un arreglo que contemplara los intereses de Buenos Aires y que permitiera al Reino Unido aligerar la presión sobre el archipiélago. El ex ministro se mostró dudoso sobre la posibilidad de construir un nuevo aeropuerto, denunciado por Buenos Aires, e insistió en vías políticas.

En enero de 1984, su sucesor, Michael Heseltine, que visitó personalmente las Malvinas, al igual que había hecho la primera ministra, señaló que el Reino Unido deseaba "reducir la guarnición". Un mes más tarde se supo que el nuevo presidente argentino, Raúl Alfonsín, había recibido una carta de Margaret Thatcher, felicitándole por el retorno de su país a la democracia. Alfonsín hizo entonces un primer movimiento y envió a Londres una propuesta de discusión. Thatcher rechazó la propuesta porque concedía un papel de administradora a las Naciones Unidas e incluía negociaciones sobre la soberanía.

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