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El rearme en Europa

La interrupción por parte soviética de las conversaciones sobre euromisiles no cierra totalmente la puerta al diálogo con EE UU

Las negociaciones norteamericano-soviéticas sobre la reducción de armas estratégicas de alcance medio (INF-euromisiles) fueron interrumpidas ayer oficialmente al término de prácticamente dos años de discusiones y algo más de 250 horas de trabajo. El último encuentro, el 111 según el orden cronológico, tuvo por escenario las dependencias de la Agencia de Desarme de Estados Unidos y fue el más breve de todos los celebrados: apenas 25 minutos, al término de los cuales el embajador soviético Yuli Alexandrovich Kvisinski confirmaba "el fracaso".

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Poco después, el jefe de la delegación estadounidense, Paul Nitzche, hacía público un comunicado en el que lamentaba "el desaire" de los sovieticos. La nota de prensa, breve y escueta, calificaba de "injusta y deplorable" la decisión unilateral de Moscú de abandonar las negociaciones, al tiempo que reiteraba los deseos de Washington por seguir discutiendo "hasta llegar a un acuerdo". Sóle entonces, concluye el comunicado, nuestros dos países habrían asumido sus responsabilidades en favor de la paz.La interrupción de las negociaciones no supone, en ningún caso, ni ruptura ni portazo. Aunque en la práctica equivale a un aplazamiento sine die, la fórmula encontrada por ambas delegaciones es suficientemente elástica como para dejar abierta la puerta del diálogo. Si bien es verdad que intencionadamente no se ha fijado ni fecha para el próximo encuentro ni adquirido, siquiera, el compromiso de reanudar las negociaciones, es muy posible que después de transcurrido algún tiempo Moscú y Washington decidan de nuevo volver a la mesa de las discusiones. El problema es saber cuándo y en qué forma....

Los observadores pronostican un período corto de acusaciones, silencio y forcejeo, para después, presumiblemente, acabar fusionando los euromisiles con las conversaciones START (reducción de armas estratégicas intercontinentales), cuyo proceso negociador continúa, estando prevista para el martes la proxima reunión.

Otra prueba evidente de que la delegación soviética volverá a Ginebra la constituye el hecho de que no se ha atrevido a anunciar una ruptura definitiva, sino una mera suspensión. De ahí que los americanos tengan "fundadas esperanzas" de que regresen, dijo Nitze, en su propio beneficio, en el nuestro y del mundo entero". La Administración Reagan, insistió, está empeñada en lograr una solución negociada que satisfaga las necesidades legítimas de seguridad de todos los interesados, y para ello no escatirmará esfuerzos por limar asperezas, esclarecer posiciones y reconciliar las divergencias.

El jefe de la delegación norte americana reiteró, por otra parte, la voluntad de la Casa Blanca por llegar a un acuerdo de desarme "mutuamente aceptable". Estados Unidos, advirtió, está dispuestos a poner fin al despliegue de cohetes, e incluso a retirarlos, si se logra un compromiso equitativo para limitar o reducir los misiles americanos y soviéticos.

Al referirse al programa de la OTAN de diciembre de 1979, que prevé las instalación de 572 misiles Pershing 2 y de crucero durante los próximos cinco años. Nitze recordó que eso no constituía un secreto para nadie y que su única finalidad era contrarrestar la amenaza de los SS-20 soviéticos, cuyo contingente alcanza en la actualidad las 360 unidades de cabeza nuclear triple.

Desde el 30 de noviembre de 1981, fecha en la que comenzaron las negociaciones, las ofertas de desarme se han ido sucediendo: la primera la formuló Washington.

La famosa opción cero, que suponía la renuncia de la OTAN a la instalación de los misiles Pershing 2 y de crucero, exigiendo como contrapartida. el envío a la chatarra, el desmantelamiento total, de los SS-20 soviéticos que amenazan la seguridad de Europa occidental. La última oferta también la hizo, hace unas semanas, la Administración Reagan, fijando en 420 el tope de cabezas nucleares. Moscú, mientras tanto, ha ido ofreciendo sucesivas reducciones de sus arsenales bélicos, pero a cambio pretendía incluir en la negociación las fuerzas nucleares de Francia y Gran Bretaña. Otra de las exigencias básicas del Kremlim era una moratoria en el programa de la OTAN mientras no se llegase a un acuerdo.

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