_
_
_
_
Reportaje:EL GIGANTESCO NEGOCIO DE LA DROGA

Colombia, el Estado de la cocaína

El presidente Betancur ha declarado el estado de sitio a la Mafia de narcotraficantes

Antonio Caño

ANTONIO CAÑO ENVIADO ESPECIAL Hace 15 años, el principal negocio de Colombia, con cifras mucho menos escalofriantes, era el cultivo y transporte de marihuana, en el que se formaron los actuales campos de la coca. Esto se vino abajo cuando la marihuana se empezó a cultivar en California y México y la mafia norteamericana tomó el control del producto.

Llegó entonces la pasta de cocaína procedente de Bolivia y Perú para ser procesada en centenares de laboratorios distribuidos por el territorio selvático de Colombia que constituye el 50% de la superficie total del país. Desde ahí es transportada por mar y aire hasta Estados Unidos. La capacidad mínima de producción de los laboratorios colombianos es de 500 kilos de polvo de coca por semana, y alguno ha llegado a producir hasta cinco toneladas por mes.

Toda esta maquinaria de hacer dinero, sin comparación con ninguna otra en el mundo, está a punto de derrumbarse o, al menos, se enfrenta a una seria amenaza a raíz del asesinato del ministro colombiano de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla. La misma noche del 30 de abril, en que, el ministro era acribillado a balazos en un barrio residencial de Bogotá, el presidente colombiano, Belisario Betancur, decidía, entre presiones de dentro y fuera del país, la promulgación del estado de sitio para combatir el narcotráfico, que equivale a una declaración de guerra a la Mafia. En otro punto de Colombia, en una lujosa villa de la ciudad de Medellín, se reunían, por su parte, los principales jefes mafiosos: Pablo Escobar, Gustavo Gaviria, Gonzalo Rodríguez, alias el Mexicano, y toda la familia del clan Ochoa. El otro gran narcotraficante, Carlos Ledher, envió un poder por el que se solidarizaba con cualquier decisión que surgiese de la reunión.

Todos se pusieron de acuerdo en la necesidad de replegarse a la espera de condiciones más propicias y abandonaron el país con rumbos desconocidos. A Ledher se le supone en algún lugar de la selva peruana; a Pablo Escobar, en Australia, y uno de ellos parece haber elegido España como punto de refugio. Se trata de Dayro Chica, famoso rejoneador y el más importante criador de caballos de Colombia a quien se le conocen lazos con ganaderos españoles.

Con manos libres para actuar, el Ejército se lanzó, por primera vez en la historia de Colombia, a la búsqueda y captura de los narcotraficantes y de sus instalaciones. En 15 días han sido detenidas más de medio millar de personas, entre ellas, dos jefes defamília; han sido allanadas más de 1.300 fincas propiedad de narcotrafic antes; 14 campamentos con aeropuertos clandestinos han sido destruidos. Más de 200 barcos y 25 aviones han sido confiscados, así comi un centenar de equipos de radiocomunicación y medio centenar de armas de distinto calibre; los mafiosos, en su huida, dejaron cerca de 200 kilos de cocaína, 7.000 pastillas de alucinógenos, 125.000 kilos de marihuana y 80.000 matas de hojas de coca.

Asesinato inútil

La pregunta que la opinión pública colombiana se viene haciendo es si era necesaria la muerte de Lara Bonilla, un verdadero kamikaze en la lucha contra el narcotráfico, para combatir decididamente a la mafia de la cocaína. Hasta ahora, la mayor parte de los jefes mafiosos se movían con entera libertad por cualquier parte del país, algunos concedían entrevistas a la Prensa y ninguno tenía cuentas pendientes con la justicia colombiana.

Los nombres más importantes de la mafia de la coca estaban, sin embargo, reclamados por Estados Unidos, en virtud de un tratado de extradición entre ambos países, ratificado por Washington y Bogotá en 1980, y que Belisario Betancur se había negado hasta ahora a hacer efectivo, recogiendo un sentimiento popular profundamente arraigado en contra de poner en manos de la justicia de Norteamérica delincuentes colombianos.

Betancur se ha visto obligado, sin embargo, con la muerte de Lara, a firmar la extradición a Estados Unidos de Carlos Ledher, a quien la justicia norteamericana le imputa varios delitos cometidos en terr itorio norteamericano; otros 24 colombianos están reclamados por Washington, la mayoría de los cuales se encuentran huidos. El tratado de extradición ha sido siempre objeto de críticas por parte de los narcotraficantes, que amenazaron recientemente con cerrar 800 empresas en las que elloltienen invertidos fuertes capitales y armar un ejército de 18.000 hombres si el Gobierno colombiano hacía efectivo ese tratado.

También amplios sectores de la opinión pública colombiana se oponen, por entender que supone un atentado contra la soberanía nacional. Los capos de la Mafia colombiana son personajes que despiertan grandes simpatías en las regiones en que viven. Casi todos son de extracción popular y parecen acallar su mala conciencia de participar en un negocio sucio con generosas donaciones a los pobres, construcción de viviendas gratuitas, creación de equipos de fútbol, construcción de estadios deportivos; de esta manera consiguen lavar su dinero. Los dueños de la cocaína poseen fortunas incalculables. Entre las 20 personas más ricas del mundo figuran diez colombianos, y a alguno de ellos, como Pablo Escobar, se le calcula una. fortuna superior a los 5.000 millones de dólares (775.000 millones de pesetas). En muchos kilómetros alrededor de donde ellos viven no existe la pobreza, y los campesinos humildes que reciben gratis una casa y una cantidad de dinero no preguntan de dónde viene.

Los narcotraficarites colombia

Colombia, el Estado de la cocaína

nos se dedican exclusivamente a la cocaína, y no invierten el dinero en proyectos estables. Pablo Escobar tiene un zoológico con 500 especies procedentes de todos los rincones del mundo, que cualquiera puede visitar gratuitamente. La finca del clan Ochoa está también poblada por canguros y camellos. Uno de los Ochoa gasta una fortuna en alimentar, a dos loras africanas que sólo comen un producto que hay que buscar en un recóndito lugar del continente del que son originarias..Aparte de esto, la población colombiana de las grandes ciudades no tiene hasta el momento consciencia de que el tráfico de cocaína sea un delito contra la humanidad y que haya que tratarlo como tal. Ese producto apenas se consume dentro del país, si no es por los mas pudientes, y solamente la reciente fabricación del bazuco (un derivado de la cocaína que fuman los estudiantes y las clases populares) ha servido de advertencia del peligro que supone la fabricación de narcóticos y ha comenzado a crear la alarma en la sociedad. Numerosos intelectuales y políticos colombianos consideran que el problema del consumo de cocaína es un problema de Estados Unidos, y debe ser solucionado deteniendo la demanda en aquel país. Según este punto de vista, ampliamente compartido por los colombianos, resulta de un cinismo mayúsculo que Estados Unidos exija a Colombia acabar con el narcotráfico cuando las autoridades norteamericanas, dotadas de la más desarrollada tecnología del mundo, no consiguen impedir que aviones cargados de cocaína aterricen diariamente en los aeropuertos de Esta dos Unidos. En este ambiente ha crecido la hipótesis de que el asesinato del ministro Lara Bonilla fue organizado por la Drug Enforcement Agent (DEA), agencia norteamericana para la lucha contra la droga. No se descarta tampoco que el atentado fuese perpetrado por la ultraizquierda con objetivos desestabilizadores; por la ultraderecha, para atacar a Betancur; por Carlos Ledher, que ya había amenazado a Lara; por personajes políticos que se sentían amenazados por la audacia del ministro y, la que parece la hipótesis más fiable, por narcotraficantes medianos, deseosos de mover el escalafón de la Mafia.

Una séptima hipótesis relaciona el asesinato con una supuesta conexión de los narcotraficantes con los grupos guerrilleros, lo que ha creado la nueva figura del narcoguerrillero. Según esta versión, la muerte de Lara habría sido una venganza por el hallazgo de la finca Tranquilandia, de la que fue desalojado un grupo guerrillero en posesión de grandes cantidades de marihuana. La presunta colaboración entre el narcotráfico y la guerrilla fue sugerida por el embajador de Estados Unidos en Colombia, Lewis Tambs, quien aseguró que una planta procesadora en los llanos del Yari, en donde encontraron, el pasado mes de abril, 12.500 kilos de coca, contaba con protección comunista. La suposición, que hasta ahora no ha sido respaldada por ninguna prueba, fue rápidamente coirroborada por el ministro de Defensa., generalMatamoros, quien advirtió que la narcoguerrilla es una nueva amenaza para la democracia. Las acusaciones contra la narcoguerrilla tienen su procedencia en la vinculación establecida por el presidente norteamericano Ronald Reagan entre el régimen de Fidel Castro y el tráfico de narcóticos. Los elementos principales de esta acusación son la estrecha amistad que existía entre Fidel Castro y el desaparecido dirigente- del grupo guerrifiero colombiano M- 19, Jairne B ateman, y entre éste y el conocido narcotraficante Jaime Guillot Lara.

Una destacada personalidad política colombiana, tan cercana al Gobierno como a la guerrilla, asegura "que los guerrilleros están ligados al narcotráfico de manera aislada, como lo pueden estar los militares, los curas o los políticos, pero no puede aceptarse de ninguna manera el término narcoguerrillero".

Al margen de diferencias de criterios en los casos en que deba ser utilizado el estado de sitio, el Ejército está cumpliendo eficazmente su misión contra las drogas, y esto le permite mejorar su imagen interna. Falta por conocer cuál será la reacción de los maflosos, que dificilmente se resignarán a perder esta guerra sin combatir.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_