Una reforma económica contra viento y marea
"El modelo húngaro no es una vía, porque, de lo contrario, tendríamos un esquema; lo que puedo decirle es que es imposible no seguir esta reforma. Volver atrás, es imposible, y seguir adelante tendrá consecuencias". Así comentó a este periódico la situación el número dos de Hungría, György Aczel, en una extensa conversación de dos horas y media mantenida en su despacho del comité central del Partido Socialista Obrero Húngaro (PSOH, comunista) en Budapest.Aczel, de 66 años de edad, ideólogo de la reforma, viceprimer ministro y miembro de las más altas instancias del PSOH -Buró Político,y Secretariado-, manifestó que la reforma húngara se encuentra con problemas derivados de las medidas proteccionistas de otros países y el camino desconocido que representa este modelo.
Hungría representa un caso único en las sociedades del Este. La producción campesina es la locomotora de la industria, en tanto el comercio exterior representa algo más del 50% de la producción nacional.
"En Hungría se conoce bien el fútbol y el comercio", explicó György Mikosdi, director general del Ministerio de Comercio Exterior, "y como ahora nuestro fútbol no pasa por buen momento, pues nos dedicamos al comercio". Al margen de la ironía, las exportaciones húngaras alcanzaron en 1982 casi los 332.000 millones de forintos (38 forintos por un dólar), con importaciones de 319.000 millones. Este auge del comercio, donde las empresas estatales establecen una competencia de tipo capitalista para la atracción de clientes, no evita que la deuda exterior húngara sea de 7.000 millones de dólares, según cifras oficiales, y de alrededor de 8.000, conforme a apreciaciones occidentales.
Para Mikosdi, el tema de la competencia entre empresas exportadoras no es tan llamativo corno se quiere ver en Occidente, pero "es cierto que en la sociedad socialista puede haber competencia", dijo.
Aczel matizó que en el socialismo hay buenas y malas empresas y es necesario obtener la ináxima rentabilidad de aquellas que funcionen.
Reprivatización
A escasos metros de la orilla izquierda del Danubio, en Pest, la zona peatonal de una decena de calles está repleta de comercios y cafés, con gran animación durante todo el día. Los escaparates ofrecen casi de todo y el fenómeno de las colas ha desaparecido. En el gran supermercado de la avenida Lenin, esquina con la calle Rakoczi, no escasea la mantequilla y la tienda de embutidos está repleta. Allí, el afamado salami húngaro cuesta 128 forintos (los sueldos medios oscilan entre 3.500 y 4.000).
El Gobierno húngaro introdujo en los últimos tres años altas subidas de precios, que no fueron contestadas por la población por la necesidad que suponía el aumento para mantener el nivel de consumo.
Pero es el sector agrario el que recibe el mimo de las autoridades por su rentabilidad. En algunos cultivos per cápita, Hungría ocupa el quinto lugar mundial. Después de algunos años de colectivización forzosa, las autoridades descubrieron que las parcelas privadas daban mayor rendimiento, favoreciendo, por tanto, esta forma de reprivatización.
Con cinco días laborables a la semana, medida introducida a raíz de los acontecimientos polacos, el campesino cultiva en su granja con ayuda de la cooperativa de la que es asalariado, negociando luego con la misma los precios de sus productos.
La estimulación del mercado se intenta mediante una política de precios y las autoridades buscan la manera de incentivar el trabajo con la congelación del salario a los obreros de empresas deficitarias.
El resultado positivo de las pequeñas experiencias de propiedad privada propiciaron que el Gobierno autorizase la explotación de pequeños negocios, bares, restaurantes y hotelitos con un número reducido de camas. Desde hace un año, más de un centenar de pequeñas empresas han sido reprivatizadas debido a la nula rentabilidad estatal.
Hay algo destacable a primera vista en los establecimientos privados, la mejora considerable del servicio respecto a los negocios estatalizados. "Sabemos", dice Mikosdi, "que nuestros servicios no son tan buenos como en Occidente, pero la mano de obra superflua está en la industria, mientras el sector terciario es deficitario". Este travase laboral es un reto para el futuro inmediato de los magiares.
Pese a sus reformas, Hungría no ha solucionado el tema del paro encubierto, con la consiguiente baja productividad y el estancamiento de los salarios -algo consustancial a la economía del Este-. Para un trabajo eficiente de una persona se emplea a tres, por ejemplo, "porque aquí no hay despidos", dice Mikosdi. Naturalmente, el salario se divide por tres, y la productividad, de la misma forma. El director de Comercio Exterior admite que puede ser "la pescadilla que se muerde la cola" cuando se habla de subir salarios y productividad y no se corrigen los excesos de mano de obra.
Persisten los defectos
Una fuente económica húngara asegura que hay ciertos síntornas que demuestran "una enfermedad laboral en nuestro país". Por ello, hay ciertos planes para "desviar a otras empresas con bajos salarios a obreros improductivos". La venta de automóviles ha descendido como consecuencia de las fuertes alzas en los precios introducidas desde 1979, en tanto otros electrodomésticos -televisores y frigoríficos- mantienen el nivel de venta. Sin embargo, la vivienda en Hungría mantiene un déficit, agravado en los últimos meses.
El intercambio comercial entre Hungría y España alcanza un volumen de 50 millones de dólares, y la balanza es deficitaria para el país magiar en 10 millones. Las quejas en el Ministerio de Comercio Exterior, no solamente hacia España, sino para otros clientes occidentales, son el aumento de sus barreras proteccionistas, lo que, en su opinión, contraviene los acuerdos del GATT.
La versión española es que también los húngaros violan los acuerdos porque sus importaciones están restringidas a productos que no afectan a su mercado, pero quieren exportar aquellos otros que ocasionan perjuicio a nuestro mercado nacional.
Hay determinados aspectos en los cuales los húngaros están dispuestos a ampliar la cooperación con España, tales como la siderurgia, la agricultura -que es un mercado alternativo para las exigencias españolas- y la cooperación química y farmacológica. En el terreno político, Aczel comentó que las relaciones hispano-húngaras no están agotadas. Sin embargo, es difícil establacer fórmulas de cooperación política entre Madrid y Budapest cuando esta última capital es firme aliada con los planteamientos de Moscú. El viceministro de Asuntos Exteriores, Karoly Szarka, es de la opinión de que es factible una cooperación extensa en política desarmamentista, y, especialmente, en el campo cultural, terreno este últimno en el que existe un proyecto en estudio. "Pienso", dijo, "que no se ha aprovechado bien la corta etapa desde el comienzo de las relaciones, en 1976".
Poder tecnocrático
Pero en momentos en que la vida nacional magiar gravita sobre la reforma económica, hay dos cuestiones fundamentales: el interés de los otros países del Comecon por el modelo húngaro y el poder real de los tecnócratas.
Con magnífico sentido del humor, Mikosdi respondió que "importamos un sistema, en el 56, y nos salió el tiro por la culata. Ahora hemos confeccionado nuestro propio traje para una nación pequeña; si alguien más grueso quisiera el modelo tal vez no le sentaría bien. Lo cierto es que hay elementos aprovechables, sin duda, pero cada país debe establecer su modelo".
Desde los polacos a los soviéticos, la experiencia húngara acapara una especial atención. Desde hace años técnicos de la URSS estudian minuciosamente las variantes de la vía húngara. El tema adquiere ahora mayor importancia con la llegada al Kremlin de Yuri Andropov, cuya esposa, se dice, es húngara.
Con respecto a la tecnocracia, el comentario oficial es que hay una influencia mutua entre técnicos y políticos, aún reconociendo que los miembros del Buró Político no son tecnócratas.
En esta mezcolanza de usos colectivistas con aquellos otros propios de la libre empresa, la dirección planificada, que paulatinamente se trata de suplir, juega aún un papel de primer orden en la fijación de precios y salarios, lo que en muchos casos crea un desajuste real. Las autoridades húngaras pretenden corregirlo incluso con métodos heterodoxos para sus vecinos. Hasta dónde pueden llegar es el enigma atractivo de la isla magiar, frontera entre Oriente y Occidente, como la definiera Metternich.
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