Estados Unidos acusa a la URSS de querer 'dividir' a los aliados sobre los euromisiles
La cumbre de Williamsburg coincide con la nueva advertencia de la URSS, que amenaza con instalar misiles SS-20 en algunos de sus países aliados del Este europeo si la OTAN ubica sus nuevos cohetes de crucero y Persinhg-2 en la República Federal de Alemania (RFA), el Reino Unido, Bélgica y Holanda. 'Es una nueva maniobra destinada a dividir a los aliados", comentaron altos funcionarios de la Casa Blanca presentes en la cumbre de Williamburg.
En el foro de la cumbre de los siete líderes de las principales potencias económicas del mundo occidental, los problemas de la economía se intercalan con los políticos, y éstos con especial énfasis en la situación de las negociaciones Este-Oeste en materia de misiles de alcance medio. Todos los participantes, con mayor o menor entusiasmo, apoyan la resolución de la OTAN de instalar 572 misiles en Europa Occidental antes de fin de año, si fracasan las negociaciones actualmente en curso en Ginebra sobre euromisiles.Al margen de las discusiones económicas, Reagan presenta a sus invitados en la localidad de Wílliamsburg las últimas ideas de la Casa Blanca sobre las negociaciones de armas nucleares con los soviéticos. El foro de conversacicones bilaterales privadas entre Reagan y el presidente francés, François Mitterrand, la primera ministra del Reino Unido, Margaret Thatcher, y el canadiense Pierre Trudeau se suman a las ya celebradas con el primer ministro italiano, Amintorc Fanfani, y el japonés, Yastihiro Nakasone.
La unanimidad política de los principales líderes occidentales sobre el futuro despliegue de los denominados euromisiles no logra ocultar ciertas discrepancias de fondo sobre la estrategia de la política militar de la Administración Reagan.
'Doble vida' nuclear
La doble vida de la Administración Reagan en armas nucleares se basa en que sólo puede alcanzarse un acuerdo válido con los soviéticos si EE UU moderniza su arsenal con nuevas armas. De ahí que, mientras el presidente de EE UU envía a sus emisarios negociadores a Ginebra, simultaneamente presiona al Congreso para lograr los fondos necesarios destinados a fabricar nuevas generaciones de misiles intercontinentales MX, o intenta un compromiso para que el legislativo apruebe el mayor presupuesto militar de la historia norteamericana en época de paz.
La inquietud de los aliados, detrás de la cohesión política en el apoyo al despliegue de los euromisiles, surge cuando se preguntan si es correcta la postura de Reagan en sus planes de rearme, que no sólo tienen incidencias estratégicas, sino también económicas. El gasto militar de EE UU es el que penaliza en gran parte -con los astronómicos déficits presupuestarios de la economía estadounidense, en tomo a los 200.000 millones de dólares para el año fiscal 1984- el futuro de la recuperación económica occidental.
La misma unanimidad política que el inquilino de la Casa Blanca encuentra en Williamsburg en el capítulo de los euromisiles la halla a la hora de tratar de una posible reunión entre los líderes de la URSS y de EE UU. La cumbre Reagan-Andropov es un deseo conjunto de los aliados occidentales, como paso hacia una posible atenuación de las tensiones entre las dos grandes potencias.
Reagan reafirmará probablemente aquí, ante sus invitados, su interés por un encuentro con el líder soviético, Yuri Andropov, que podría celebrarse a principio del año próximo.
En relación con Oriente Próximo, Reagan pedirá moderación para que la URSS no continúe reforzando el potencial militar de Siria, e informará al mismo tiempo de las últimas gestiones del secretario de Estado, George Shultz, en el intenta de alcanzar un compromiso para la retirada de todas las tropas extranjeras de Líbano.
Este es un paso previo para que la Administración Reagan pueda aplicar el plan de paz del presidente.
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