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Reportaje:

La guerrilla y la lechuza electrónica

La guerra de El Salvador entra en un período tecnológico, en el que será cada vez mas problemático para la guerrilla responder con medios adecuados

El Salvador vive en guerra desde hace tres años. Las elecciones celebradas el pasado domingo servirán para reequilibrar las fuerzas en el interior del bando gubernamental, pero no alteran la marcha de la guerra, salvo por el hecho de que la Administración Reagan se sentirá a partir de ahora más legitimada para aumentar la asistencia militar a un Gobierno elegido en las urnas y, si fuera preciso, acudir a salvarlo con sus marines. El proceso electoral sirve así de coartada a una escalada bélica que se traducirá en una creciente tecnificación del conflicto.

Los aviones espías OV-1 Mohawk, que desde el mes de febrero sobrevuelan el territorio salvadoreño casi permanentemente, han introducido la alta tecnología en esta guerra. Estos radares volantes, capaces de detectar grupos de 12 hombres aun de noche, han permitido al Ejército retomar la iniciativa después de los reveses sufridos en el último trimestre del pasado año.El comandante guerrillero Joaquín Villalobos manifestó días atrás, en Radio Venceremos, que los Mohawk han evitado el colapso del Ejército. Aunque sin llegar a tanto, el jefe de la tercera brigada de infantería, teniente coronel José Domingo Monterrosa, admite que "nos están ayudando mucho".

El servicio de inteligencia de FMLN (Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional) asegura que diariamente se registran 137 vuelos de observación sobre El Salvador, un país cuya superficie es apenas mayor que la de Zaragoza.

Las emboscadas, que han sido la táctica más eficaz de la guerrilla, se vuelven más difíciles, aunque durante el fin de semana electoral se demostró que el sistema tiene fisuras, ya que en menos de 24 horas el FMLN sorprendió a dos patrullas del Ejército en Tecoluca y Tejutepeque, causando más de 60 muertos.

En una guerra desigual en cuanto a armamentos y número de combatientes, la guerrilla contó siempre a su favor con el factor sorpresa y una gran movilidad nocturna de sus columnas. Eso empieza a desaparecer bajo los ojos de estas lechuzas electrónicas. El FMLN se vuelve a su vez vulnerable a las emboscadas, de las que prácticamente se había librado desde que en enero de 1981 recién iniciada la guerra, sufrió su derrota más seria, con un mínimo de 90 muertos, tras la detención de una mujer que servía de correo.

Eran aquellos tiempos en que el FMLN carecía de equipos de radio y debía transmitir sus órdenes mediante correos humanos. Su escasez de fusiles le obligaba a entrenar a sus combatientes con palos La munición se repartía con cuentagotas, de forma que los nuevos guerrilleros realizaban sus prime ras prácticas de tiro en asaltos reales a las unidades más vulnerables del Ejército.

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Veteranos del Vietnam

La adquisición de modernos equipos de transmisiones y el reabastecimiento de armas mediante la requisa al Ejército permitieron a la guerrilla equilibrar fuerzas e incluso tomar la iniciativa temporalmente en los departamentos orientales del país y en Chalatenango. El subsecretario de Defensa norteamericano, Fred Ikle, acaba de reconocer que la mitad de las armas que envía Estados Unidos a El Salvador terminan en manos de los insurgentes.El empleo sistemático de aviones espías constituye un salto cualitativo en esta guerra. El Pentágono trata así de romper el equilibrio por medio de la información. Según la teoría que manejan los asesores estadounidenses, un conocimiento puntual de los movimientos del FMLN permitirá al Ejército concentrar su capacidad de fuego (aviones, artillería, helicópteros) en determinados lugares sin necesidad de recurrir a las costosas operaciones de rastreo que han venido movilizando a 4.000 y más soldados.

Un analista próximo a las posiciones de los insurgentes admite que la guerra entra en un período tecnológico, en el que será cada vez más problemático para la guerrilla responder con medios adecuados. "Sólo podrá hacerlos Cuba y Moscú se involucran abiertamente en el conflicto, pero eso parece poco probable. En caso contrario, la iniciativa global debe pasar a manos del Ejército en los próximos meses".

Otros opinan, sin embargo, que los Mohawk ya fueron utilizados en Vietnam, sin que ello alterase la relación de fuerzas. Pero las reducidas dimensiones de El Salvador multiplican su eficacia, y la densidad demográfica, superior a la de Holanda, impide que, salvo en determinadas zonas, la guerrilla pueda moverse a través de grandes corredores subterráneos como los que construyó el Vietcong.

316 aparatos en actividad

El avión OV-1 Mohawk, que fabrica la empresa Grumman Aerospace Corporation, quinta en el ranking de la industria bélica estadounidense, se usó por primera vez en el sureste asiático. Pese a tratarse de un, aparato superado, continúa en operación debido a su versatilidad, ya que alterna sus funciones de bombardero liviano con las de observador. Los instrumentos de espionaje se han actualizado, por otra parte, de acuerdo a los progresos tecnológicos en este área.Según la tercera edición de Arsenal of Democrapy (diciembre de 1982), el Ejército norteamericano mantiene en actividad 316 aparatos OV-1 Mohawk en sus distintas versiones. Israel adquirió 28, y otros 2 están siendo usados a título de préstamo por las Fuerzas Armadas de la República Federal de Alemania. La producción total se eleva a 375 aviones.

En Vietnam realizó tareas polivalentes, para lo cual fue equipado, según los casos, con cohetes, napalm, bombas de fragmentación, ametralladoras de 7,62 mm. y bombas convencionales de 500 libras. Puede cargar seis de estas últimas como máximo.

Movido por dos motores de turbohélice, tiene una autonomía de 1.600 kilómetros y una velocidad de crucero de 480 kilómetros por hora. El precio medio, que varía según los equipos electrónicos, es de 1,6 millones de dólares (unos 235 millones de pesetas).

Los OV-1 disponen de un radar que puede mirar al mismo tiempo hacia abajo y hacia los lados. Está dotado de un sistema de cámaras de televisión de rayos infrarrojos, con una abertura focal de 180 grados. La película se transmite en directo a la base hondureña de Palmerola, donde es procesada por un ordenador. Una concentración humana superior a 12 personas se detecta por los cambios de temperatura, aunque un rebaño de vacas puede producir a veces efectos similares.

Un total de 600 especialistas norteamericanos en inteligencia militar analizan las imágenes y transmiten la información a Washington y al comando sur, estacionado en Panamá. El Estado Mayor salvadoreño recibe a su vez los datos relativos a este país, que comunica por radio a los comandantes militares.

El plan de vuelos se determina en la base hondureña de Palmerola, donde radica el centro de mando de estos aviones espías, pero el Estado Mayor salvadoreño puede también solicitar el rastreo de una determinada zona con carácter prioritario.

Las últimas grandes operaciones que ha llevado a cabo el Ejército al norte de Morazán y San Miguel contaban con los datos suministrados al momento por los espías aéreos. Esto explicaría, por ejemplo, que sobre la marcha se modificasen determinados planes en una reunión celebrada en Corinto, con participación del jefe de los asesores norteamericanos, coronel lan Stringham; el titular del Estado Mayor, coronel Adolfo Blandon, y los dos jefes de operación, tenientes coroneles José Domingo Monterrosa y Arturo Cruz.

Un tema tan fundamental en una guerra, como es la información, está ahora bajo exclusivo control de los norteamericanos. El siguiente paso es diseñar directamente los planes de cada momento. Con ello se cumple la denuncia, tantas veces formulada, de que los salvadoreños se limitan en este conflicto a poner los muertos.

Esta fase tecnológica de la guerra está aún en un período incipiente. Resulta prematuro tratar de adivinar cuál será la respuesta de la guerrilla, que procurará, sin duda, sacar un mayor provecho a su infiltración en el Ejército, admitida abiertamente por un alto jefe castrense. De lo que no hay duda es de que la guerra casi artesanal de 1981 pasó a la historia. El Pentágono ha introducido en el tablero una nueva ficha: su tecnología militar.

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