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Reportaje:

El Guadiana de la economía española

La economía llamada subterránea supone entre el 12% y el 15% del producto interior bruto en España y ocupa del 10% al 25% de la población activa

Los indicadores macroeconómicos (PIB, índice de inflación, nivel de paro, tasa de actividad, etcétera) dibujan en España una situación dramática y, sin embargo, el tejido social está atravesando con relativo éxito el largo túnel de la crisis, donde además ha tenido que vérselas con un cambio importante de régimen político. Enrique Sanchís, uno de los expertos participantes en las Jornadas sobre Economía Sumergida, apunta que "la explicación de este fenómeno no es simple, pero no deja de ser razonable cuestionarse la capacidad de las estadísticas oficiales para reflejar sin distorsiones la realidad".El conocimiento de ciertas datos aislados, añade Sanchís, ha puesto en evidencia que algo extraño está pasando en España. Veamos algunos:

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1. Las viejas máquinas textiles, arrinconadas por la innovación tecnológica, no han sido convertidas en chatarra.

2. En ciertas zonas se han mantenido los niveles de consumo de energía eléctrica, al tiempo que cerraban innumerables fábricas.

3. Se ha producido un fuerte incremento de los empresarios sin asalariados y de los trabajadores autónomos en construcción y en servicios, mientras que esta misma categoría se ha reducido en el sector industrial.

Todos estos hechos y la influencia de algunos estudios realizados en el exterior han despertado gran interés por el fenómeno de la economía subterránea. ¿Qué significa todo esto?", se pregunta Sanchís. "Significa que el Estado está dejando de controlar, es decir, de tasar, una parte sustanciosa de la actividad económica global. Además comienza a tomar cuerpo la idea de que si la gente huye de la economía oficial es porque no le gustan sus compañeros de viaje. Si en los años de la expansión el matrimonio con el Estado fue de buen grado en no poca medida, la luna de miel ha terminado y se ha optado por abandonar el domicilio conyugal. En definitiva, lo que se cuestiona es el papel del Estado en la economía y toda la filosofía que sustenta el derecho del trabajo".

Causas de la inmersión

La presión fiscal, la carga que representa la Seguridad Social, la escasa flexibilidad del mercado de trabajo y el coste derivado de la regulación económica (licencias permisos, obligatoriedad de archivos y registros, sujeción a inspecciones, horarios, procedimientos normativas, etcétera) son factores que incentivan, en una situación de crisis, el paso de la economía oficial a la economía irregular. La inmersión, el paso a la clandestinidad o a la irregularidad, es la solución adoptada por muchos empresarios para romper el círculo infernal de una demanda en continua retracción, que exige aminorar precios para seguir en el mercado, y una escalada de los costes (impuestos, Seguridad Social, salarios, etcétera) que les viene impuesta por el lado de la oferta. En la clandestinidad no se pagan impuestos ni se arman convenios colectivos.

Por otra parte, estos factores, según apuntaron en las Jornadas sobre Economía Sumergida Joaquín Trigo y Carmen Vázquez, "no se ven desalentados por el riesgo de sanción, pues su coste y probabilidad compensan el riesgo asumido, ni están tampoco inhibidos por recelos de orden moral. El coste de oportunidad, en términos de cuestionamiento de la actividad, justifica la opción".

La empresa en la economía oculta

La evasión fiscal y la existencia de un sector económico no registrado -añaden Joaquín Trigo y Carmen Vázquez- se dan desde el momento en que hay una coerción económica o legal, con independencia del riesgo que comporte, pues siempre hay quien carece de aversión a las dificultades. "Es un problema económico cuando crece a costa del sector normal o formal de la economía, cuando alcanza una cuantía suficiente como para distorsionar la significación de los datos que sirven de base a la toma de decisiones micro y macroeconómicas, y alcanza consideraciones de gravedad cuando muestra una tendencia a persistir y crecer, minando la organización social en que se originó y a cuya costa continúa desarrollándose".

Este último parece ser el caso de España. "En los años posteriores a 1973, la renta real se estanca, los precios muestran una tendencia al alza más viva, el paro crece bruscamente y el tipo de cambio de la peseta baja en respuesta al descenso de su poder adquisitivo interno. Sin embargo, el desempleo crece en mayor medida que la población activa, y la renta real no baja en consecuencia, lo que podría indicar que ese elemento compensador está en la actividad oculta", según los citados componentes.

El paso de una empresa de la economía oficial a la economía irregular exige, según puso de manifiesto en las jornadas Rafael Gómez Perezagua, su adaptación a las nuevas circunstancias. Al apartarse de la producción, en base a la total o parcial inmersión de la empresa, recurrirá a la subcontratación a otras empresas o talleres, al trabajo clandestino o al trabajo a domicilio. "El departamento de

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producción propio en muchas empresas queda reducido al diseño, planificación y posterior control de calidad, realizándose la producción propiamente dicha fuera de la empresa".La producción organizada de esta manera tiene una doble ventaja, según Gómez Perezagua: de un lado, su menor coste por motivos obvios, y de otro, la absoluta certeza del coste de producción, "lo que no está nada claro en una empresa convencional hasta después de haber concluido el ejercicio económico".

Del mismo modo, la empresa que subcontrata el trabajo puede, naturalmente, comprar las materias primas y luego distribuirlas entre sus contratistas, pero existe el inconveniente de que dichos flujos puedan quedar reflejados en alguna contabilidad de algún vendedor escrupuloso. Para evitarlo se suele poner en contacto directo a subcontratistas y proveedores, pagando o avalando la mercancía que se trasiega.

La financiación de la empresa también se ve afectada por su paso a la economía irregular. La empresa se ve forzada a renunciar a cauces de financiación formales y a la protección institucional; pero, aun así, es frecuente que las empresas clandestinas estén mejor financiadas que las oficiales, ya que existe un gran mundo financiero subterráneo y son menos dependientes del crédito. Su grado de autofinanciación es muy grande, con una relación de cobros y pagos basados en el contado o en el cortísimo plazo. Los fallidos suelen ser menos abundantes que en las empresas normales, debido a la propia naturaleza de las operaciones.

Por último, en la empresa irregular o clandestina se debe hacer referencia a un departamento comercial muy desarrollado y a un departamento de personal que queda reducido a la máxima simplicidad (o bien no existe más que una lista de colaboradores individuales o empresas suministradoras, o bien se trata de contratos individuales elementales, al margen de toda reglamentación o control).

Mercado negro de trabajo

Una breve reflexión sobre los puntos anteriores, apunta Gómez Perezagua en su ponencia, "nos dará idea de las ventajas que goza la empresa irregular respecto a la oficial para competir en el mercado. Naturalmente que la situación es injusta, pero en el corto plazo se debe considerar que en ciertos sectores no cabe elección posible: o se trabaja en condiciones irregulares o, sencillamente, no se puede resistir la competencia de empresas de otros países, tanto en terceros mercados como en el propio mercado nacional".

Las altas cargas de la Seguridad Social y la compleja reglamentación laboral propician en España la existencia de un mercado de trabajo paralelo, que es un factor fundamental de la economía sumergida. La empresa recurre al mercado paralelo y lo fomenta al aceptar trabajadores que, por cualquier causa, no pueden concurrir en el mercado oficial (inmigrantes, menores, etcétera) o formalizando acuerdos pactados con un trabajador.

Desde el punto de vista del trabajador, en cuanto al mercado negro, hay que distinguir entre asalariados y no asalariados. Para los primeros existe una amplia gama de posibilidades: trabajo en su misma rama fuera de su jornada o en otra rama productiva, en fines de semana, aprovechando las ventajas del horario flexible, trabajando durante las vacaciones pagadas, a tiempo parcial o mientras se está percibiendo el subsidio de desempleo.

Para los no asalariados, es decir, personas sin ocupación o profesión, retirados, inmigrantes clandestinos o grupos marginados, las posibilidades de empleo en el sector irregular, mucho más flexible que el oficial, son mayores porque pueden encontrar soluciones a la medida de cada colectivo.

Rafael Gómez Perezagua, en su ponencia, describe las características de la relación laboral en la economía subterránea por contraposición a las que configuran la relación laboral en una empresa normal. En esta última, según el ponente, los rasgos que definen la relación laboral son los siguientes: una firme relación salarial, estabilidad en el empleo y posibilidad de realizar cierta carrera dentro del mismo, trabajo que se realiza a tiempo completo, principal fuente de renta para la familia del trabajador, empleador único y legalmente definido y lugar de trabajo específico y bien definido.

Efectos de la economía irregular

Por contraposición, las peculiaridades de la relación laboral en la economía irregular son las siguientes: trabajos de duración determinada (frente a la firme relación salarial y la estabilidad de empleo en la economía oficial), flexibilidad de horario y trabajo a tiempo parcial, posible compaginación con otra ocupación, importancia secundaria de la unicidad del empleador y de la definición del lugar de trabajo (en muchos casos se realiza a domicilio).

La existencia de actividad no registrada quita valor a los datos oficiales que recogen la dimensión de las variables económicas en proporción directa al peso que alcance sobre la economía total: el paro aparece inflado, disminuida la población activa (amas de casa Y jubilados no optan a efectos declarados), las horas trabajadas por persona ocupada quedan reducidas (no se corriputa el complemento no declarado), el nivel de utilización de la capacidad productiva y los niveles de pedidos aparecen por debajo dé su valor, la inflación es más alta de lo real (por ejemplo, una visita médica puede ser más barata si el facultativo descuenta el componente fiscal), etcétera.

"Como consecuencia de todo esto", afirman Joaquín Trigo y Carmen Vázquez, "la renta parece inferior a la efectiva y el nivel de vida no es reflejado adecuadamente; pero por contra, en la realidad, los efectos de la recesión que habría de no mediar esta actividad irregular son evitados eriparte".

No obstante, aunque a corto plazo, los efectos pueden ser relativamente beneficiosos en cuanto, aminoran las tensiones sociales, "la representación distorsionada de la realidad promovida por datos inexactos y que dan a entender una vitalidad económica inferior a la real, alimentan expectativas pesimistas, desalientan la inversión y contribuyen, en definitiva, a propiciar una realidad como la que parecen reflejar los registros incompletos. Esta visión pesimista fornenta la combatividad de quienes se benefician de las transferencias (prolongación de prestaciones sociales) o exigen apoyos (subvenciones, rebaja de impuestos, etcétera)".

La existencia de actividad irregular perjudica a las empresas que concurren al mercado desde la legalidad y a las entidades financieras, ya que la actividad subterránea propicia los intercambios en especie.

A largo plazo, según Trigo y Vázquez, "si el crecimiento de la economía irregular palia la caída en época de crisis, frena después el relanzamiento y cuestiona su permanencia". Otros autores, aunque este tema es polémico, apuntan que la economía sumergida es incapaz de adaptarse a innovaciones tecnológicas y, a la larga, significa un lastre para la economía del país. Todos reconocen, por otra parte, que debilita el tejido social.

Sindicatos y patronales

La economía irregular supone echar por tierra muchas de las conquistas de los trabajadores en materia de legislación laboral y protección. No obstante, los sindicatos, hasta ahora, han preferido pasar de puntillas sobre el tema -según apunta Faustino Miguélez-, pues o se mantiene el empleo irregular o se denuncian las condiciones en que se realiza. De momento, la sensibilidad de los cuadros sindicales ha llevado a que opten por lo primero, pero la presión de los trabajadores del sector normal, en busca de mejoras en su condición, puede llevar a la presunción de pretender proteger a los irregulares eliminando su actividad y, con ello, una competencia incómoda.

Las patronales tampoco han tomado una actitud decidida ante el fenómeno de la economía subterránea. Ha habido algún pronunciamiento de algún cualificado representante, como es el caso de José Luis Cerón Ayuso, presidente de la Comisión de Asuntos Económicos de la CEOE, que atribuye el florecimiento de la economía sumergida a las dificultades impuestas al libre juego del mercado (salario mínimo, impuestos, rigidez del trabajo). Recientemente ha afirmado que "el creciente intervencionismo estatal en la economía no es el mejor medio para luchar contra la crisis, sino que más bien se está revelando como un serio obstáculo para su solución". Enrique Sanchís, a la vista de estas afirmaciones, señala que "la economía sumergida se está utilizando como balón de oxígeno del trasnochado catecismo liberal".

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