_
_
_
_

Las personas con más formación académica se consideran cada vez más pobres

El 12,9% de los que más han estudiado se autopercibía como pobre en España en 2023, ocho décimas más que en 2022. El fenómeno también se da en otros países europeos como Alemania o Países Bajos

Sanitarios en el Hospital Vall d´Hebron de Barcelona, en 2021.
Sanitarios en el Hospital Vall d´Hebron de Barcelona, en 2021.Albert Garcia
Emilio Sánchez Hidalgo

El 12,9% de los españoles con más preparación académica, aquellos que han cursado estudios universitarios o de Formación Profesional, se consideran pobres. Así lo recoge la última estadística de “pobreza subjetiva” de Eurostat, con datos relativos a 2023. Este porcentaje va acompañado de otras dos malas noticias para España: crece la proporción de personas formadas que se autoperciben pobres, con una alza de ocho décimas respecto al 12,1% de 2022; y aumenta la brecha respecto al promedio europeo. La media de los Veintisiete crece en dos décimas, del 9,2% al 9,4%. Pero a la vez también cae la proporción de personas con menor formación que se consideran pobres en España, que pasa de un un 28,5% a un 28,1%, un registro que también retrocede a nivel europeo. En los últimos años se percibe una caída de la desigualdad salarial en España de la mano de los fuertes incrementos del salario mínimo, aunque sigue siendo mucho mayor la proporción de personas con poca formación que se consideran pobres.

La estadística europea estratifica a los mayores de 18 años por nivel académico: un grupo es el de aquellos cuyos estudios terminaron, como tarde, con el primer ciclo de secundaria; el intermedio va del segundo ciclo de secundaria a la formación profesional básica; y el tercero es el de aquellos con estudios que superan los anteriores, es decir, el resto de la formación profesional y la educación universitaria. En España, un 28,1% de personas dentro del primer grupo se consideran pobres, frente al 23,2% del intermedio y el 12,9% de los más formados.

El promedio de los Veintisiete sigue el mismo orden, pero con diferencias reseñables respecto a España. En el grupo con menos formación hay una percepción ligeramente mayor de pobreza, con un 28,8% (siete décimas más que en España). En el intermedio, el promedio europeo (18,5%) está cinco puntos porcentuales por debajo del dato español, una distancia que se reduce a algo más de tres puntos en el superior.

Las diferencias son coherentes con los datos de salarios por nivel académico. Los trabajadores españoles con estudios superiores ganaron una media mensual de 2.648 euros brutos en 2022, frente a los 1.479 de los que terminaron sus estudios en educación primaria, según el Instituto Nacional de Estadística.

La autopercepción de los más formados, a peor

Con el dato de 2023, la autopercepción de pobreza de los más formados experimenta su segundo salto consecutivo: en 2021 era del 11,3%, creció hasta el 12,1% en 2022, y el último registro la sitúa en el 12,9%. Esta variable (que Eurostat mide desde 2010) tocó techo en 2014, en plena Gran Recesión, con un 22,1%. Entonces inició una senda descendente hasta el 11% en 2019, el mínimo registrado. Repuntó con la pandemia en 2020 hasta un 12,3%, guarismo superado en 2023 con un 12,9%. Mientras que España supera en seis décimas el registro de la pandemia, la media de la Unión Europea es dos décimas superior, pasando del 9,2% al 9,4%.

Por otro lado, durante lo peor la Gran Recesión posterior a la crisis financiera de 2008 había más españoles de menor formación que europeos que se consideraban pobres. En 2014 eran el 46,9% de los españoles y el 42,5% en promedio europeo. Sin embargo, desde 2019 esta proporción es mayor en Europa que en España, lo que esconde un reverso negativo: el porcentaje europeo ha caído desde entonces del 30% al 28,8%, mientras que el español ya marcaba un 28,1% (como ahora) en 2019.

La autopercepción de la pobreza varía muchísimo en función del país y del nivel académico de los ciudadanos, según los datos de Eurostat. Las peores cifras entre los menos formados se registran en Grecia (81,8%), Bulgaria (60,5%) y Eslovaquia (58,4%); y las mejores en Luxemburgo (12,3%), Países Bajos (11,7%) y Finlandia (7,9%). Grecia repite en la peor posición entre los que tienen más formación, con un 46,7%, mientras que los luxemburgueses son los que menos pobreza autoperciben (3,4%) en ese grupo.

La consideración a peor de los más formados, como en España, también se da en Alemania (empeora un punto de 2022 a 2023, del 3,3% al 4,3%), en Países Bajos (del 3,7% al 4,4%) o en Dinamarca (del 7,8% al 8,6%). Estos países están sufriendo, a diferencia de España, un empeoramiento de sus economías en los últimos tiempos, un desgaste real de los indicadores macroeconómicos, más allá de lo que perciban sus ciudadanos respecto a sí mismos. En el otro lado de la balanza están Italia, Croacia o Bulgaria, donde mejora ese análisis de la situación propia.

¿A qué se debe el cambio?

El empeoramiento del autodiagnóstico de los empleados con formación académica concilia con otros estudios recientes, que vienen señalando problemas en el ascensor salarial (muchos trabajadores no perciben las altas retribuciones de los jefes a los que sustituyen) y el impacto negativo de la robotización en muchos empleados, lo que está polarizando la distribución de las retribuciones.

Adrián Navalón, coordinador del grupo laboral de Psicología y Economía del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, cree que los altos niveles de inflación de los últimos años juegan un papel clave en este fenómeno y que, además, pueden afectar más en la percepción de aquellos con más formación (y normalmente con mejores salarios). “La aversión a la pérdida es un sesgo potentísimo. Evaluamos con más intensidad una pérdida que una ganancia equivalente. Y los años en que más ha subido la autopercepción de pobreza la inflación ha sido muy alta”. Cree que los más formados pueden tener una mayor sensación de empeoramiento porque el alza de precios repercute primero en un recorte de bienes y servicios que no son de primera necesidad, principalmente en ocio. “Una persona a la que ya le costaba llegar a fin de mes ahora lo tiene peor, pero ya se consideraba pobre antes”.

Es una reflexión parecida a la de Antonio Lucas, profesor del departamento de Psicología y Sociología de la Universidad de Zaragoza (autor del estudio Optimismo privado y pesimismo público: un estudio experimental). “Es clave la deprivación relativa, la sensación de que no tienes lo que te corresponde. Creo que en los últimos años se está instalando la sensación de que las personas con más formación no tienen lo que les toca, que su calidad de vida no es la que querrían”, señala. El experto cree que, aunque en promedio las profesiones que requieren más formación se retribuyen mejor, existe la sensación de que la diferencia se ha diluido. “Por mucha carrera universitaria que tengan, muchos no pueden permitirse un piso. Esta percepción es objetiva, de condiciones materiales”. Opina, además, que hay una tendencia creciente a devaluar la consideración del conocimiento, que se ve como perdedores “a los que dedican muchos años a estudiar para cobrar lo mismo que en un supermercado”.

La paradoja de la percepción de la situación económica

Estos datos de Eurostat no miden la situación económica de los países, sino cómo analizan los ciudadanos su propia momentum. Hay un patrón más o menos coherente por el cual los países más desarrollados registran los mejores datos y los de menor desarrollo, los peores.

Otra variable interesante respecto a estas encuestas es la diferencia entre el diagnóstico que los ciudadanos hacen de su situación particular y la de sus países. Según múltiples estudios, una tendencia que se repite sea cual sea el país es que las personas tendemos a ser más severos en el análisis colectivo que en el particular.

De ahí que tendamos a contestar que la situación económica de nuestro país es peor que la nuestra, lo que a veces resulta en porcentajes difíciles de conciliar. Por ejemplo: en la pregunta al respecto del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) el 62% de los encuestados dicen que su situación económica es buena, mientras que solo el 31% cree que la situación económica española es buena.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Emilio Sánchez Hidalgo
Redactor de Economía. Empezó su trayectoria en EL PAÍS en 2016 en Verne y se incorporó a Sociedad con el estallido del coronavirus, en 2020. Ha cubierto la erupción en La Palma y ha participado en la investigación de la pederastia en la Iglesia. Antes trabajó en la Cadena SER, en el diario AS y en medios locales de su ciudad, Alcalá de Henares.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_