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La destitución de 21 generales de la aviación culmina la renovación militar en Argentina

La destitución de la plana mayor de la fuerza aérea argentina, decretada ayer por el Gobierno de Raúl Alfonsín, culminó el proceso de renovación de mandos militares prometida por el presidente radical antes de su acceso al poder, el pasado mes de diciembre. Un total de 21 brigadieres cesaron en sus cargos, y con ellos pasó al retiro una hornada de altos oficiales emparentada con las tres anteriores juntas militares.

Tanto en el Ejército de Tierra como en la Marina de Guerra esos cambios se produjeron automáticamente al finalizar el año pasado por efectos del sistema anual de promociones internas que ambas fuerzas tienen.En la fuerza aérea argentina se habían producido grandes cambios, quizá los más profundos del sector castrense, tras la guerra de las Malvinas, pese a que en aquellos combates los aviadores derrocharon valor y profesionafidad. Pero en los grados inmediatamente inferiores a los de brigadier -comodoros y vicecomodoros- subsisten graves diferencias con sus mandos por considerar que no eran "combatientes".

Las renovaciones producidas al finalizar 1982 en la fuerza aérea fueron impuestas por ese generalizado malestar y con objeto de no provocar nuevos disturbios a un régimen militar que llegaba a su fin.

Tras la guerra, tanto la fuerza aérea como la Marina se retiraron momentáneamente de la Junta Militar para efectuar su propio proceso de depuración sin injerencias exteriores.

El ministro de Defensa del Gobierno constitucional, Raúl Borrás, se encontró ante una dificil tarea de limpieza: debía desarmar jefaturas castrenses que se habían enquistado profundamente en el aparato de administración del poder.

Hábil componedor, Borrás negoció compromisos y logró la remoción natural de los mandos del Ejército, eliminando de un plumazo a casi 30 generales del escalafón. Lo mismo hizo con la Marina.

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La fuerza aérea es mucho más homogénea, y por ello la negociación se ha dejado para el final.

Una muestra de la dureza de la gestión la dio el reciente retiro forzoso del brigadier Alberto Simari, ex secretario general del arma. Este oficial encabezó el llamamiento de toda la fuerza aérea, que exigió mejor presupuesto y mayor preponderancia de este arma en el planteamiento militar.

Su discusión con el ministro Borrás y el retiro dispuesto por el presidente Alfonsín demoraron hasta hoy la sanción del decreto que dispuso la destitución de los 21 brigadieres.

Ahora parece haberse despejado el campo. Los nuevos mandos, que se pronuncian abiertamente por el profesionalismo, representan un potencial aliado de la política oficial, empeñada en estructurar fuerzas armadas móviles, pequeñas y de gran eficacia.

Por otra parte, los generales retirados Mario Benjamín Menéndez, ex gobernador militar de las Malvinas, y Óscar Jofre, ex jefe de las fuerzas terrestres durante la guerra argentino-británica, quedaron ayer a disposición del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, ante el que comparecieron. La medida les obliga a permanecer en Buenos Aires, si bien gozan de libertad.

El máximo órgano de la justicia militar castrense está llevando a cabo una investigación sobre las responsabilidades de la contienda bélica.

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