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Algo de que hablar en la 'cumbre'

The Guardian

La visita del canciller de Alemania Federal a Moscú no puede en modo alguno calificarse de fracaso. Kohl no fue allí a negociar sobre las armas nucleares, así que de lo que Andropov y él tuvieran que decir sobre el tema, aunque de interés pasajero, no cabía esperar que alterase el estado de los debates.

El canciller no podía apartarse para nada de la posición oficial de la OTAN, y Andropov, aunque explicó con cierto detalle los objetivos de la política soviética, de cara a la galería, no podía hacer pasar un mal trance a su representante en Ginebra. ( ... )

De las dos cuestiones importantes, una era la de proseguir la relación de trabajo que Moscú y Bonn han trabado a lo largo de los años. No parece que haya sufrido daños, aunque los soviéticos habrían preferido habérselas con un socialdemócrata. ( ... )

En segundo término, tanto la Casa Blanca como el Kremlin ven ventajas en una reunión en la cumbre, algo que Kohl ansiaba facilitar. Los soviéticos podían muy bien haber vetado tales conversaciones de haberlo querido, pero no lo hicieron. Tampoco pusieron como condición previa llegar a un acuerdo en Ginebra. ( ... )

Si una cumbre se centrase por completo en los procedimientos para evitar la guerra -no sólo la limitación de armamentos, sino también el control de la crisis en condiciones de extrema gravedad, y dando por supuesta la existencia de mala fe en ambos bandos-, valdría la pena celebrarla. Pero si los dos bandos la aprovechasen para hacer valer su superioridad moral -¿podría Reagan resistirse a hacerlo?-, la situación no haría sino agravarse. Kohl y Andropov sólo discutieron de problemas concretos. Los dos máximos dirigentes mundiales deberían hacer lo mismo. Hacer la paz, como hacer el bien, es una ambición desmedida. La ambición más humilde, pero también más realista, es evitar el mal previniendo la guerra.

, 7 de julio

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