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Contrabandistas y furtivos tratan de imponer, con tiroteos, su 'ley' en las rías gallegas

Manuel Rivas

La ley lo tiene difícil en la ría de Arosa. Pescadores y mariscadores han denunciado ante la opinión pública connivencias entre contrabandistas y furtivos, un entramado de corte mafioso, con visos de enraizarse, y que intenta disuadir violentamente a las gentes que tratan de racionalizar la explotación marisquera. A la misma hora que con gesto crispado nos enseñaban en Rianxo los impactos de bala que estuvieron a punto de enviar al otro mundo a dos vecinos, cerca de Villanueva de Arosa una veintena de personas arrancaba a la Guardia Civil de las manos un presunto contrabandista, detenido tras estrellarse su planeadora (lancha rápida) contra una batea mejillonera. La Luna transportaba 40 cajas de tabaco rubio americano valorado en más de tres millones de pesetas.En un bar de los bajos de la Cofradía de Rianxo hablan de farwest, mientras en la televisión retumba un tiroteo ficticio y aúllan las sirenas. Mosquera, apoyado en la barra, tiene un aire lejano y preocupado. La familia. Consume el pitillo sin apenas despegarlo de los labios. Es su medio de vida, pero quizá deje esto de la vigilancia. Demasiada angustia, ya. Demasiadas amenazas, en mar y en tierra. "Agresiones como las del otro día", dicen en la cofradía, "van destinadas a anular la poca vigilancia que existe en la ría actualmente, tratan de conseguir el desmantelamiento del marisqueo organizado; no, no son casos aislados, venganzas particulares o enfrentamientos entre localidades, son acciones perfectamente planificadas para imponer el terror". También un vigilante de Puebla del Caramiñal sufrió recientemente un atentado con arma de fuego.

Antes de hablar con Mosquera en Rianxo y de tantear el diámetro siniestro de los impactos en la Segunda Anguía, Andrés, el guarda jurado de la Cofradía de Riveira, nos había llevado en su lancha hasta la Redonda Vella, una panza de piedra que señala el límite de la concesión que cuidan con mimo todo el año para que la almeja consuma el ciclo. El mar no aconseja ir más lejos, pero desde aquí se dibuja la silueta de Sálvora. Cerca de la playa Dos Bois, en esa isla, Andrés tuvo que disparar varios tiros al aire con su rifle reglamentario para evitar el abordaje de la embarcación Cielo Azul, con base en Cambados, que se encontraba junto con otras 17 planeadoras faenando con el can, arte de pesca totalmente prohibida por sus efectos destructivos y esquilmatorios. Días después, ante el comandante de Marina de Villagarcía, tendría lugar la vista. La Cielo Azul podrá soltar amarras de nuevo, tras pagarse una fianza de 49.000 pesetas. Pero la Cofradía de Riveira ha llevado el asunto ante los tribunales ordinarios. "La acción criminal del abordaje no puede quedar impune; hay vigilantes en la ría que estuvieron cerca de la muerte por hechos áimilares".

Andrés conduce con seguridad la lancha de vigilancia, cedida por la Xunta, y saluda a los mariscadores que desde la dorna estrechan el pecho arañando con la vara el fondo del mar. Aunque es un hombre joven, ha trabajado desde niño en el mar y sabe lo que es tirar de ese instrumento, que a veces llega a tener un mango de 18 brazas. La vara es la antítesis del can. Un arte selectivo cuyo rendimiento se mide en sudor, pero que permite, cuando existe voluntad solidaria, trabajo para más, mejor distribución y, sobre todo, preservar el pan del futuro. Quizá por eso Andrés Sampedro cree en lo que hace. Alimenta a cuatro hijos con las 50.000 pesetas que cobra el mes, después de pagar 20.000 en alquiler de vivienda, y por un traba o que le obliga a estar en vigilia j

permanente. "Pero no me quejo, diga usted que no me quejo: en este país hay mucha gente sin salario". Andrés tuvo cuatro o cinco ofertas de soborno para hacerse el loco ante los furtivos y los del can. "Todo esto está muy entrampado, sabe, muy entrampado".

Modelo de participación

Las cofradías de pescadores, con sus respectivas agrupaciones de mariscadores, de Rianxo y de Riveira, son dos modelos de participación democrática y de explotación racional de los recursos en una ría, la de Arosa, escenario de una cruenta encrucijada. Tito Ucha, secretario general de Comisiones Marineras, lo expresaba a su manera: "Lo que se dirime aquí es un conflicto entre piratería y ley, un modelo a la siciliana, donde campen a sus anchas contrabandistas y furtivos, frente a un modelo danés, en el que el respeto a las normas y el cultivo garanticen una riqueza permanente". A Ucha le intentaron linchar en la Isla de Arosa hace dos años por defender estos principios. Ahora las cosas han cambiado, en parte, en la Isla. La esquilmación de las playas, los métodos violentos del anterior cabildo, han hecho reflexionar a las gentes, que han elegido a otros representantes. Los de la Isla pueden faenar este año en una playa cedida por los de Riveira de su concesión y se han unido con ellos, con Rianxo, con los mariscadores de la ría de Vigo, con los alcaldes de la zona, con numerosas voces, para pedir una policía autónoma del mar, un servicio especial de vigilancia que les alivie del actual. estado de emergencia, una acción de gobierno que se preocupe por el mar y sus problemas y una legislación que impulse el cultivo marino y la acuicultura. "Si las autoridades no actúan enérgicamente, las cofradías tendremos que pensar en tirar la toalla", dice el patrón mayor de Riveira, "porque estamos costeando con nuestros fondos los servicios de, vigilancia; sólo en averías de la lancha pagamos este año medio millón de pesetas".Rianxo y Riveira labran surcos de futuro en la ría. También en la de Vigo, después de trifulcas y de que los mariscadores más conscientes aguzaran el instinto de supervivencia, se ha restablecido el clima de paz. Callma reforzada por un régimen de colaboración entre la Guardia Civil y la Armada, impulsado por el propio gobernador civil, Virginio Fuentes. ¿Qué sucede en Arosa para que los cofrades de Rianxo hablen de un paraíso de piratería en un comunicado público? La ría, ciertamente, es un paraíso, recortadaen pequeñas calas donde las olas mueren en lo verde. Ese paisaje pintado por Castelao, el rianxeiro universal y escanciado en prosa y verso por sus paisanos Rafael Dieste y Manuel Antonio. Ahora alguien tendría que escribir una novela negra. O gris. Del color de muchas planeadoras que reposan, en aparente inocencia, en Corbellón, San Miguel o Combados. "Las pintan así para despistar", dice Andrés. Amparadas en la noche, y a veces en pleno día, vuelan más que navegan, con motores de caballaje ilegal, desafiando lanchas de vigilancia y lo que les echen.

"La gente que tiene aquí una planeadora de 150 caballos no la utiliza precisamente para hacer deporte", dice Romulado Irixoa, otro miembro de Comisiones Marineras. "Las leyes establecen una clara proporción entre tonelaje y potencia del motor, y con una revisión a fondo se pondría fin a muchos desmanes, porque son esas planeadoras las que se utilizan alternativamente para el marisqueo furtivo, para esquilmar la ría con el can, y para el contrabando". Irixoa fue condenado, en consejo de guerra, hace ahora dos años, a 10 meses de prisión, acusado de encabezar una manifestación de mariscadores que exigían una actuación enérgica contra el furtivismo ante la Comandancia de Marina de Villagarcía. "Un mes después de aquella manifestación sería relevado el comandante. Nosotros también pedíamos una investigación en algunas ayudantías de Marina, que se inició, pero que finalmente fue paralizada".

Policía autónoma del mar

Nadie quiere, no obstante, cargar las tintas sobre la actuación de la Marina. "El tema no es ése; al igual que no nos imaginamos al Ejército patrullando las calles de una ciudad para garantizar el orden público, tampoco consideramos normal que la Armada esté en permanente estado de emergencia. Nosotros lo que pedimos es un servicio específico de costas, de carácter civil, semejante al que existe, sin ir más lejos, en Estados Unidos". El problema para los sindicalistas o los portavoces de las cofradías no se agota en la indefensión. "Ni la Xunta ni el Gobierno central valoran en sus justos términos la riqueza que encierran las rías: se está importando berberecho en enormes cantidades mientras se permite la esquilmación de un vivero natural tan extraordinario como O Testal, en Noya, mientras se entregan concesiones de playas a multinacionales, mientras se autorizan las llamadas guías de marisco, que son una tapadera para que circule el que es fruto del furtivismo o en época de veda, mientras se, suspenden los trabajos de investigación y se despide a los pocos científicos que trabajan en las costas gallegas".En los años sesenta, la zona, como toda Galicia, conoció una intensa emigración. Pero ahora muchas puertas, sea en la cuenca del Rhur o en una plataforma petrolífer a en el mar del Norte, están cerradas. La gente vuelve los ojos a la ría. Ya no sonríe escéptica cuando le hablan de los japoneses trabajando en el fondo del mar como una huerta. "El año pasado gané en la temporada de la almeja medio millón de pesetas", dice Francisco Rey, "y con eso y dos meses a la palometa podemos ir tirando". Ha dejado la pequeña dorna en el muelle de Riveira y ahora guarda cola en la lonxa, con su saqueta de almeja roja. "La blanca es la mejor, depende de los fondos

Hoy las pagarán a 600 o 700 el kilo. Cuando llegue al consumidor, en un bar o restaurante de la metrópoli, tendrá que sacar varios verdes de la cartera. Garantizar los mínimos, controlar de alguna forma una comercialización plagada de intermediarios es uno de los grandes retos con que se enfrentan cara el futuro.

De todas formas, la racionalización establecida en el cultivo del marisco por la agrupación y la cofradía ha dado resultados sorprendentes: 132 millones de pesetas en 1982 por 69 millones el arlo anterior. "Y eso", dice Primero, el patrón mayor, "que la zona de concesión es muy pequeña y hemos pedido su ampliación; hemos empezado ya, además, a sembrar caramuxo (bígaro) y ostra".

Esas gentes que siembran y cuidan la mitad del año para luego poder recoger no aceptan la relación paro/furtivismo o paro/contrabando. "El problema es doblar la espina y tener un sentido de solidaridad", exclama el vicepresidente de la cofradía de Rianxo, un hombre fornido y vehemente. "Hay quien gana con una partida de tabaco lo que a uno de nosotros le cuesta el trabajo de todo un año; es muy fácil hacer demagogias, pero la realidad es que esa es mala gente, y, si les dejan, van a acabar por cobrarnos un impuesto para poder salir al rnar". Y termina con -su lógica contundente: "Todos estamos al borde del paro o tenemos hijos sin trabajo, pero la solución no es ir a por el dinero fácil, furtivos y contrabandistas están fuera de la ley, y la ley está siendo burlada".

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