El 'made in Galicia' conquista el mercado internacional
En 10 años, una actividad artesanal se ha transformado en industria moderna capaz de competir en Estados Unidos, Europa y Japón
Hace apenas 10 años nadie hubiera tomado en serio la posibilidad de que la pequeña industria artesanal de la confección, dedicada en Galicia a complementar el consumo interno, pudiese proyectarse hacia los mercados exteriores y competir en su propio espacio comercial con las sofisticadas producciones de italianos y japoneses. Un equipo de jóvenes empresarios y diseñadores gallegos -poco más de 30 años de media- ha conseguido, sin embargo, al final de una década realmente prodigiosa, la transformación de los viejos enclaves artesanos en una poderosa industria que factura 50.000 millones de pesetas anuales, emplea a 15.000 personas y exporta un alto porcentaje de su producción al Reino Unido, Estados Unidos, Singapur, Hong Kong y a la mismísima meca italiana del diseño.El Giorgio Armani que indudablemente ha abierto el camino a esta peculiar revolución industrial sectorial en un país de tan notorios perfiles de subdesarrollo como Galicia es Adolfo Domínguez, un orensano de 33 años, educado en Londres y París, que al hacerse cargo del pequeño comercio de su padre decidió aplicar al negocio una idea entonces revolucionaria: la creación y venta de la imagen del producto antes que el producto mismo.
"Lo que yo he hecho, a base de elaboración estética y textual, de reflexión sobre mi propia práctica, ha sido simplemente llegar a una determinada elite cultural que podríamos identificar con la burguesía ilustrada de este país. Creo haber conseguido que los intelectuales se interesen por la moda como elemento de vida cotidiana, y no sólo por las grandes palabras que hasta, no hace mucho constituían su única preocupación. En Italia, este fenómeno se produjo algunos años antes, gracias a Giorgio Armani. Aquí, sin falsas modestias, creo que yo fui el primero".
"Como todo fenómeno", dice Domínguez, "éste contiene grandes dosis de voluntarismo. Hay en el diseño y la confección un hecho industrial innegable y un empresariado joven muy activo y eficiente que, de existir en los restantes sectores de la economía regional, habría sacado a Galicia del subdesarrollo hace ya tiempo. Lo cierto es que Cataluña, que aún conserva el 60% de la estructura productiva del sector, no supo afrontar el desafío italiano de los últimos años con la creación de diseñadores de talla, que, por pura casualidad, han surgido en Galicia.
Recoger los frutos
No duda en calificar su propia producción de extemporánea y por completo desvinculada del ámbito gallego en el que nace.Para Florentino Cacheda, que ha conseguido situar sin excesivas dificultades en el mercado norteamericano la producción de su pequeña fábrica de Lalín, en Pontevedra, nada es resultado de la casualidad. "Muchos de nosotros", explica, "nos formamos en Cataluña"
Manuel Mariño, que ha llevado sus filias italianizantes al nombre de guerra de su producción -Roberto Verinno-, coincide con Cacheda en el rechazo de la casualidad como explicación del boom del diseño y la confección en Galicia. Mariño, que ha abierto recientemente una tienda en París para reforzar su imagen de marca, atribuye al material humano y a la especial sensibilidad gallega el éxito de una determinada forma de hacer moda. "La existencia de un fenómeno específico de moda en Galicia está fuera de duda", dice Mariño. "La industria tiene tal fuerza en este momento que incluso está desbancando a otras zonas de España tradicionalmente especializadas en este sector. El coruñés José María Vecino, uno de los últimos en incorporarse a los mercados internacionales por medio del Salón Internacional del Vestido Masculino (SEHM) de París, se limita a asegurar que el made in Galicia es hoy una garantía de calidad reconocida por todos los intermediarios del sector.
Aunque la abundancia de segmentos de economía sumergida propia del sector impide dar cifras exactas, los cálculos más aproximados sugieren un volumen de facturación próximo a los 50.000 millones de pesetas y un empleo global de 15.000 trabajadores, mujeres en su práctica totalidad. "En mi caso particular", explica Adolfo Domínguez, "soy consciente de que mi producto se vende mucho mejor fuera que dentro de Españ, y me he propuesto duplicar anualmente la exportación durante los próximos años. Por supuesto que la industria de la confección es un caso excepcional dentro de Galicia por su volumen de crecimiento: cuando mi hermano Jesús y yo nos hicimos cargo de la empresa facturábamos 12 millones anuales, que hemos multiplicado hasta la actual cifra de 1.000 millones".
Oferta sofisticada
"Nosotros no producimos para los mercados baratos, que ya acaparan los indios y los chinos, sino que orientamos nuestro trabajo hacia una oferta muy sofisticada, que encuentra su mercado natural en países industrializados, como Estados Unidos, Japón y Europa en general"."El precio del minuto industrial", estima, por su parte, José María Vecino, "es en España un 50% más barato que en Italia y Francia, por poner dos ejemplos de eventuales competidores, pero a la hora de salir al extranjero esto no se traduce en ventajas, porque la productividad es muy superior en Europa.
Adolfo Domínguez y Mariño, cuentan con estilistas italianos.
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