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Pinochet afronta mañana otra jornada de protesta contra los militares chilenos

Los chilenos protagonizarán mañana una tercera jornada de protesta contra el régimen militar, a pesar de las duras advertencias lanzadas por el general Augusto Pinochet y de las numerosas e importantes detenciones realizadas en las últimas horas. Entre ellas destaca la del principal dirigente de la Democracia Cristiana, Gabriel Valdés, ex ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno de Eduardo Frei.

Junto a Valdés ingresaron ayer en prisión, tras ser interrogados durante seis horas, otros dos dirigentes democristianos -José Lavandero y José de Gregorio- y cuatro mujeres, acusados todos ellos de violar la ley de Seguridad Interior. Concretamente, de imprimir y distribuir panfletos subversivos en los que se llama a la jornada de protesta nacional de mañana martes. La detención de Valdés ha provocado una amplia campaña internacional, y el ministro de Asuntos Exteriores de Italia, Emilio Colombo, ha dado precisas instrucciones a su encargado de negocios en Santiago para que eleve la más enérgica protesta ante las autoridades. Asimismo, Colombo ha hecho un llamamiento a los restantes países de la Comunidad Económica Europea (CEE) para que se unan a la protesta italiana.

En la República Federal de Alemania, tanto el secretario general de la Unión Cristianodemócrata (CDU, principal partido del Gobierno), Heiner Geissler, como el vicepresidente de la oposición socialdemócrata (SPD), Johannes Rau, censuraron enérgicamente el encarcelamiento de los políticos chilenos por considerar que viola de forma flagrante los fundamentales derechos cívicos y humanos. Geissler llegó, incluso, a amenazar con consecuencias graves para las relaciones chileno-alemanas en caso de que los dirigentes democristianos no sean liberados de inmediato.

En unas recientes declaraciones, Valdés había afirmado que tanto él como su esposa, familia y amigos participarían en la nueva jornada de protesta convocada para mañana. Las dos anteriores se llevaron a cabo los días 11 de mayo y 14 de junio, fechas en las que perdieron la vida varias personas, la mayoría de ellas por disparos de fuerzas paramilitares.

El creciente acorralamiento del régimen militar y el aislamiento del general Pinochet llevaron al presidente a lanzar un ultimátum afirmando que no permitiría una nueva jornada de protesta.

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