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El triángulo hispano en América Latina

Argentina ha hecho conocer a los países del grupo de Contadora que otorga todo su apoyo a la gestión que realizan en América Central. Se trata de la primera vez que estos países (México, Colombia, Venezuela, Panamá) son avalados de forma tan categórica fuera del apoyo que ya brindaron España y Francia en distinto grado. También es la primera vez que uno de los grandes de América alejado de la zona del Caribe toma posición en lo que hasta ahora se calificaba de conflicto regional.Es indudable que al presidente Raúl Alfonsín le hubiera interesado ser miembro del grupo de Contadora. En numerosas ocasiones durante la campaña electoral, y varias veces en las siete semanas de ejercer el Gobierno, ha expresado coincidencias totales con bases esenciales de la política del grupo de Contadora: autodeterminación de los pueblos de América Central, retiro de tropas extranjeras, dernocratiz ación de los regímenes internos, oposición a toda intervención extranjera..., despertando profundos ecos en el Congreso de Estados Unidos, un recinto donde se discute y analiza toda decisión del presidente Reagan sobre América Central. Argentina se ha convertido en una voz importante y convincente en los diálogos reservados que se mantienen con legisladores de ambos partidos políticos norteamericanos. Recientemente hubo varias visitas a Buenos Aires de miembros del Congreso, destacándose la de los senadores Howard Baker y Charles Mathias, el primero jefe de la bancada republicana en el Senado, y el segundo permanente crítico republicano de la política de Reagan en el Caribe. Ambos fueron informados que Buenos Aires coincide con el grupo de Contadora.

Las permanentes crisis. que atraviesa la política de Estados Unidos en El Salvador se originan en una circunstancia básica: la imposibilidad del presidente Reagan de lograr un mejoramiento de la situación de los derechos humanos en el más minúsculo de los países caribeños. Nadie mejor que el Gobierno democrático argentino para pronunciarse contra la violencia de los derechos humanos, arrojar nueva luz y otorgar nuevos significados a la política norteamericana hacia la región. Nadie con más autoridad moral y conocimiento de causa. Argentina podrá acercar una nueva exigencia así como un nuevo enfoque a la tribuna de la Organización de Estados Americanos (OEA) con sede en Washington, obligando a la Casa Blanca a respuestas más concretas que las evasivas acostumbradas. Asimismo, el Gobierno democrático argentino, con los elementos de juicio que ya obran en su poder sobre la represión militar y los nuevos tipos de genocidio, podrá llevar los casos de Guatemala, Honduras y El Salvador (tres aliados de Estados Unidos en el Caribe) ante el importante foro de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra.

Argentina se apresta, además, a ingresar a la Corte Interamericana de Justicia, con sede en Costa Rica. Este tribunal debía convertirse, cuando fue ideado, en el ámbito independiente al cual podrían recurrir los ciudadanos de cualquier país de América cuyos derechos fueran violados por los Gobiernos de sus respectivos países. El tribunal debía convertirse también en el complemento necesario de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA. De más está decir que nunca recibió las ratificaciones suficientes. El ingreso de Argentina crearía un nuevo foro de importancia para enjuiciar la actual política de Estados Unidos en el Caribe.

Hasta hace poco tiempo, España era el único aliado externo de importancia con quien contaba el grupo de Contadora. Con el apoyo sin reservas que Argentina ha otorgado a este grupo, el triángulo se ha cerrado y consolidado entre el Caribe, España y el Cono Sur de América Latina. A esto ayudará, sin duda, el hecho de que cada vez que los derechos de la España democrática a hablar por la pacificación del Caribe sean enjuiciados por Washington o los regímenes totalitarios del Caribe, esos derechos serán también defendidos por Argentina en forma similar a la clara posición que al respecto muestran México, Venezuela, Colombia y Panamá. La relación especial que existe entre España y América Latina ha encontrado un nuevo e importante defensor.

La decisión argentina de prepararse a desarrollar un rol en América Latina se verá fortalecida por la rapidez con que ha enfocado las dos situaciones críticas de su política externa: los conflictos con Chile y el Reino Unido. En ambos casos ha reiterado una negativa tajante a recurrir a las soluciones militares.

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En ambos casos también ha decidido que la única vía posible es la negociación. En el caso del conflicto con Chile por las tres islas del canal de Beagle, la negociación -hasta ahora estancada- fue re¡niciada con una declaración de paz y amistad proclamada en la sede del Vaticano. En el caso de las islas Malvinas, el presidente Alfonsín ha propuesto negociar con el Reino Unido en el marco de las Naciones Unidas, exigiendo únicamente dos requisitos que difícilmente Londres pueda rechazar: reducción de tropas británicas, en las Malvinas y supresión de la zona marítima bajo control inglés en el Altántico Sur.

El enfoque pacifista de estas dos cuestiones servirá al Gobierno de Buenos Aires para presentar buenas credenciales en la declarada intención de mantener un papel preponderante junto al grupo de Contadora y a España en la pacificación y democratización de América Central.

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