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Largo plazo

Los acontecimientos debstos días en Chile demuestran que a menos de un mes de cumplirse el décimo aniversario del derrocamiento por la violencia del Gobierno de Salvador Allende, el régimen dictatorial se encuentra en un callejón sin salida.Es sabido que el golpe de Estado que entronizó a Pinochet tras la muerte violenta de Allende a manos de los asaltantes del presidencial palacio de la Moneda se vio asistido por una serie de debilidades e inhibiciones, cuando no de alguna que otra complicidad en los sectores que iban del centro a la derecha.

La desastrosa política del pinochetismo, con una gestión económica que ha aumentado la deuda exterior y ha dado paso a una galopante inflación, ha sido una de las causas del progresivo apartamiento de estos sectores, de tal manera que el régimen militar parece abocado a su recta final.

En un intento de restaurar la confianza entre esos sectores y su Gobierno, Pinochet ha designado como ministro del Interior y jefe político del Gobierno a un civil, Sergio Onofre Jarpa. Veinticuatro horas antes de la jornada de protesta, el dictador sorprendió con una remodelación gubernamental que además de dar entrada al citado político aumentó a trece las carteras de las que son titulares personas civiles, hasta entonces reducidas al número de nueve.

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Las intenciones de todo ello aparecen claras: se trata de conseguir, siquiera sea lentamente, una normalización de la vida política. Normalización que comenzaría con la vuelta de exiliados, elecciones parciales a escala local y un calendario en cierta manera democratizador a culminar en 1989.

Tal es la última carta que un tanto a la desesperada parece jugar el régimen pinochetistá.

1.3 de agosto

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