Ensayo para una guerra con 'intermediarios'
En aras de una noble preocupación para que los nicaragüenses puedan vivir bajo un sistema político democrático -que olvida, por otra parte, para los guatemaltecos y tantos otros ciudadanos de Latinoamérica-, el presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, ha colgado sus pistolas al cinto y, como en su época de actor de segunda fila en Hollywood, desafía al forastero para que entre a negociar unas reglas de juego marcadas por el sheriff. Tal podría ser el argumento para una película de buenos y malos, si no fuese porque esta vez la realidad puede sustituir a la ficción.Reagan ha dicho y repetido sin ambigüedades que no "tolerará" otra Cuba en Centroamérica. Para salvar a El Salvador y procurar que Nicaragua vuelva al recto camino, Ronald Reagan y sus muchachos montan una fortaleza militar estadounidense en Honduras, envían portaviones, destructores y miles de marines y esgrimen la posibilidad de un bloqueo naval contra un estado, Nicaragua, al que Estados Unidos ya ha boicoteado con el cese de toda ayuda económica, chantaje en la concesión de créditos a través de organismos financieros internacionales y embargo de exportaciones vitales de azúcar hacia el mercado estadounidense.
Pero, afortunadamente para todos, Reagan no quiere la guerra, a juzgar por las palabras que pronunció en la última conferencia de prensa. Todo lo contrario, califica a la guerra como "la mayor estupidez del hombre".
Si Reagan cumple su palabra, como los buenos de las películas, no habrá, y no cabe esperar, desembarco de marines en Nicaragua. Entre otras cosas porque el Pentágono no está tan seguro de ganar sin pagar un alto coste, y porque Reagan tiene un calendario electoral a 15 meses vista.
Sin embargo, Reagan, que considera a los sandinistas como el "mayor obstáculo" para toda negociación, puede apoyar a 10.000 antisandinistas o incluso facilitar material y apoyo logístico a Honduras, "si Nicaragua ataca a nuestros aliados". De momento, el escenario servirá sólo para un entrenamiento, para unas maniobras, pero todos los elementos parecen en marcha para una eventual guerra por intermediarios, que nada tendría de cinematográfica.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.